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“Esta es mi biblioteca, hecha libro por libro, uno por uno; el lugar que siempre anhelé para que el trabajo fuera prolongación del placer. Aquí estoy a gusto. Es mi biblioteca.” Así se expresaba Jacobo Zabludovsky de ese tesoro de libros reunido a lo largo de su vida, porque la bibliofilia fue otra de sus pasiones, igual que el periodismo.
El comunicador fallecido ayer tenía en enorme estima su biblioteca: “Me gustan mis libros, su textura, su olor que por un extraño milagro no desaparece; será porque los libros crean su propia magia para conservar en su aroma el secreto de su estímulo a la imaginación”.
Así se lo contó a Corina Armella de Fernández Castelló, en la entrevista que le hizo al periodista para hablar de su pasión por los libros. En esa entrevista sobre bibliotecas personales que formó parte del volúmen Entre libros, dijo: “El amor por los libros lo heredé de mi padre. algunos domingos nos llevaba a los tenderetes de La Lagunilla. Nos aconsejaba la compra de libros leídos por él en ruso y traducidos al español, las más de las veces, por editoriales argentinas.”
Corina Armella de Fernández Castelló, en entrevista telefónica desde Houston, donde supo la noticia, rememoró la larga amistad con Zabludovsky que se tradujo en proyectos editoriales; el primero donde visitó su biblioteca y supo por él cómo la organizaba y cómo estaba dividida, la mayor parte en su casa, y los libros que él consideraba más imprescindibles y queridos, en su oficina, su otra casa, desde donde organizaba su mundo cargado de periodismo; el segundo proyecto fue el libro Mercados en la ciudad de México, él último donde Jacobo Zabludovsky colaboró.
“Cuando decidí hacer el libro de las bibliotecas, pensé en él desde luego y se lo propuse; me invitó a su oficina, me contó cómo su biblioteca estaba dividida en dos, libros de consulta en su oficina. La verdad es que siempre tuvimos un hombre cálido, generoso, con un gran conocimiento”.
Luego de visitar varias bibliotecas, Corina Armella pensó que sería maravilloso que no sólo hablaran en entrevista los bibliófilos, sino que ellos mismos escribieran en un texto. Hizo la propuesta y el primero en mandar su texto, como buen periodista, fue Zabludovsky. Pero allí no quedó su generosidad; cuando la autora decidió presentarlo en el Club de Industriales, invitó a Jacobo y él llegó a la presentación cargando una maleta.
“Fue una presentación maravillosa, de su maleta comenzó a sacar algunos libros que le representaban especialmente mayor cariño; llegó con la colección de libros que él mismo encuadernó en la secundaria; el libro que le costó un peso en 1944; algunos de sus libros firmados por sus escritores amigos”.
Y es que Jacobo, ese hombre generoso, gran ser humano que ella llama “mi ángel de la guarda”, escribió en su texto de Entre libros: ”Junto a diccionarios y a enciclopedias... están mis textos de la Universidad y volúmenes con dedicatoria: Artemio del Valle Arizpe, Rafael Alberti, Salvador Dalí, Pablo Neruda, Octavio Paz. Los recomendados por maestros como Erasmo Castellanos Quinto, Julio Torri, Alfonso Quiroz Cuarón, Miguel León-Portilla, Fernando del Paso. Y claro, las obras dedicadas de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Carlos Monsiváis.”
Retratos interiores
Héctor Velasco Facio, quien hizo las fotos de Entre libros y Vida entre libros los dos libros de Corina Armella sobre bibliotecas personales, recuerda que la visita a Jacobo fue memorable porque era un personaje imponente pero gentil, pues le dijo que su colección más pero más especial estaba en otro lugar: el baño de su oficina, donde tenía algunos de sus libros más queridos. “Al señor yo siempre lo vi joven, tenía conversación para todo, le podías decir cualquier cosa, de viajes, cantinas, comida, intimidaba por todo el conocimiento que tenía”.
Publicó varios libros de sus experiencias periodísticas
El año pasado, a propósito de la situación que atravesaba el Polyfórum, Jacobo Zabludovsky dedicó su columna de EL UNIVERSAL a David Alfaro Siqueiros. El periodista citó dos de los libros que escribió en la década de los años 60: Charlas con pintores y Eso me dijo Siqueiros.
“Un elogio que mi vanidad obliga a reproducir, sobre todo por ser la opinión de un emblemático luchador comunista: ‘La ética del locutor como la del periodista consiste en la veracidad integral de la información, ya sea esta sobre moral, sobre estética o sobre política, como debe serlo en todas las demás manifestaciones del hombre. Con la palabra y con la letra J.Z. posee esa rara cualidad y más aún cuando su campo de operaciones es un periodismo y una televisión de México que no caracterizan, hablando en términos generales, por tan primordial virtud en el expositor público. A su indicada probidad de locutor y escritor de la mayor amplitud se suma una brillante agilidad y elocuencia de transmisor por antonomasia’”, citó el periodista al pintor en Charlas con pintores, publicado en 1966.
A lo largo de su trayectoria, Zabludovsky escribió también La conquista del espacio, La libertad y la responsabilidad en la radio y televisión mexicana, En el aire y Cinco días de agosto.
La mayoría de ellos son derivados de su experiencia como periodista y sus gustos personales, como la obra plástica de grandes artistas; así como un recuento del escándalo de Watergate en Estados Unidos.
Los títulos dejaron de publicarse, pero algunos ejemplares aún pueden ser adquiridos a través de páginas dedicadas a la compra y venta de objetos.