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Madrid. —Desbordado. Así es como estaba ayer el escritor catalán Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) nada más conocer la noticia de que había ganado el Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en Lenguas Romances. Y feliz por recibir un galardón que le llega de México y de la FIL.
Se lo dedicó al escritor Sergio Pitol, “decisivo en mi vocación literaria”, y de quien recuerda que en Varsovia en los años 70 le dijo que escribiera “y que no hiciera nada más”.
El escritor expresó que es un premio que tiene “hasta sentido, porque la misma Feria de Guadalajara forma parte de mi biografía tanto como de mi imaginario narrativo”.
“A la feria llegué por primera vez en 1992, sin dormir, en compañía de escritores de diversas nacionalidades; en un tren que bautizamos como el tequila exprés y que cruzó México en una noche”, aseguró ayer en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde su casa de Barcelona.
“Nos llevaron directamente al acto inaugural de la Feria cuando ésta aún no movilizaba a los editores de mi país. Recuerdo el discurso inaugural que dio el director entonces de la Feria de Frankfurt, quien confesó que jamás había creído que pusieran verdaderamente en pie en Jalisco aquella manifestación cultural y comercial. Y también recuerdo que cuando volví a mi tierra me miraban como extrañados cuando les decía que venía de la Feria de Guadalajara”, añadió.
Sobre el galardón dijo que es “una agradable noticia que me llega de Jalisco, de la tierra de Juan Rulfo”.
Un reconocimiento que, comentó, le sitúa “en el contexto de mis estrechas relaciones desde hace un cuarto de siglo con la literatura latinoamericana”. Aseguró que no lo ve tanto como un mérito suyo, “sino como un regalo muy generoso procedente del país que primero apreció mi literatura”.
El premio reconoce la obra de escritores con un aporte significativo a la literatura de nuestros días “y yo entiendo que encajo en esta premisa”, agregó el narrador.
Razones de su oficio. Vila-Matas habló del ejercicio de la escritura: “Escribo en la necesidad de encontrar escrituras que nos interroguen desde la estricta contemporaneidad y no se limiten a reproducir modelos que ya estaban obsoletos hace 100 años”.
Añadió que desde un primer momento “por puro instinto, me alejé de esos modelos obsoletos. Mis dos últimos libros (Kassel no invita a la lógica y Marienbad eléctrico) son novelas que entrarían en la categoría de semi-ficciones, y a veces las veo como ‘paseos en prosa’”.
Autor de más de una treintena de obras entre novelas, ensayos y narrativa, sobre su próxima novela dijo que pese al premio, seguirá trabajando en ella. “El premio me ha llegado justo cuando acabo de llegar de un largo viaje por China, donde he publicado cuatro libros este último año. Espero que no me paralice, que no caiga en aquello de lo que hablaba Jules Renard: ‘Ya se ha forjado una reputación: así que ya no hace nada’”, concluyó.
La influencia de un país. Enrique Vila-Matas ha mantenido una estrecha relación con México y con algunos de sus autores; en 2006, por ejemplo, fue uno de los escritores que participó en el homenaje que se realizó en Xalapa, Veracruz, a su amigo Sergio Pitol.
Su libro Lejos de Veracruz precisamente está ambientado en el país. La historia partió de un viaje a Xalapa para encontrarse con su amigo.
Vila-Matas ha reconocido que México ha sido una gran influencia.
El premio FIL se suma a más de 20 galardones y premios, como el Formentor de la Letras por toda su obra que obtuvo en 2014; el Rómulo Gallegos por El viaje vertical; el Herralde que ganó con El mal de Montano, libro que además alcanzó en España el Premio Nacional de la Crítica; además del Medicis, así como el de la Real Academia Española (2006).
Entre sus decenas de textos figuran Impostura, Una casa para siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos. Su extensa obra ha sido traducida a una treintena de lenguas.