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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
En los últimos años, México ha visto surgir editoriales independientes que apuestan 100% al libro digital. Aunque con excepciones, se trata de iniciativas impulsadas por pequeños equipos de gente joven que combinan la vocación por la edición con el conocimiento tecnológico, plataformas digitales y contenidos multimedia; si algo interesa a las editoriales digitales son proyectos bien hechos y cuidados al máximo que abran nuevos mundos a los lectores.
Una jovensísima Nieve de chamoy, liderada por la poeta y editora Mónica Braun, que se erige como proyecto que habla de "apps, ebooks y libros con sabor editorial"; Editorial Ink, con un catálogo de más de 135 títulos que además ofrece servicios de digitalización, diseño, desarrollo de apps y distribución a la medida de cualquier cliente; Libros Malaletra, nacida hace cinco años para generar un diálogo entre distintas disciplinas y conectarlas con distribución digital; y Tesseract Pages, que tiene el objetivo de impulsar la innovación digital en creación literaria, apoyar el talento y auxiliar en regulación en materia de derecho de autor, son las propuestas editoriales.
Estas cuatro empresas mexicanas, independientes y visionarias, apuestan 100% por el libro digital en un país en el que durante 2013 se recaudaron 19 millones de pesos por la venta de ediciones digitales, pero cuya facturación sólo representa 0.2% del valor total de la comercialización de libros en México, según los datos más recientes presentados por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana a finales del año pasado.
Casa del Libro, la principal empresa librera en línea de España, asegura que la situación en México está mejor que nunca: el país terminó 2014 con 70 millones de smartphones y 6 millones de tablets, que lo colocan a la cabeza de América Latina en adopción tecnológica y supone 46% de aumento respecto a 2013.
En este panorama digital, Ink, Malaletra, Nieve de Chamoy y Tesseract Pages escriben su historia como editoriales de eBooks. Varios de ellos vienen de la edición pero muchos otros provienen de los sistemas computacionales. Se dedican a la edición electrónica desde distintos caminos y con apuestas diferentes; los cuatro hablan de sus experiencias y sus vocaciones en un país que apenas tantea el terreno de la autopublicación.
Experiencias del mundo actual
Sus dinámicas son tan singulares como diversas. Conforman equipos editoriales, informáticos y creativos sin lugar fijo conectados desde distintos puntos del país y del mundo, como Tesseract Pages, que dirige Mauricio Ángulo; y de Nieve de Chamoy, que encabeza Mónica Braun. Otras son pequeñas editoriales a la usanza "tradicional" del libro de papel, como Malaletra, que está a cargo de Cristian Ordoñez y Álvaro Jasso; y otros como Ink, que dirige Diego Echeverría, que se ostenta como un corporativo con un catálogo de libros animados y que brinda servicios digitales a casi 100 editoriales, públicas y privadas.
Alejandro Zenker, editor de El Ermitaño y Solar Editores, quien tiene más de tres décadas en el oficio y también brindar servicios de diagramación, cuidado editorial, acabados y trabajos digitales en color y blanco y negro, asegura que todo este panorama que es inédito en México propicia amplias posibilidades para hacer las cosas de manera distintas y para obtener distintos resultados.
"Ahora lo que es importantísimo es que quienes se incorporan con nuevos proyectos a la industria editorial lo hagan con conocimiento de causa, que sepan qué es lo que hay, lo que tenemos en las manos, de qué tecnologías disponemos y qué es lo que está alrededor del libro.
Porque estas cuatro editoriales hoy en día trabajan de manera muy distinta a las tradicionales", señala Alejandro Zenker.
Además de que son editores digitales están inscritos en un mundo en el que ahora varias editoriales ofrecen la herramienta de la autopublicación bajo su sello, lo que implica que no sólo trabajan manuscritos que en algunos casos las editoriales tradicionales han rechazado, sino que además abren sus casas a quienes quieren autopublicarse y pagarse su propio libro.
