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Naa Pia’, que en zapoteco quiere decir “Yo mismo”, es la muestra con 120 autorretratos que hoy inaugurará el pintor Francisco Toledo en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, IAGO y que fue curada por su esposa Trine Ellitsgaard.
“Voy a cumplir 77 años y son 28 mil 105 vueltas alrededor del Sol que he dado en 77 años. Es mucho ¿verdad? Esto tiene que ver con una imagen: un trompo, y ese trompo tiene mi cara. El trompo, que fue lanzado en 1940, lleva 28 mil —no sé cuántas le dije— vueltas alrededor del Sol”.
La obra del pintor está en telas, cerámicas, esculturas y papel.
¿El trompo siempre lo ha asociado con su imagen?
No, para nada, solamente que leyendo a Kafka hay una pequeña historia de un filósofo que cuando los niños están jugando trompo, él se acerca porque cree que estudiando el trompo, los juegos de trompo, va a entender el Universo, y que conocerá el mundo. Les molesta mucho a los niños, los niños lo corren y, al final, él sale corriendo como un trompo mal bailado. Creo por ahí viene mi imagen del autorretrato como trompo.
¿Ha hecho muchos autorretratos, recuerda el primero?
Sí, sí, muchos. El más antiguo debe haber sido como a los 16 años de edad, creo que está en la colección de Andrés Henestrosa; un cuadrito hecho por un señor de 16 años, ya se imaginará cómo está.
¿Cuántos habrá hecho?
Imposible saberlo. Muchos. No hay una contabilidad en lo que uno hace. Son como retratos que pueden ser yo, puede ser mi mamá, papá, una tía, y que son conocidos como autorretratos.
¿El autorretrato ha cambiado tanto como usted?
No sé. Las canas y las arrugas no las había a los 16 años. Son los cambios naturales del físico, de cómo se van deteriorando.
¿Son obras recientes?
Es que yo empiezo un cuadro y lo dejo por ahí tres meses, lo tapo a medias... tienen edades que no registro. La mayor parte son de este año.
¿Hay grabados, dibujos? ¿cuántos son?
No sé. Más de 100; son telas, cerámicas, algunas esculturas y papel: acuarelas, gouaches, temples, técnicas mixtas.
Se representa como algunos parientes, ¿también como un animal o un objeto?
Bueno está el caso del trompo, y otro puede ser el artista como martillo que no da el clavo, entonces tengo cabeza de martillo... Yo como niño negro, yo como esclavo, en un barco de negreros; y muchas caras y, sobre todo, barba blanca, muchas canas.
¿Saltamontes?
No, se acabaron los saltamontes. Son caras, caras de frente, con hojas de oro, de plata. En realidad hacer una calabaza o una cara es lo mismo, una naturaleza muerta o un retrato viene siendo lo mismo, hay colores, texturas. Lo más importante es la pintura, no la variedad de expresiones, de poses del retratado.
¿Es el autorretrato un género?
Claro, hay grandes, grandes, grandes, grandes autorretratos. Me vienen a la mente los de Rembrandt, los últimos autorretratos de Rembrandt, son los que más me gustan. Uno especialmente, que se cree que fue el último, está en Colonia, y es Rembrandt sonriendo, sin dientes, viejo, encorbado. Pero eso es lo de menos, es la descripción del cuadro, pero la materia... es maravillosa. No se ve la edad en el manejo de la pintura, es lo más maravilloso que hay en materia de pintura.
¿Qué significa hacer un autorretrato para usted?
Nada, significa hacer un cuadro y ya.
¿Es una suerte de confesión hacerlo?
No, es que reconocerse viejo no es ninguna confesión. Reconocer la barba, las arrugas... es una realidad.
¿Son de este época de su vida?
Barba blanca, son de los 77 años y las 28 mil...
¿Cómo se siente ahora?
Cansado de haber dado tantas vueltas alrededor del Sol.
¿Ha logrado lo que se ha propuesto?
No creo que sea un hombre que me haya propuesto algo en toda mi vida; han salido como han salido las cosas; han salido accidentalmente. Todo ha salido involuntariamente.
¿Cambiaría algo de su vida?
¡Ah… las canas! No, uno llega como llega a esa edad y no hay nada qué hacer; ojalá fuera uno más sabio pero se aprende a través del tiempo, repitiendo sus errores.