Dijo que sería un discurso breve, que quería decir muchas cosas con pocas palabras y lo cumplió. Pero también fue un discurso reivindicativo, el más reivindicativo de la historia del Premio Cervantes, en el que no faltaron referencias a los desempleados, a los pobres, "más del 20 por ciento de los niños de nuestra marca España viven bajo el umbral de la pobreza", al drama de la inmigración y de los desahucios, e incluso al nuevo partido político Podemos.

El escritor Juan Goytisolo recibió de manos del rey Felipe VI el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas, en un acto celebrado en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, localidad donde nació Miguel de Cervantes. Y lo hizo con un discurso titulado "A la llana y sin rodeos" que leyó vestido con saco y corbata en lugar de con el tradicional chaqué.

A sus 84 años comenzó recordando sus inicios como escritor cuando era como uno de esos "incurables aprendices de escribidor, que conciben la escritura como una adicción". "Incurrí en la vanagloria del éxito", dijo para recordar a continuación que "la verdadera obra de arte no tiene prisas: puede dormir durante décadas como La Regenta o durante siglos como La lozana andaluza". Entonces recordó a Cervantes para decir que "quienes adensaron el silencio en torno a nuestro primer escritor y lo condenaron al anonimato en el que vivía hasta la publicación del Quijote no podían imaginar siquiera que la fuerza genésica de su novela le sobreviviría y alcanzaría una dimensión sin fronteras ni épocas".

Intelectual incómodo, comprometido y heterodoxo, sobre el galardón, que en charla con un grupo de periodistas reconoció recibir "sin ninguna emoción", dijo tener una sensación agridulce que le produce el hecho de ser premiado: "Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor", aseguró, para definirse a continuación al igual que Carlos Fuentes, "de nacionalidad cervantina". "Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole me ha llevado a abrazar la identidad cervantina". En este sentido explicó que Cervantear "es aventurarse en el territorio incierto de lo desconocido con la cabeza cubierta con un frágil yelmo bacía".

Sobre los trabajos llevados a cabo para encontrar los restos del autor de Quijote, criticó "el empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes" y se preguntó si no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida "tras su laborioso rescate en Argel". Episodios como las estrecheces y miseria que padeció, su denegada solicitud de emigrar a América, sus negocios fracasados y su estancia en la cárcel por deudas.

Habló de la situación de España, un país que sufre desde hace años una grave crisis económica, y "de un mundo  aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes como en el que actualmente vivimos". Dijo que "las razones para indignarse son múltiples y que el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo".

Por último dedicó el premio, que está dotado con 125 mil euros, a su maestro Francisco Márquez Villanueva en memoria y a los habitantes de la medina de Marrakesh, ciudad marroquí en la que vive desde hace 30 años, "porque han sabido aceptarme con cariño es esta etapa incómoda que es la vejez".

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