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ssierra@eluniversal.com.mx
De cara al presupuesto base cero para 2016, anunciado por la Presidencia para que haya “eficiencia del gasto”, artistas, investigadores y gestores culturales preguntan ¿quién determinará ese presupuesto para el subsector cultura? y ¿qué recortes implicará?
También hacen propuestas: transparentar la asignación y entrega de recursos etiquetados desde la Cámara de Diputados, revisar los criterios con que son aprobados recursos para programas de artes escénicas, crear un marco legal para el FONCA como demandó la Auditoría Superior de la Federación, presentar un proyecto de ley de mecenazgo, exigir a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados un seguimiento minucioso de las necesidades presupuestales de cada sector de la comunidad cultural y dar mayor autonomía a los museos.
Hablan de replantear el tema de los drásticos recortes a trabajadores eventuales porque gran parte de los proyectos culturales operan con personas que trabajan por honorarios. Demandan que en la situación del país se estimule la investigación en los institutos de Antropología e Historia, y de Bellas Artes, y que se genere una línea de estudio de cultura contra la violencia.
Para este 2015 al subsector cultura —que depende de la Secretaría de Educación Pública— se le asignó un prepuesto de alrededor de 18 mil 583 millones de pesos, cantidad que luego se redujo, aunque el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) anunció después la recuperación de parte de esos recursos.
Pero en 2016 habrá un presupuesto distinto en muchos sentidos; en cierta forma el llamado presupuesto base cero será como un borrón y cuenta nueva. Implicará recorte y fusión de programas, aunque también de creación de unos cuantos. Sólo se conocerá la propuesta el 8 de septiembre.
En todo caso, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) divulgó el documento “Estructura Programática a emplear en el proyecto de Presupuesto de Egresos 2016”, donde se trazan ya algunas propuestas que, con el presupuesto definitivo, serán debatidas por la Cámara de Diputados.
En el caso de Cultura, hay una propuesta que contempla la fusión de cinco programas de subsidios de cultura que hoy dependen del Conaculta en uno solo que se llamará Programa de Apoyos a la Cultura. Esto implica concentrar allí los programas de Ciudades Patrimonio Mundial, Programa de Apoyo a Comunidades para Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba), Instituciones Estatales de Cultura, Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (Paice) y Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (Pacmyc). Los cinco tienen hoy recursos por alrededor de 2 mil millones de pesos.
“La fusión se realiza —dice el texto— para crear un sólo Programa de Apoyos a la Cultura, ya que las cinco acciones conjuntas de los cinco Pp (programas presupuestarios) involucrados permitirán ampliar el acceso a la cultura como un medio para la formación integral de los ciudadanos, para lo cual es imprescindible situar la cultura entre los servicios básicos brindados a la población. Esto implica contar con la infraestructura adecuada y preservar el patrimonio cultural del país”.
Cuál es el mínimo. Tras ser parte del grupo que convocó y dirigió una carta al presidente Enrique Peña Nieto que exigía la restitución del presupuesto para cultura, y de reunirse con autoridades de Conaculta y Bellas Artes, la curadora Mariana Munguía y la crítica de arte María Minera plantean que las instituciones de cultura ya no trabajen más en la cultura del “como sea”, casi siempre “sacando de la manga proyectos porque no hay recursos”.
Minera propone que cada gremio presente un documento de sus mínimos, con los recursos que requiere para trabajar y que no deben cortarse.
Plantea revisar programas como el Sistema Nacional de Creadores o “programas que no llevan a nada”: la bienal Tamayo, los apoyos a compañías como el Ballet Folclórico de México o el pabellón de México en la Bienal de Venecia. “Plantear qué es lo esencial, no en términos de productividad, sí hablando de qué tipo de cultura queremos”.
Munguía cuestiona: “El presupuesto base cero podría ser la oportunidad para tomar decisiones, pero la cuestión es ¿quién va a decidir qué sí y qué no? Por otra parte, está muy bien que haya recursos etiquetados, pero la pregunta es ¿por qué están decidiendo los diputados a quién dárselos y a quién no?”
Directora del Patronato de Arte Contemporáneo, Munguía pide que se discuta una ley de mecenazgo, que se replantee el programa de Pago en Especie, y que el INBA y el INAH recuperen la capacidad de gestión de los recursos que tenían antes.
En un sentido similar, Minera cuestiona la falta de autonomía de los museos: “La coordinación de Artes Visuales es mera burocracia en lugar de darle fuerza a los museos; podría manejarse de una manera eficaz. Pero en Bellas Artes vemos capas y más capas de cargos y burocracia”.
En mitad de sexenio. El antropólogo e investigador Bolfy Cottom, quien acaba de publicar Legislación cultural. Temas y tendencias cuestiona la presentación del presupuesto base cero en este momento y cuando existe un Plan Nacional de Desarrollo.
“Me parece una simulación, una especie de anzuelo que genera falsas expectativas. El Presidente planteó situar a la cultura entre los servicios básicos a la población y, si es tan importante, es contradictorio que la primera que resulte golpeada sea la cultura”.
Cottom propone que las instituciones expliquen qué se va a hacer y con qué criterios; que la repercusión sea en términos de burocracia y gastos administrativos, pero no en golpear más a los beneficiarios que son creadores, artistas, comunidades e infraestructura. “La comisión de cultura de la Cámara tendría que ser cuidadosa de la programación, generar una metodología y acercarse con distintos sectores de la comunidad cultural, ver de manera objetiva minuciosa qué tiene solidez, certeza, para el presupuesto 2016, ahí sí puede ser importante la incidencia de la comunidad cultural”.
El dramaturgo y director Jaime Chabaud reclama a los gobernantes: “Confunden productividad con derechos, la cultura es un derecho, está elevado a rango constitucional y no puede ser medible según parámetros neoliberales de productividad y costo beneficio. Recortes a educación, salud y cultura deberían estar fuera de discusión. Tendría que hablarse de recortar gastos de representación, salarios de funcionarios y prebendas”.
La actriz Julieta Egurrola, quien es becaria de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), dice, a título personal, que es preciso revisar el tema de los recortes a trabajadores por honorarios (capítulo 1000) pues instituciones como la CNT operan en gran medida con personas eventuales. “La compañía tiene alrededor de 50 actores que estamos becados y conformamos el elenco estable y también los seis jefes de áreas; todos los demás, y somos más de 100 en total, tienen contratos eventuales o por recibos de honorarios. No es como Bellas Artes, que todos tienen plaza. Las compañías y las obras se ven reducidas a lo mínimo”.
El director Hugo Arrevillaga llama a hacer una revisión minuciosa de cómo se entregan beneficios a determinados proyectos, por ejemplo desde Efiteatro. “Se seleccionan a partir de la habilidad con que un broker conecte con posibles contribuyentes, y el discurso de los proyectos pareciera que no es el más fuerte. ¿Cuáles son los criterios para calificar a las compañías?”
Minera concluye: “La sensación que uno tiene es que nadie se ha tomado la molestia, ningún representante de Conaculta, de encabezar una discusión como representante de la comunidad cultural, de que esta comunidad, por ejemplo, no tiene que pagar los impuestos como los empresarios….
Ni Conaculta ni la Comisión de Cultura respondieron a la solicitud de información y entrevistas sobre el tema.