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Decir Leonardo Padura es decir Cuba, porque toda la obra del narrador, periodista, ensayista y guionista de cine está alimentada y tejida por la isla donde nació en 1955, pocos años antes de la revolución, por su historia, su realidad cruda, su nostalgia, su mar, sus boleros y sus noches sin fin.
Y es que Padura, que también posee nacionalidad española desde 2011, siempre ha dicho que Cuba era la materia de su literatura y de su obra periodística; por eso, aunque, a veces, hable de aventuras, asesinatos en clave negra o cuadros robados, todo converge en la isla, de la que nunca se fue, como sí hicieron tantos exiliados, a pesar de que su mirada siempre ha sido muy crítica.
Galardonado hoy con el premio Princesa de Asturias de las Letras, Leonardo Padura ha ido viendo, como poco a poco su intenso y prolífico trabajo, realizado con una escritura precisa, nutrida también del oficio periodístico, que ama las palabras, que las trata como barro manejable, ha ido creciendo hasta convertirse hoy en el escritor cubano más internacional y traducido.
En 2012 recibió el premio Nacional de Literatura en su país por "Herejes", la novela que, junto con "El hombre que amaba a los perros", están consideradas por algunos críticos como "perfectas". Dos libros ambiciosos e icónicos en la literatura contemporánea.
Editados en España por Tusquest, el sello que publica toda su obra, en "El hombre que amaba a los perros", traducida a diez idiomas y Prix Initiales en Francia o el de la Crítica en Cuba, Padura hace una dura critica al estalinismo al hablar del asesinato de Trosky y su asesino, Ramón Mercader.
"Stalin fue el último gran teórico del marxismo" y su muerte supuso un punto de no retorno en el fracaso de la utopía socialista. "El mayor engaño del siglo XX ha sido el estalinismo", decía el escritor en una entrevista, contento porque este libro con un tema muy desconocido para los cubanos se publicó en la isla.
Y en "Herejes", premio también Novela histórica Ciudad de Zaragoza, el autor en clave de novela negra, retomó un capítulo "bochornoso", en su propias palabras, sobre el abandono de novecientos judíos que viajaban en el S.S Saint Louis, en 1939, huyendo de los nazis y cuyo propósito era que fueran acogidos en Cuba.
Padura es creador de una serie de libros de genero policiaco, que siguen la tradición de la novela negra, muy influenciado también por Vázquez Montalbán, y que han hecho famoso a su detective Mario Conde, un expolicía que vive en La Habana, en compañía de su amigo, "El Flaco", con quien resuelve asesinatos, robos o toda clase de chanchullos y, siempre muy preocupados por la realidad social.
Perteneciente a una generación desencantada por la deriva que tomó la revolución cubana, un tema que recorre toda su obra, Padura señala como en los últimos tiempos se han producidos movimientos en Cuba, "despacio, pero se mueven".
De hecho, Mario Conde es una especie de "alter ego" del escritor cubano, un hombre que comparte la misma generación que él, su desencantos y sus nostalgias y que le sirve al autor para poner la lupa en la realidad cubana de hoy.
En su último libro publicado en España, "Aquello estaba deseando ocurrir", una antología personal de relatos, que salió el pasado mes de marzo, Padura se muestra, si cabe, más cubano que nunca, en unas piezas, que abarcan desde 1980 hasta el 2000.
Un friso de los treinta últimos 30 años de una Cuba. "De los 80, cuando se vivía bien por el soporte soviético: se podían comprar unos zapatos extras, ir a un pequeño restaurante a comer o acudir a un hotelito en Varadero; a los 90, que caímos de fondo por el hueco de la crisis".
"En los 90 comenzó el periodo especial -continúa- que terminó a finales de esa década, cuando empezó una ligera recuperación que llega hasta hoy, pero con una Cuba que ya es muy distinta", concluyó el autor premiado
Unos cuentos conmovedores, llenos de vida, erotismo, amor y nostalgia de una Cuba en transformación.
rqm