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Tuxtla Gutiérrez.— Hasta el último momento, el escritor Eraclio Zepeda Ramos se inclinó hacia la izquierda, incluso cuando sus amigos cargaban el féretro hacia la capilla donde los padres del escritor descansan.
Por la mañana, los familiares del autor de Benzulul dejaron la funeraria para dirigirse hacia la Catedral de San Marcos, donde el ex arzobispo de Acapulco, Guerrero, Felipe Aguirre Franco, ofició la misa de cuerpo presente, con un templo medianamente lleno.
Al término de la homilía que ofició Aguirre Franco —quien como obispo de Tuxtla Gutiérrez conoció a los familiares de Zepeda Ramos— los presentes recorrieron la Avenida Central hacia el cementerio ubicado en el barrio de Santa Cruz.
La carroza que llevaba el féretro se estacionó enfrente de la capilla donde descansan los restos del ex gobernador Juan Sabines Gutiérrez; justo en el lugar se podía observar a un grupo de albañiles que realizaban trabajos, parecían divertirse con la cría de un gato color marrón. Ellos sonreían mientras los que acompañaban la carroza lamentaban su pérdida.
Bajaron el féretro de la carroza con el cuerpo del escritor que militó en el Partido Comunista Mexicano (PCM) para luego ser cargado por sus amigos, entre ellos su ahijado Zoé Robledo, y dirigirse hacia la capilla de la familia donde descansan los restos de los padres del poeta chiapaneco que falleció el jueves.
Mientras se abrían paso entre los sepulcros, los amigos del escritor parecían trastabillar entre las tumbas y fue cuando el senador Zoé Robledo comentó con tono sarcástico: “Ya vieron, se está cargado a la izquierda” y alguien reviró: “(Eraclio) está diciendo: ‘ háganse para acá’” y rieron.
Masha, la hija del escritor, se sentó en una banca frente a la capilla de la familia, desde ahí observó el trabajo de los albañiles que sellaron con ladrillos y cemento el sitio donde descansará el cuerpo del escritor.
La poetisa Elva Macías, con unos zapatos de corredor, se reclinó en la pared de una capilla contigua y se dio tiempo de regañar a un músico que con una guitarra entonaba el himno que cantan el domingo los protestantes en su iglesia: “Cuando allá se pase lista”. Alguien reprochó el hecho de que no hubiera una marimba en el lugar.
Manuel Zepeda, el hermano del escritor, observaba desde la sombra de un árbol, mientras que una de las hijas del médico Rafael Zepeda era la única que lloraba bajo un sol abrasador, hasta que una de sus parientes se acercó a pedirle que se retirara del lugar porque podía hacerle daño.
Fue Zoé Robledo quien antes de que el féretro con el cuerpo del escritor descendiera hasta su última morada habló ante los presentes para decir que Zepeda, su padrino, que nunca pudo ser cosmonauta, ahora realizaría un viaje hacia el cielo.
Entre los presentes una persona pidió a Robledo que procurara llevar los restos del escritor a la Rotonda de los Hombres Ilustres.
José T. Aguilar, un médico que fue amigo de la infancia de Zepeda, contó que de niños les gustaba jugar canicas afuera de la casa de don Laco, el padre del escritor, que se ubicaba en el centro de la localidad.
A última hora llegó el ex senador José Antonio Aguilar Bodegas para darle los pésames a los familiares del fallecido escritor chiapaneco.
Fue hasta que la capilla recibió los ramos de rosas blancas, cuando los familiares se retiraron del cementerio.
Más tarde, el cronista Marco Antonio Orozco Suarth dijo que con el deceso de Zepeda se va otro de los creadores chiapanecos de la generación del 30,de la que sólo sobreviven los escritores Óscar Oliva y Juan Bañuelos.
Y agregó: “Sí el poeta Jaime Sabines tenía la magia de atraer el público con la lectura de sus poemas, como cuando congregó a mil estibadores en el Puerto de Veracruz, Eraclio Zepeda lo hacía a través del cuento”.