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Imágenes encontradas por casualidad hace 10 años y que revelaron la mirada precisa y también irónica de su autora, forman parte de un muestra itinerante llegada a la capital italiana sobre Vivian Maier, la niñera que en sus ratos libres se dedicaba a la fotografía.
La retrospectiva Vivian Maier. Una fotógrafa reencontrada, presentada este jueves a los medios en el Museo di Roma in Trastevere, reconstruye el trabajo realizado durante décadas por la autora, revalorada póstumamente.
“Esta muestra recoge una pequeña parte de las muchísimas fotografías que Vivian Maier realizó. Era una niñera que en su tiempo libre se dedicaba a sacar fotografías que no solamente no enseñaba a nadie, sino que a veces ni siquiera revelaba, ni veía ella misma”, dijo la curadora de la exposición, Alessandra Mauro.
Resaltó que la vida y la obra de Maier están rodeadas de una sombra de misterio que ha contribuido a acrecentar el interés en sus fotografías.
Niñera de oficio y fotógrafa de vocación, nunca abandonó su cámara fotográfica, una Rolleiflex con la que compulsivamente sacaba imágenes en Chicago y Nueva York, las ciudades en las que residió.
Mauro recordó que en 2007, dos años antes de su muerte, el entonces agente inmobiliario John Maloof compró durante una subasta parte del archivo de Maier, que había sido confiscado para pagar sus deudas.
Maloof comprendió inmediatamente que había encontrado un tesoro y desde ese momento inició su infatigable búsqueda sobre la misteriosa fotógrafa, llegando a archivar 150 mil negativos y tres mil imágenes impresas.
La muestra incluye 120 fotografías en blanco y negro realizadas entre los años 50 y 60, al lado de una serie de imágenes a colores hechas en la década de los 70, además de algunos filmes en super ocho que muestran la manera en la que Maier trabajaba.
Según Mauro, aunque se conoce poco sobre la vida de la autora, la recuperación de sus imágenes ha permitido conocer su mirada de fotógrafa, que era “extremadamente precisa, fría, pero también divertida”.
Tenía “una mirada curiosa, que era atraída por los pequeños detalles, por las imperfecciones, pero también por los niños, los ancianos o simplemente por la vida que pasaba ante sus ojos en las calles”.
Mientras vivió Maier nunca vio sus fotografías expuestas al público y la mayor parte de sus negativos no habían sido ni siquiera revelados.
En la presentación de la exposición el experto Marvin Heiferman escribió que si bien las imágenes de Maier fueron hechas hace varias décadas, tienen mucho que decir sobre nuestro presente y de una manera profunda e inesperada.
“Maier se dedicó a la fotografía en cuerpo y alma, la practicó con disciplina y usó este lenguaje para dar una estructura y un sentido a su propia vida, aunque conservando celosamente las imágenes que realizaba sin hablar de ellas ni utilizarlas para comunicarse con el prójimo”, señaló.
Vivian Dorothea Maier nació el primero de febrero de 1926 en el barrio neoyorquino de Bronx, hija de la francesa Maria Jaussad y de Charles Maier, descendiente de austriacos.
Sus padres se separaron cuando ella era niña y con su madre se trasladó a vivir al lado de una amiga francesa, Jeanne Bertrand, de profesión fotógrafa.
En los años 30 las dos mujeres y la pequeña Vivian viajaron a Francia. En 1938 Maier regresó a Nueva York, ciudad en la que trabajó como niñera y ama de llaves.
En su vejez enfrentó graves problemas económicos, por lo que parte de su archivo fue subastado. Murió el 21 de abril de 2009, cuando ya Maloof comenzaba a dar a conocer su obra.
nrv