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ana.pinon@eluniversal.com.mx
El artista Felipe Ehrenberg pensó alguna vez en abandonar su carrera porque sentía que pocos consideraban su trabajo. “Sin lugar a dudas ha sido terriblemente difícil y, en efecto, alguna vez le mencioné a Raquel Tibol que ya quería entregar la toalla porque nadie pelaba mis propuestas. 'Si lo hicieras', me respondió, 'es porque no fuiste un verdadero artista'. Como seguí en el ajo, supongo que sí soy artista”, contó a la Revista de la Universidad.
El creador nacido en la Ciudad de México en 1943 no sólo no dejó de trabajar, se convirtió en uno de los artistas más importantes de su generación y abordó múltiples disciplinas: dibujo, pintura, escultura, gráfica, obra 3D (instalación), performance, mail art y neográfica; además fue editor y ensayista, así como agregado cultural y un interesado en la promoción y en las políticas culturales. Además fue, sobre todo, un maestro para las nuevas generaciones de artistas.
Realizó más de 70 exposiciones individuales y participó en más de 200 muestras colectivas y su actividad artística se caracterizó por la experimentación y la provocación.
“Felipe es una clave muy importante en el mapa del arte contemporáneo. Y creo que nos falta revisar toda su trayectoria para entender mejor su legado. A veces se confunden sus objetos con la totalidad de su obra y no fue así, también fue un gran tejedor de redes, enseñó a mi generación a ser autogestiva, le mostró la importancia de los archivos y le enseñó a combinar en el arte lo sofisticado con lo vernáculo”, sostiene la artista Magali Lara, quien, junto Martha Hellion, curó la muestra Circuito abierto: Dos experiencias editoriales. Fondo Felipe Ehrenberg, que se exhibió en 2012 en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).
Lara asegura que Ehrenberg ejemplifica muy bien lo que fue el arte contemporáneo, porque hizo publicaciones muy pronto, realizó talleres cuando regresó de Europa, tuvo contacto con diferentes generaciones y logró reunir a distintas culturas.
“Recuerdo que fuimos de viaje y fue un ser que disfrutaba de todo, tenía la capacidad de abrirse a las experiencias y disfrutaba acercarse a un México popular. Todo lo que hizo fue increíblemente poderoso para nosotros porque estábamos necesitados de hablar acerca de México como mexicanos, porque ya no queríamos hacernos los franceses. Fue un artista que creyó en la autogestión y nos lo enseñó muy pronto, esta cualidad le permitió ser una voz crítica mucho más importante”, añade la artista.
Felipe Ehrenberg contaba que fue un niño que tuvo la libertad para hacer lo que deseaba. Además, en su adolescencia y juventud recibió el apoyo familiar para seguir adelante con sus proyectos. Esa libertad, decía, fue posible gracias no sólo a sus padres, también al tiempo que le tocó vivir. Él era, dijo alguna vez, también resultado de la generación a la que perteneció.
La obra del artista fue tan vasta como ecléctica. Él mismo se definía como el médico general del arte, porque, decía, a pesar de crear en distintos ámbitos que no era especialista en ninguna disciplina. Pero sí se reconocía como un pionero de la vanguardia.
“Soy el más viejo de los jóvenes, el más viejito de la vanguardia. Fui el primero en salirse del huacal y el primero en intentar construir otros huacales. Hoy, no hay quien no sepa lo que es un performance o una instalación. Antes me preguntaban si yo era un eléctrico o un plomero; ahora son palabras comunes en el léxico de las artes y gracias a Dios, porque se ampliaron los territorios de la concepción, de la percepción y de la ponderación”, sostuvo en un programa de televisión de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
En ese mismo programa confesó que abrir la brecha había sido “muy difícil”, pero que con el tiempo fue posible que las siguientes generaciones transitaran por un camino menos sinuoso.
Los primeros espectadores de su obra, decía, eran sus hijos, cuya crítica y percepción le importaban mucho. “Mis padres y mis amistades fueron mi crítica”, declaró. Pero reconocía el trabajo de la crítica profesional de especialistas como Raquel Tibol.
Se capacitó, desde muy temprana edad, como pintor, escultor y grabador bajo la tutela de maestros como Mathias Goeritz y José Chávez Morado. Fue también agregado cultural de México en Brasil y director de relaciones internacionales de Televisión América Latina. Además fue uno de los miembros fundadores del grupo Proceso Pentágono, al cual también bautizó. Participó también en la fundación del colectivo Tepito Arte Acá.
“Desde hace 40 años yo no me describo como un artista plástico, sino como un neólogo en las artes visuales, un neólogo es el que se interesa en lo nuevo y a mí siempre me ha interesado lo nuevo. Tal vez sea iconoclasta porque cada vez hay más cosas nuevas, pero realmente soy neólogo y yo navego hacia donde me empuje el viento. Mi vida nunca fue trazada. Mi biografía responde a las cosas que me han ido sucediendo”, dijo el artista hace cinco años a la televisión brasileña.
Adiós al creador. Con 73 años, Ehrenberg se mantuvo activo y con proyectos. Sin embargo, hace dos años declaró a un medio: “No estoy seguro si tener más de 70 años te hace más fuerte o más vulnerable. Así como puedo decir que no tengo ilusión para con la fuerza que pudiera tener el arte, digo que el pensamiento y la creatividad pueden ayudar a abrir los ojos, siempre que llegue de forma directa y no filtrada”, dijo recientemente en una entrevista.
Su partida provocó una serie de reacciones de la comunidad cultural. Personajes e instituciones como Cuauhtémoc Medina, la Fundación Jumex, el INBA, Artes de México, Difusión Cultural UNAM, Luigi Amara, Antonio Calera-Grobet y las secretarías de Cultura local y federal fueron algunos de los que lamentaron su muerte.
Felipe Ehrenberg falleció este lunes a la edad de 73 años, a causa de un infarto. El cuerpo del artista fue velado en su domicilio ubicado en Cuernavaca y, al cierre de la edición, se contemplaba su cremación. A las exequias arribaron familiares y amigos, así como una banda que interpretó temas como “La barca”, un video del momento circula en redes sociales.
La familia aún no decide en dónde depositarán las cenizas. Tampoco ha contemplado realizar homenajes.