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Octubre es el mes de El Che. En dos años, el 9 de octubre, Ernesto Guevara tendrá medio siglo de muerto, asesinado. Para entonces, el caricaturista político José Hernández espera haber completado una triología de novela gráfica sobre el polémico guerrillero, cuyo primer volumen abordará sus años en el gobierno revolucionario de Fidel Castro y que entre otras cosas dibuja “tal cual” aspectos polémicos del argentino, como su participación en ejecuciones.
Hernández, quien estaba por cumplir los dos años cuando El Che fue capturado, asesinado, mutilado y enterrado clandestinamente por el Ejército de Bolivia en 1967, con asistencia de la CIA, recibió hace un par de años la encomienda de llevar la historia de Guevara a la historieta, a partir de la biografía publicada por el periodista estadounidense Jon Lee Anderson en 1997 en coincidencia con el 30 aniversario luctuoso del guerrillero argentino y el hallazgo de su cadáver en una fosa común.
Propuso así a su editor en Sexto Piso y a Anderson que más que una “biografía ilustrada”, como la mayoría de las que hasta ahora se han hecho, él emprendería una saga de novelas gráficas, cuyo primer tomo sería sobre El Che en Cuba (1956-1965), el segundo de El Che en México (1954-1956) y un tercero del líder en Bolivia (1966-1967).
Así, el primer tomo se llama Che, una vida revolucionaria. Libro 2: Cuba. Este volumen se presentará en la Feria del Libro de Guadalajara 2015, dice el caricaturista y autor de una novela gráfica sobre los terremotos de 1985 (Septiembre. Zona de Desastre, con Fabricio Mejía Madrid), para quien el médico y guerrillero comunista argentino e ícono global era una suerte de “Quijote cruento, con un idealismo hasta ingenuo, pero violento, al que no le importaba matar si debía hacerlo”.
“Creo que El Che sí era un fanático, pero con una serie de contradicciones, reversos de la moneda; era un fanático muy humanista, no al estilo fascista, sino uno que buscaba el bien para todos, pero tenía bien claro que para lograr eso debía haber un sacrificio muy grande”, dice Hernández, cuya novela gráfica a color, de unas 150 páginas, llevará un prólogo del propio Lee Anderson.
La historieta lo absolverá. Tras su muerte, El Che ha sido generador de productos culturales, desde numerosas biografías, obras plásticas, poemas, novelas, ensayos, canciones, películas de Hollywood y su periferia, hasta un intento fallido de incorporar su imagen idealizada por la foto mítica de Alberto Korda a una marca de vodka. Además su vida fue llevada a la historieta desde casi el momento de su muerte. Tal vez se puede decir por todo esto que al Che Guevara, parafraseando a Fidel Castro, “la historieta lo absolverá”.
Aunque su obra se basó por completo en Che Guevara: a Revolutionary Life, de Anderson, en su versión en español de 2006, Hernández investigó cuanto antecedente de novela gráfica halló sobre El Che, además de biografías sobre el guerrillero argentino, como las de Paco Ignacio Taibo II y de Jorge Castañeda.
En enero de 1968, dos meses después de su asesinato en La Higuera, apareció el primer cómic de carácter biográfico sobre el líder comunista, Che, vida del Che Guevara, con dibujos de Alberto y Enrique Breccia y guión de Héctor Oesterheld, que narra sus últimos días hasta su ejecución en Bolivia.
“Es el clásico de novela gráfica sobre El Che, que gráficamente es impresionante porque los Breccia son dibujantes de primera, pero el guión es muy aburrido, con mucho rollo. Encontré varias novelas más, incluso una en manga (Che Guevara, a Manga Biography, de Kyoshi Konno con dibujos de Chie Shimano), pero me di cuenta que todas eran biografías ilustradas. A mí me llamó la atención el proyecto no para hacer una biografía ilustrada, sino para hacer una novela gráfica, no de datos históricos, sino de personajes. Así se lo planteé a Anderson y él estuvo de acuerdo”, cuenta Hernández.
Un ejemplo es el tratamiento que dio él a la célebre foto de Alberto Korda sobre El Che, Guerrillero Heroico, que se volvió un ícono del siglo XX y una de las imágenes más vistas de la historia. En la obra de Hernández la foto, de la cual tiene un ejemplar autografiado por Korda en su casa, simplemente “está presente, pero no está”. El monero la transformó en la historieta, a partir de su punto de vista.
