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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Buenos Aires. —El perfil de las librerías contemporáneas en América Latina tiene un rostro más definido en Buenos Aires; en esta ciudad de 2.8 millones de habitantes, que aún es considerada, por tradición, como la capital más culta de sudamérica, hay una gran proliferación de librerías que apuestan por encontrar un nicho en el mercado del libro acompañado de espacios gastronómicos y bares para el disfrute de la lectura con placer.
Buenos Aires es la ciudad con más librerías en el mundo en relación al número de habitantes, según un estudio del Foro Mundial de Ciudades Culturales 2014, difundido el 23 de abril. Esa red de más de 20 capitales que miden y se acompañan en su crecimiento y desarrollo de infraestructura cultural, económica y social, destacó a la capital argentina como una de las más potentes en el número de librerías.
Con una población de 2.8 millones, Buenos Aires cuenta 467 librerías, lo que representa 25 librerías por cada 100 mil habitantes, y que la sitúa por encima de Londres, París, Madrid, Moscú, Nueva York y por supuesto la ciudad de México que, por cierto, no es parte del World Cities Culture Forum 2014, y sólo cuenta con 497 librerías para unos 20 millones de habitantes.
Sin embargo, la diferencia en cifras contrasta con la semejanza que tiene la capital argentina y la mexicana, no sólo concentran la gran mayoría de espacios libreros, el Distrito Federal concentra cerca de 500 espacios de los mil 558 que existen en toda la República; mientras que Buenos Aires tiene 767 librerías de las 2 mil 56 librerías que existen, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC-UNESCO 2012.
Pero además, comparten otra singularidad, en la última década, ambas ciudades tienden a abrir nuevas librerías en su territorio; una tendencia que contrasta con la situación mundial donde los grandes espacios físicos de venta de libros se están cerrando debido a que cada vez más población adquiere los libros por Internet. En la ciudad de México, tanto sólo el mes pasado la cadena Gandhi abrió su tienda número 30 en la colonia Del Valle.
Siendo Buenos Aires la capital que está a la cabeza en librerías por habitante entre 24 ciudades del mundo, exploramos tres de esos espacios libreros que son emblemáticos. Se trata de Eterna Cadencia, Quimera del arte y Crack-Up, tres de las 734 librerías que existen en Buenos Aires y que se sitúan en el populoso barrio de Palermo, uno de los económicamente más importantes de la capital argentina. Estas tres librerías tienen la característica de que los libros comparten espacio con cafeterías, restaurantes, bares e incluso galerías; pero también son librerías que han entrado al negocio de la edición.
Libros y gastronomía
Eterna Cadencia (Honduras 5574) nació en 2005 como librería, bar y salas para talleres, impulsada por Pablo Braun; tres años después, en una asociación con Leonora Djament, lanzaron Eterna Cadencia Editora, dedicada a publicar literatura, ensayo y crónica, que ya tienen presencia en todo el mundo de habla hispana, pero sin dejar de impulsar la librería que exhibe y tiene a la venta cerca de 24 mil libros, sobre todo de narrativa tanto de Argentina pero también de otros países como Chile, Bolivia, México y Uruguay, especialmente de sellos independientes como ellos.
La librería que cuenta con un Bar & Café que abre todos los días, se define como una “casa tomada por escritores”, un espacio que atiende el propio Pablo Braun y que en su ausencia está a cargo de Christian Soto, quien asegura que Eterna Cadencia es una librería que tiene un perfil de narrativa, que busca seleccionar, exhibir y tratar de tener en el catálogo narrativa contemporánea, argentina y latinoamericana.
“Por cuestiones de espacio, todo lo que está es lo que tenemos; no hay depósito, día a día tenemos que decidir qué exhibimos; es una librería que trabaja no exhibiendo ni mostrando todo lo que mandan las editoriales, sino haciendo una selección, y quizás nos reconocen por eso, lo que tenemos acá es lo que hemos seleccionado tener y no lo que nos llega”, señala Soto.
Aunque al principio también dirigían el café-bar, hoy ese espacio está concesionado por gente que sabe del negocio. “Pero eso no significa que en algún momento vuelva al manejo de la librería y sea un proyecto más integrado”, afirma Christian Soto, quien reconoce que aunque Eterna Cadencia no es la librería más grande de Buenos Aires, sí es un espacio singular con un catálogo de venta muy cuidado.
El sueño de tener un espacio propio
Crack-Up, (Costa Rica 4767) nació hace nueve años como un proyecto de un grupo de amigos que tenían una larga experiencia de trabajo en librerías, pero tenían el sueño de tener su propia librería con restaurante-bar y en la que se vendieran también las novedades comerciales, pero que fundamentalmente ofreciera un catálogo muy selecto para lectores especializados.
Así nació este espacio inspirado en el libro Crack-Up, de Scott Fitzgerald, que hoy dirige Néstor Horacio Pascuccio; se trata de un proyecto literario de un grupo de amigos que querían escribir y que devino en librería y luego en un pequeño sello editorial con el mismo nombre, que ha publicado poco más de 11 títulos, sobre todo de narrativa.
“La circulación de librerías estaba por Corrientes, por Belgrano, nosotros somos los segundos o terceros que llegamos a Palermo, ahora sí hay aquí un circuito de librerías y cada vez se van abriendo más, no sé si para mejor porque no sé si hay tanto público como en Corrientes porque esto es un paseo de fin de semana; en la semana hay público pero no sé si para tantas librerías. Creo que esto se va a ahogar o van caer unas o van a estar otras; no es que sea una fiesta de librerías ni tampoco hay apoyo del Estado”, señala Pascuccio.
Ahora siente que hay una tendencia a abrir librerías no porque haya inversión del Estado, sino porque hay lectores como ellos que sueñan con tener una librería propia con los libros que les gustan, y además porque hay gente que tiene plata y dice “¿qué hago? Voy a poner una librería” y llama a libreros para que lo aconsejen o gente que le interesa la cultura y entonces se da el gusto de tener una librería. Pero esos le parecen como los que llegan a las grandes cadenas y piden que les manden a su casa “un metro de libros”.
También arte y comida
Quimera del arte (Huboldt 1981) es un espacio creado por el curador Gabriel Vitterman, que combina una librería especializada en arte con una galería para exhibir y vender la obra de artistas visuales contemporáneos, y un restaurante (Deli). Quimera del arte nació hace dos años y medio y ha tenido gran recepción.
“Tenemos todo junto, yo manejó la galería y la librería que es especializada en arte y después hay otra gente que maneja el bar y nos complementamos, cada uno tiene su negocio, pero la idea es que más gente se pueda acercar a las artes visuales y a los libros combinándolo con una propuesta gastronómica que es como la puerta de entrada para la mayoría de la gente para entrar a una galería”, afirma Vitterman, el más joven de los tres libreros argentinos que luchan por mantener vivo su sueño en Buenos Aires, la capital número uno con más librerías por habitantes.