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La salida de Go set a watchman, segunda obra de la escritora estadounidense Harper Lee, que comienza a circular hoy en Estados Unidos (a México llegará el 21 de julio), está precedida por la polémica. No sólo sorprende que la autora publique luego de más de medio siglo de silencio, sino —y sobre todo— que en esta segunda novela, el emblemático abogado Atticus Finch, la conciencia moral del clásico Matar a un ruiseñor donde defendió a un hombre de piel negra, sea racista.
Go set a watchman, que en México edita Harper Collins con el título Ve y pon un centinela, está desde hace varios días en el centro de la polémica y ha generado una gran controversia en las redes sociales y los medios de comunicación, especialmente en Estados Unidos, donde To Kill a Mockingbird (Matar a un ruiseñor) es emblemáticos de su literatura y obra de lectura imprescindible entre los estudiantes de educación básica.
A lo anterior hay que sumar el contexto actual de Estados Unidos, donde los recientes acontecimientos han revivido los fantasmas del racismo.
Después de que dos periódicos, The Guardian y The Wall Street Journal, publicaran el primer capítulo de este libro, quienes han leído el adelanto concluyen que Atticus Finch, el hombre bueno, sabio, honorable e íntegro que utilizó sus dotes de abogado para defender a un hombre negro en Matar a un ruiseñor, es un ser racista.
En Estados Unidos y Reino Unido tendrá una tirada de 3 millones de ejemplares. En España y Latinoamérica contará con una tirada inicial de 120 mil ejemplares, según datos de la prensa internacional.
El grupo editorial Harper Collins, con sede en México, informó que el 21 de julio será el lanzamiento del libro, que tendrá un costo de $399 y un tiraje de 35 mil ejemplares.
Todo se ha mantenido en la más absoluta secrecía, pues la editorial hará circular los ejemplares hasta el martes 21 de julio, ya que sabe que se trata de un material muy delicado y que los lectores esperan con ansia; algunos incluso han realizado la compra en la preventa de varias librerías mexicanas aunque será hasta ese día cuando recibirán la obra.
Además se ha convertido en uno de los títulos más pedidos anticipadamente en Amazon.com después de la séptima y última entrega de la exitosa saga de Harry Potter.
El silencio de una escritora. Hasta el momento nadie ha aclarado por qué, después de medio siglo de silencio, Harper Lee decidió publicar esta novela que permanecía oculta o perdida. Hay quien dice que se trata del primer tratamiento que tuvo Matar a un ruiseñor, lo cierto es que durante todo este tiempo la escritora que obtuvo el Premio Pulitzer siempre dio a entender que su obra comenzaba y terminaba con ese primer título.
Algunos diarios han dicho que Alice Lee, hermana de la escritora, frenó la publicación de esta segunda entrega; otros cuestionan las capacidades mentales de Harper; gente cercana a ella la describe como una persona con fuertes problemas de memoria, deprimida, infantil y mermada por la sordera, mientras que para otras personas es “una anciana comunicativa y vital”.
Su abogada dijo a The New York Times que “es una mujer muy fuerte, independiente y sabia que debería estar disfrutando el descubrimiento de su obra perdida. En lugar de eso, está teniendo que defender su propia credibilidad y toma de decisiones”. El mismo diario indicó que Finch, el protagonista, se representa como un racista que ha asistido a una reunión del Ku Klux Klan, tiene puntos de vista negativos sobre los negros y denuncia los esfuerzos contra la segregación.
La mirada desde México. Ese libro mítico ha seducido también a escritores de todo el mundo, y los mexicanos no son la excepción.
Mónica Lavín asegura que Matar a un ruiseñor tiene varios niveles de lectura, “pero sin duda la discriminación y el racismo de ese Estados Unidos de los 60, donde había aún segregación y Luther King pelearía por la igualdad de derechos, son el escenario de un mundo que no cambió del todo. Donde resentimientos y racismo siguen existiendo, como lo demuestran los hechos que aún no acaban en Baltimore.”
