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“Con alegría y con espanto… que se escapa la vida”, así es como el pintor peruano Fernando de Szyszlo ha celebrado este 2015 sus 90 años.

“Trabajando, que es la única manera de pelear con la muerte”, asegura el pintor en una charla telefónica desde Lima, Perú.

A unos meses de haber cumplido años (nació el 5 de julio de 1925), el pintor presentará en el Museo de la Cancillería Mexicana la exposición Utopía y ritual, que reúne obras suyas junto a las de los también peruanos Gerardo Chávez y José Tola.

Fernando de Szyszlo, quien no vendrá a México en esta ocasión, mostrará 10 cuadros. Todas las piezas se exhibirán entre el 4 de noviembre y el 11 de diciembre.

Sobre sus creaciones, el artista comentó: “Mi pintura es abstracta, ha partido de una búsqueda en la cual me precede Rufino Tamayo. Era tratar de encontrar una expresión usando los elementos que ha descubierto el arte moderno en cualquier parte del mundo, una pintura vinculada al sitio donde ha nacido, que tuviera raíces. En mi pintura está presente eso. Las influencias que puede tener no solamente son las de la pintura internacional, desde Rembrandt o Bonnard o Tamayo, sino que también es la influencia de la vertiente precolombina con la que toda mi vida he estado vinculado”.

De Szyszlo, quien además de pintor es escritor y crítico literario, es reconocido como uno de los maestros latinoamericanos del arte abstracto. “Lo que he estado buscando toda mi vida no lo he encontrado. Siempre digo que los cuadros son los despojos de la batalla. Y todavía lo que estamos tratando de encontrar cada uno de nosotros es el cuadro que hemos perseguido y es lógico que se escape: si un pintor quedara satisfecho con lo que hace ni terminaría su carrera. En el fondo, mi obra ha cambiado pero sigue siendo la misma, es un cuadro que está adentro y que no logro totalmente sacarlo”.

Pintar es algo que hace todo el tiempo, siempre acompañado por música clásica: “Mi vida está dedicada a esto. Desde la mañana que me levanto, hasta que hay luz del día, estoy trabajando. Me levanto a las siete de la mañana, desayuno y me pongo a trabajar hasta la hora de comer. Paro un instante. Regreso inmediatamente después hasta que se pone el sol”.

El artista se refirió al lugar que puede tener el arte en la vida de las personas: “El arte tiene que ser la cristalización de una experiencia, no es la descripción de esa experiencia, sino su cristalización, es la reducción a un lenguaje que en este caso es la pintura. Ahí hay una transformación, se tiene que producir una alquimia para no caer en la descripción realista de la pintura del pasado.”

También recordó sus vínculos con México. Dijo que Octavio Paz fue la persona que más le fascinó conocer; los dos coincidieron en París en 1949 y desde entonces se vieron esporádicamente. De Rufino Tamayo recordó que le abrió puertas cuando empezó a pintar: “Estaba muy interesado, como toda mi generación, no solamente en Perú sino en América Latina, en poner al día al arte local, que no estuviera atrasado, que en todas las cosas llegara tarde, y me interesaban Picasso, Matisse, Pierre Bonnard, pero desde el comienzo me interesó el arte precolombino peruano que en realidad es el único arte original que estaba al alcance. Entonces, cuando descubrí la pintura de Tamayo en esa época, año 46 o 45, escribí un artículo sobre él. Tamayo tenía lo precolombino adentro pero usaba un lenguaje de la pintura contemporánea. Su obra fue una puerta importante que se abrió para mí. Unos años después, cuando me fui a París, tuve la oportunidad de conocerlo y también, como en el caso de Octavio, nunca lo dejé de ver. Fue un artista importantísimo en el desarrollo de la pintura de América Latina”.

Utopía y ritual se presenta en el marco de Viva Perú 2015 y se exhibirá en el Museo de la Cancillería a partir del 4 de noviembre (Av. República del Salvador 47, colonia Centro).

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