La Real Academia Española (RAE) revisa "continuamente" las definiciones de términos que pueden resultar ofensivos para algunos colectivos y trata de "suavizar al máximo" la manera en que se describen, pero no los retirará del Diccionario "porque son palabras que existen".
"No tiene ningún sentido un Diccionario censurado, en el que no aparezcan las palabras que son despreciables, aborrecibles", asegura el director de la RAE, Darío Villanueva, en una entrevista en la que habla de "las reclamaciones" que periódicamente reciben para que cambien definiciones o supriman voces.
La RAE sigue "un criterio muy claro al respecto: la Academia no inventa las palabras, pero tampoco las promociona, no pide a los hispanohablantes que las usen. Lo que hace es recoger las palabras que están realmente en la lengua".
También se refiere Villanueva a los seis meses y medio que lleva al frente de la Academia, "muy intensos" y no se plantea siquiera la hipótesis de que la RAE pueda desaparecer debido a las dificultades económicas.
"Sería una verdadera catástrofe que desapareciera una institución que ha sobrevivido trescientos años, con todo lo que ha pasado en este tiempo; una institución que está hermanada con las otras Academias de la Lengua Española y que contribuye de manera muy decidida al mantenimiento de la unidad del idioma", dice Villanueva, que fue elegido director de la RAE en diciembre de 2014 y que asumió su cargo un mes más tarde.
En estos meses, ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a tratar de solventar la difícil situación económica de la RAE, que en los últimos cinco años ha visto recortada "en un sesenta por ciento" la asignación del Estado y que asiste con preocupación al descenso de las ventas de sus grandes obras: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.
Y también ha trabajado mucho en la presidencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) , cargo que lleva aparejado el ser director de la RAE.
Una presidencia que "exige mucha atención" porque las 22 instituciones existentes realizan "un trabajo coordinado panhispánico".
Muy pronto habrá 23 Academias encargadas de velar por la unidad del español. La RAE ha dado "los pasos para la construcción de la Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española" y ha nombrado "el último cupo de académicos correspondientes", señala.
Pero pese a todo, Villanueva saca tiempo para analizar el lenguaje utilizado no sólo por los académicos.
Hace unos años, publicó un artículo en el que demostraba que los discursos de la campaña electoral de Barak Obama "estaban regidos por los principios de la retórica griega" y eran "admirables".
"Es triste escuchar a un político balbuceante, que no habla de manera precisa o que lo hace mediante frases hechas, tópicos o mediante eso que llaman argumentario, que son como mantras que se repiten".
Pero, en su opinión, "lo peor que puede ocurrir es encontrarnos con un político que no se da cuenta de la importancia que tiene la lengua para su oficio; es como si fuese un mecánico que desprecia las herramientas con las que trabaja en los automóviles", subraya.
"Es terrible, pero hemos tenido ejemplos hace muy poco de personas de relevancia política que, por escrito, se han permitido cosas que no son de recibo", comenta Villanueva, en alusión a la polémica que suscitaron unos "tuits" antisemitas de un concejal del Ayuntamiento de Madrid.
En la próxima edición del diccionario, cuya concepción será plenamente digital, habrá una serie de marcas que "ayuden a entender los significados" de palabras que puedan resultar ofensivas, y que figurarán, por ejemplo, en la acepción de "gitano" que lo identifica con "trapacero" (aquel que "con astucia, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto").
Esa acepción de "gitano" ha sido revisada "profundamente, con todo el respeto y todo el cuidado", pero no se retirará porque la Academia "nunca hará un Diccionario políticamente correcto".
También ha generado problemas el término "autismo". La Academia "ha perfeccionado la definición médica" de esa palabra, pero las organizaciones relacionadas con el autismo critican a la RAE por una acepción que relaciona al autista con "una persona encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad".
Esa acepción "se utiliza continuamente en prensa, radio y televisión. Por tanto, tiene que estar en el Diccionario", resalta.
Lo cierto es que todo lo relacionado con la lengua genera siempre una fuerte polémica.
Y es que, subraya Villanueva, "todos nos consideramos dueños del idioma, es el patrimonio más democrático de que disponemos. Nos sentimos legítimamente autorizados para opinar sobre ella y, por ejemplo, si la Ortografía le quita la tilde a un adverbio, es como si te quitaran casi el billetero del bolsillo".
Así debieron de sentirse los escritores que, en su inmensa mayoría, no han secundado la recomendación de la nueva Ortografía de suprimir la tilde del adverbio "solo".
"En algunos casos puede que a la RAE se le haya ido la mano, y la reacción está siendo la que conocemos", admite el director, antes de asegurar que la Ortografía "es extraordinaria, un auténtico tratado modélico para el resto de las lenguas de Europa".
sc