Aun cuando en México son pocos los autores que ya se autopublican y aunque todavía no se convierte en un territorio que no sólo permite tener un libro electrónico sino venderlo bien y que sea un negocio redondo, en los últimos años hay cabida más sencilla a la autopublicación en Amazon y Google, donde también han comenzado a trabajar empresas como YoPublico.net, Casa del Libro y Bubak.
"Están surgiendo proyectos grandes y pequeños, está Amazon México que es el gran coco de todos los libreros y editores a nivel mundial, tiene un músculo económico tremendo y logística difícil de igualar y está haciendo que cambie el panorama de la industria y se contrapone la necesidad del lector de tener ese contacto humano", dice.
El arte de editar digital
Libros Malaletra es una editorial independiente fundada en la ciudad de México en 2007 y especializada en la edición de libros digitales, que cree que el mercado de libros electrónicos se desarrollará progresivamente en América Latina, por lo que el equipo ha emprendido un trabajo editorial muy cuidado y conformado un catálogo que ya rebasa los 40 títulos de libros bien editados.
Su objetivo es cubrir el mercado hispanoamericano y mejorar la distribución de autores en el continente, también busca traducciones y ofrecer procesos editoriales de digitalización.
Mauricio Ángulo, de Tesseract Pages, arrancó su proyecto en julio de 2011 en un contexto en el que faltaba mucha información sobre eBooks y plataformas digitales. "Llevamos cuatro años operando, no tenemos una colección muy grande porque queremos publicar buenos libros enfocados a nichos. Tenemos una oficina que usamos para hacer planeación, pero tenemos un modelo muy abierto, gente de todas partes del mundo que nos aporta contenidos, diseños, que nos proveen de materiales sin tener que estar moviendo sobre papel o mensajería".
Mónica Braun es la directora de Nieve de chamoy, la editorial más joven fundada a finales de 2014 y que hasta ahora tiene tres títulos: Ochenta años. Las batallas culturales del Fondo, de Gerardo Ochoa Sandy; Oasis, de Edmée Pardo; y Sexo Chilango, de la propia Mónica Braun, donde reúne buena parte de las columnas periodísticas que ha escrito a lo largo de los años.
Esa editorial trabaja con un objetivo central: "Pensamos que los eBooks y las apps requieren no sólo de un óptimo funcionamiento técnico, sino de un buen gusto, diseño y una experiencia orientada al lector. Porque un buen producto digital no es sólo cosa de ingenieros; ofrecemos también un enfoque multidisciplinario a cargo de gente muy creativa, con saber editorial".
En tanto que Editorial Ink, representa para Diego Echeverría, el director, la oportunidad de rescatar "este proceso de editar recursos, tomar la edición como algo que es un arte, cuidar mucho los libros, buscar la línea adecuada, tener una buena corrección de estilo; por definición pasamos por todos los procesos convencionales, tenemos correctores, editores, diseñadores, formadores, gente de marketing, redes sociales, todos esos pasos los rescatamos y utilizamos; retomamos ese archivo, lo mandamos a programación, se pueda abrir en todas las plataformas. Rescatamos ese arte de editar un libro de la más alta calidad".
Ink es la editorial con más visión de empresa, tienen un catálogo con más de 135 títulos que se distribuyen bien en el mercado americano e inglés, incluso dice Echeverría que de Estados Unidos proviene 30% de las descargas. Pero además provee de servicios de digitalización a casi 100 editoriales públicas y privadas en México.
"Es un buen negocio, vamos creciendo poco a poco en nuestras dos líneas de negocio, publicaciones editoriales de nuestros autores y nuestros libros; pero también en la línea de apoyo a otras editoriales para la conversión digital de sus fondos", señala el editor mexicano que entre sus apuestas está reforzar su labor de digitalización de acervos de más clientes.
Los cuatro editores venden en Google, Kobo Store, iTunes y Amazon, llegan a miles de lectores y cientos de países. Apuestan por un mercado 100% digital, y aunque tienen algún libro impreso sólo por probar, se mantienen fieles a las ediciones electrónicas y a un modelo comercial donde ofrecen más regalías a los autores, de entre 30% y 40%, que en su mayoría son poco conocidos y editan allí sus primeros títulos.