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abida.ventura@eluniversal.com.mx
En 1897, Porfirio Díaz y el Vizconde Takeaki Enomoto celebraron un acuerdo para instalar una colonia japonesa en el país. Esa colaboración entre ambos gobiernos implicó la entrega de 65 mil hectáreas de tierras a los colonos provenientes del país del sol naciente para que se asentaran en Escuintla, Chiapas, y prosperaran en esa parte del sureste mexicano. Aunque ese proyecto no progresó como se planteaba, marcó el inicio de la migración de japoneses a México y a toda Latinoamérica.
Este 2017 se celebran los 120 años de ese momento histórico y para festejarlo, el Museo Franz Mayer, en colaboración con la Embajada de Japón en México y otras asociaciones civiles, presenta una exposición que incluye un amplio programa de actividades que acercarán al público a la cultura nipona y a su influencia en el país.
Titulada "Iroha. Diálogos en el arte. Japón-México", reúne más de 300 objetos de la colección del Museo Franz Mayer y de colecciones privadas que recuerdan ese primer asentamiento, conocido como Colonia Enomoto, así como la estrecha relación que desde entonces existe entre ambas culturas. La muestra, explica en entrevista Karina Ruiz, del área de Investigación y curaduría del Museo, incluye una serie de piezas que dan cuenta de ese lazo cultural a través del arte, la historia, la gastronomía. Hay desde katanas y armaduras antiguas de samuráis, hasta obras de arte contemporáneas y una ambientación para la ceremonia del té, “que es una tradición muy importante en Japón y que vale la pena resaltar porque fomenta el encuentro entre culturas, pues a la ceremonia del té todos son bienvenidos”.
Algunas piezas muestran los puntos en común entre ambas culturas. “Tenemos vajillas de porcelana, así como objetos utilitarios de lacas, que son tradiciones que se desarrollaron en ambos países”, refiere la curadora.
Dividida en cuatro secciones, la muestra también incluye obras de artistas del siglo XX, como Luis Nishizawa; además de esculturas, fotografías y video de artistas contemporáneos.
La primera parte, “El primer samurái en México”, recuerda el comienzo de las relaciones entre México y Japón en 1614, cuando arribó a Acapulco la primera misión diplomática japonesa liderada por el samurái Tsunenaga Hasekura. Esa sección está dedicada a los samuráis y a explicar el simbolismo de sus armaduras, comenta la curadora. “Paralelismos” presenta la ambientación de una ceremonia del té, mientras que “Migración Enomoto y las oleadas siguientes” reúne testimonios y relatos de migrantes. Otra de las secciones está conformada por piezas artísticas de las Colecciones de la Asociación México-Japón y la Embajada de Japón en México. La exposición estará abierta hasta el 17 de septiembre.