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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Para 1960, año en el que por vez primera se acercó al Centro Mexicano de Escritores (CME), Salvador Elizondo tenía claro el objetivo de su búsqueda estética. Aunque fue rechazada su propuesta, a los 27 años, Elizondo se sabía un escritor con potencial y con una literatura fuera del encasillamiento de géneros. Quería ser autor de una literatura singular. Única.
Tres años después, en 1963, hizo el segundo intento por conseguir la prestigiada beca para escritores. Esta vez quería dedicar su tiempo a escribir un relato de aproximadamente 200 cuartillas, una narración —escribió en su plan de trabajo— con un fuerte componente subjetivo, o subjetivista, y psicológico.
Este segundo intento rindió frutos. El comité de becas del CME concedió otorgarle el apoyo, quizás intuyendo que ahí podría nacer una obra magnífica e inquietante que se publicaría en 1965 con el título Farabeuf o la crónica de un instante, la cual ganaría ese mismo año el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores.
Así constan los hechos en los tres expedientes que de Elizondo existen en el Archivo del CME, un rico acervo que resguarda la Biblioteca Nacional de México en su Fondo Reservado. Allí hay documentos invaluables de la presencia de Elizondo, primero como becario en dos periodos: 1963-1964 y 1966-1967; y luego como asesor de jóvenes escritores, una labor de 13 años que realizó entre 1968 y 1981.
En tres sobres gruesos está su paso por el Centro; los tres proyectos de trabajo para acceder a la beca; los convenios sostenidos entre el CME y Elizondo; más de una docena de reseñas bibliográficas que se incluían en el boletín Recent Books in Mexico, órgano oficial de la institución.
Así como una docena de ensayos literarios y de artes visuales escritos por Elizondo; notas de su puño y letras en hojas membretadas con su nombre; capítulos de Farabeuf; telegramas con avisos de sesiones o de pésame por la muerte de su padre; fotografías y notas periodísticas del seguimiento que el Centro hizo del ascenso literario de Elizondo, que en los 60 era el “enfant terrible” de las letras mexicanas.
Obras emblemáticas. Salvador Elizondo Alcalde (19 de diciembre de 1932-29 de marzo de 2006) fincó su figura de escritor vanguardista en el Centro Mexicano de Escritores. Allí escribió, con la beca y la asesoría de Ramón Xirau y Juan José Arreola, dos de sus obras más emblemáticas: Farabeuf o la crónica de un instante y El hipogeo secreto.
A 50 años de Farabeuf, cuya primera edición fue realizada en noviembre de 1965 bajo el sello Joaquín Mortiz, EL UNIVERSAL se adentró en sus expedientes para descubrir el origen del escritor y la confección de la obra.
En su plan de trabajo para ganar la beca del CME, el 10 de julio de 1963 escribió: “La índole de este trabajo podría definirse como un punto medio entre la prosa y la poesía sin ser lo que propiamente se llama una ‘narración poética’ ya que el lenguaje que pretendo emplear no trasciende en ningún momento los límites de la prosa”.
En dos páginas, a máquina, Elizondo dice que ha escrito unas 30 cuartillas de esta nueva obra y que a falta de mejor definición da como referencia de “la naturaleza que tendría” les anexa su texto “Sila”, que es considerado el primer cuento de Elizondo, una especie de homenaje a Rulfo y a Joyce que publicó la Revista de la Universidad en 1962.
“En dicha narración se pretende definir el carácter de la acción y de los personajes mediante parlamentos que van desde el monólogo interior hasta el diálogo sin hacer uso de la descripción objetiva que no se produce sino en los términos subjetivos de los personajes”, escribió Elizondo.
Anotó que en la nueva obra que realizará, de obtener la beca, pretende “expresar la vivencia de un grupo de personajes en el plano de lo subjetivo interior y no en el plano de la acción externa, como es el caso de ‘Sila’. Creo que hasta donde he llegado en este momento he conseguido lo que pretendo”, afirmó Elizondo.
La propuesta fue aceptada y firmado el convenio. Al final de la beca cobró forma Farabeuf o la crónica de un instante.