Hernández espera que su novela gráfica sobre El Che se convierta en la mejor y señala que hasta ahora “la más lograda” es Que viva El Che Guevara (título original en la edición italiana), que publicaron Marco Rizzo y Lelio Bonaccorso (dibujante) en octubre de 2011, la cual parte de una ficción sobre la foto de Korda, con el editor Giangiacomo Feltrinelli de protagonista, quien en la vida real hizo famosa esa imagen luego de que varios diarios y agencias de prensa la desecharan.
La obra de Hernández —cuya presentación está programada para el 28 de noviembre en la FIL Guadalajara—, abarca desde el momento en que El Che se embarca con los revolucionarios en el Granma rumbo a Cuba y termina cuando Guevara deja la isla y se va al Congo a seguir peleando. “Con la idea de que si vemos que es pertinente, haríamos los otros dos tomos”, agrega el caricaturista, quien destaca que ya tiene avances sobre el segundo tomo, que abarcará la etapa mexicana de El Che.
El monero detalla que la trama del primer volumen empieza cuando el guerrillero comunista recibe un balazo en el cuello tras el desembarco del Granma en Cuba, por el cual se dice de manera extraoficial que está muerto, y culmina cuando se va al Congo y desaparece de la escena política pública, generando rumores de que había fallecido, de que Fidel Castro lo había asesinado. “La historia empieza con una falsa muerte y termina con una falsa muerte”, dice el caricaturista.
Justamente esa etapa en Cuba es la más polémica en la vida de El Che, según la biografía de Jon Lee Anderson, que a diferencia de otras obras sí aborda temas como las ejecuciones de traidores a la causa revolucionaria encabezada por los hermanos Castro y de criminales del régimen de Fulgencio Batista. Hernández, acostumbrado a caricaturizar cotidianamente a políticos, incorpora en su versión de novela gráfica ese tipo de acciones polémicas, las ejecuciones, que han servido de acicate a los críticos de El Che Guevara, pero aclara que la única manera de abordar temas como estos es presentarlos “tal cual”.
—¿Cómo abordar un tema tan polémico y tan sensible que desmitifica la idealización de El Che ? —se le pregunta al monero.
—Pues así, planteándolo tal cual. Hay una parte que tampoco venía en otras biografías y que el mismo gobierno cubano censuró, que es la primera vez que se ejecuta a un traidor en Sierra Maestra. Descubren que hay un personaje que está dando información al ejército de Batista, y El Che presiona a Fidel para que lo maten, le dice: ‘Quedamos con que la traición se paga con la vida’. Y finalmente Fidel dice: ‘Mátenlo’, pero nadie se anima. Y El Che va y lo mata a sangre fría e incluso después le arranca su reloj y le requisa sus otras pertenencias. Eso es muy fuerte. ¿Cómo abordarlo? Pues así, tal cual. Finalmente es una guerrilla, una revolución evidentemente no pacífica. Más allá de si es moralmente cuestionable o no, me parece justificable que si se levantan en armas en una revuelta violenta contra un gobierno, no pueden hacer otra cosa que matar gente.
—La biografía de Anderson es bastante crítica, aunque a veces exagera en los adjetivos para describir al Che o hablar del sadismo de Raúl Castro, actual presidente de Cuba. ¿Cómo maneja a estos personajes cuando usted está acostumbrado a ridiculizar políticos y figuras públicas?
—No hay una crítica así, tampoco hay un escarnio, que es el objetivo del cartón político. Es el trabajo de un personaje de novela, es contar una historia. Aquí no es hacer escarnio del abuso del poder de estos personajes, sino es contar una historia. Cuando estaba trabajando esta parte de las ejecuciones, cuando eran guerrilla, sí llegué a pensar si no estaba poniendo como muy buena onda a Fidel y muy ojete al Che, porque éste lo obliga varias veces, lo presiona a matar al traidor o para tomar ciertas decisiones. Entonces sí hay eso. Y trato siempre obviamente en todo el proyecto de respetar lo más posible el trabajo de Jon Lee, que es donde viene todo. Sí es un trabajo crítico, pero a la vez bastante equilibrado. No es ni una loa al Che, pero tampoco el otro extremo de decir que era un asesino, un carnicero.