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Carlos Fuentes regresa a Ecuador para quedarse por siempre en la memoria de este pueblo, bajo el sol y las montañas de Quito, que lo albergó cuando niño, recuerdos que el maestro siempre tuvo en sus sueños.
Pero el regreso de Fuentes en este julio de 2015 fue en Blanco y Negro, como homenaje póstumo al autor de “La región más transparente” y “Aura”, porque desde el 15 de mayo de 2012, su voz y su pluma se fueron con él para el más allá.
Desde este 22 de julio todos los ecuatorianos amantes de las letras tienen abierto el Centro Cultural Carlos Fuentes, del Fondo de Cultura Económica (FCE), en uno de los edificios históricos y patrimonio cultural de los ecuatorianos, como fue esta casa del expresidente Galo Plaza.
La fachada de la casa ya se destaca en la reconocida avenida seis de diciembre, con la calle Wilson, en Quito, porque allí ondean las banderas de Ecuador y México, con el nombre en blanco y negro: Centro Cultural Carlos Fuentes.
Cuando se cruza la gruesa puerta de madera, el visitante se encuentra de frente con la imagen en blanco y negro de Carlos Fuentes, y desde ahí empieza todo un mundo de cultura, de letras, de pasado y presente.
La librería del FCE, la décima que se abre en el exterior, alberga unos 22 mil ejemplares y en ese espacio lleno de libros de literatura y arte, aparece otra vez Fuentes, con sus reflexiones que se resaltan con un arreglo de flores rojas y blancas, un detalle muy femenino al estilo de su viuda Silvia Lemus, pendiente para que Carlos esté en los lugares que debe estar y como estar.
Sus obras se mezclan entre autores latinoamericanos, ecuatorianos y mexicanos como Octavio Paz, otro grande de las letras, que no falta en ninguna de las librerías del FCE en el exterior ni en las bibliotecas de los amantes de la literatura.
La segunda planta de esta hermosa casona recibe al visitante con una gigantesca foto en blanco y negro en la que se aprecia a un Fuentes imponente, firme al caminar y libre en el pensar. Ese es el escritor latinoamericano presente en la sede del FCE en Ecuador.
Al costado izquierdo del pasillo está la exposición Carlos Fuentes a Medio Mundo, y ahí se puede ver al autor de “Aura” en diferentes ciudades, situaciones, con distintas personalidades del mundo de la política, diplomacia y la cultura. Todas las imágenes en blanco y negro.
Aquí está un Fuentes caminando por la avenida Juárez en la Ciudad de México, en 1968, otra del mismo año, pero pensativo, quizá estaba reflexionando sobre los hechos sangrientos del 68 en Francia, México y en varios países de América Latina.
Fuentes fue un escritor que recorrió el mundo desde su infancia, fue latinoamericano pleno, como lo recordó Lemus en el acto de inauguración del Centro Cultural, cuando trajo a su memoria una frase de Jorge Luis Borges.
Borges dijo en alguna ocasión que no había conocido aún a ningún latinoamericano, “solo había conocido a los argentinos, peruanos, mexicanos, pero no a un latinoamericano”.
“Lamento que Borges no haya conocido a Fuentes, porque se perdió de conocer a alguien totalmente latinoamericano”, comentó la viuda del escritor al tiempo que los 300 asistentes al acto ofrecieron un cerrado aplauso.
En las fotografías se ve a Fuentes en Roma (1963), Londres (1990), Guadalajara (2008), Madrid (2010), esta imagen refleja ese aspecto de caballero que siempre irradió el narrador mexicano.
En esta pequeña sala está su París de 1973, que siempre lo recordó porque fue ahí y en ese año la boda con Lemus, quien hoy tres años después de su muerte, es la principal cultivadora de su obra por el mundo.
Ahí aparece un texto de su gran amigo Gabriel García Márquez, escrito el 26 de junio de 1988, en el que califica a Carlos Fuentes como “Dos veces bueno”.
“(...) Tengo la impresión de que él (Fuentes), sueña con un planeta ideal habitado en su totalidad por escritores y solo por ellos. A veces he tratado de aguantarle el entusiasmo diciéndole que ese lugar ya existe: es el infierno. Pero no lo cree ni siquiera en broma. Un escritor así, siendo tan buen escritor, es dos veces bueno” (Gabo).
adm/rqm