Lavín leyó la novela en inglés cuando estaba en la escuela y le fascinó al grado que la ha regalado a sus hijas, le encanta la amistad de Lee con Truman Capote, quien le dedica A sangre fría; incluso asegura que así como La cabaña del tío Tom en su momento puso el dedo en la llaga del esclavismo, Matar a un ruiseñor exhibió la injusticia, hipocresía, y el racismo imperante. “Por algo fue y vuelve a ser censurada por retrógrados”.
Alejandro Toledo también da cuenta de la actualidad de esta obra:
“La historia está situada en los años 30, en Alabama, pero podría suceder ahora, luego de tantas luchas por la igualdad en Estados Unidos, como ha quedado constancia en casos recientes en que se acusa a los afroamericanos por su aspecto o el color de su piel. Es decir, que tristemente el libro no ha perdido actualidad.”
Juan José Rodríguez dice que todo texto es producto de su tiempo y su circunstancia y no hay que asustarnos porque el protagonista originalmente era alguien con prejuicios raciales. “Si Harper Lee cambió de opinión o al editor le sugirió otro criterio eso no destruye la obra maestra: nos abre una visión de su tiempo y añade detalles.”
Comenta que el libro Matar a un ruiseñor es un libro hermoso y poético que describe con gran encanto y vocación el universo del profundo sur, muy semejante al México prerrevolucionario en más de un sentido: “Una cultura agraria, preindustrial y llena de prejuicios que cimbró con el estallido social. Me da gusto ver de vuelta al abogado Atticus Finch y creo que será inevitable que me lo imagine con la cara del actor Gregory Peck”.
Rodríguez dice que en Estados Unidos existe una escuela del resentimiento que no sólo quiere prohibir a Mark Twain por comentarios racistas sino hasta La cabaña del tío Tom porque promueve la imagen del hombre blanco bueno. “Hoy a mucha gente le parece racista Lo que el viento se llevó, pero en su tiempo algunos sentían que los negros ahí eran demasiado buenos y educados.”
A Mónica Lavín le encanta: “La literatura del sur de Estados Unidos siempre me ha fascinado por escritores y escritoras notables a quienes les toca exhibir un mundo donde el pasado esclavista, la estratificación social y la mezcla de religiones cincelan una forma del dolor y la rebeldía, de la identidad, de la comprensión.”
Por su parte, Alejandro Toledo, quien coordinó el cine-debate del Museo Memoria y Tolerancia y a comienzos del año proyectó Matar un ruiseñor, dice que se trata de una novela sobre la tolerancia y la comprensión.
“Sé que en el nuevo libro la muchacha, Jean Louis, regresa a los territorios de su infancia y se encuentra con su padre, con Atticus, el abogado, más ignoro qué procesos se han operado en el protagonista. En alguna parte de Matar un ruiseñor, Atticus Finch dice que el Ku Klux Klan ha desaparecido y no revivirá nunca; sabemos que no fue así, mas no lo imagino a él como parte de ese grupo racista. No entro en la polémica; le concedo al personaje el beneficio de la duda”, afirma Toledo.
Incluso dice que el revuelo que se ha armado tiene el fin de crear el contexto adecuado para que la novela se venda más. “Quienes hemos leído Matar un ruiseñor estamos interesados en el nuevo libro, en realidad escrito antes y cuyo manuscrito se extravió por décadas… Matar un ruiseñor, tanto en su versión escrita como en la adaptación cinematográfica, una tan lograda como la otra.”
Ve y pon un centinela es un título tomado del Libro de Isaías en el Antiguo Testamento. Cronológicamente sería la continuación de la historia del abogado a quien en Matar a un ruiseñor se le encarga la defensa de un muchacho negro acusado absurdamente de violar a una mujer blanca.
Wayne Flynt, profesor emérito de la Universidad de Alabama, dijo al diario La Nación que en Ven y pon un Centinela la mirada será la de una adulta que ha vivido en Nueva York, “que se ha empapado de las noticias sobre la segregación y la violencia antinegra en Alabama. Quizá, y esto es especulación, Atticus Finch ya no aparezca como el padre idealizado.”