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Tras más de 40 años denunciando las desigualdades sociales con sus espectaculares fotografías, el brasileño Sebastião Salgado se muestra pesimista por la posibilidad de que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos provoque "un desequilibrio aún mayor en el planeta".
"Es imposible de predecir, es un hombre con unas propuestas muy radicales que espero no sea capaz de ejecutar", afirma Salgado en una entrevista telefónica desde su oficina en París.
Pero, pese a todo, se muestra optimista porque cree que "el planeta no depende solo de la decisión de un único hombre" y expresa su esperanza en que sea él quien se adapte al mundo y no al contrario "porque hay límites para lo razonable en todas partes".
"Espero que todas esas malas propuestas, llenas de violencia, no encuentren eco internacional, que no las escuchen", dice Salgado, que además se niega a ser catastrofista y resalta que las expectativas en el mundo político son difíciles de cumplir.
Así recuerda que también esperaba "que (el presidente de Estados Unidos, Barack) Obama hiciera una revolución en el mundo y ni siquiera ha parado las guerras". La situación en Oriente Medio sigue siendo un desastre y no pudo apoyar las negociaciones con Irán porque "la maquinaria americana no se lo permitió", agrega.
"Hay que esperar y ver" qué pasa con Trump, insistió el fotógrafo, que sin embargo a través de su trabajo muestra año tras año cómo el mundo parece involucionar en muchos sentidos.
Hace 16 años publicó uno de sus volúmenes más conocidos, Éxodos, un durísimo recorrido por el mundo de los exiliados, emigrantes y refugiados en todas las partes del mundo.
Ahora lo reedita en una cuidada edición de Taschen, más accesible y barata que la original (a 49,99 euros), y cuando preparaba el volumen se dio cuenta de que es "desgraciadamente, de una total actualidad".
"Todo está igual en África o Europa. Los desequilibrios son los mismos en América Latina. La introducción que escribí entonces, hace 16 años, no ha necesitado ser cambiada".
Ni siquiera ha fotografiado más para este libro, de un dramatismo brutal pero en el que la sensibilidad de Salgado le ha llevado a mostrar la dignidad en la pobreza y la desesperación de marroquíes clandestinos que intentan llegar a Europa en patera.
Imágenes tomadas entre 1994 y 1999 que reflejan la hambruna de los desplazados afganos; la agonía de los kurdos; el drama de los refugiados de la antigua Yugoslavia; los niños soldados del sur de Sudán; los desastres humanitarios de Ruanda o Zaire o la destrucción de una forma de vida milenaria, la de los indios del Amazonas en Brasil.
Rostros de niños que sonríen en medio de la miseria, seres humanos que duermen amontonados a la intemperie, gestos de dolor o simplemente de desesperanza, la cámara de Salgado espera pacientemente a tener la imagen más clara para mostrar lo que el fotógrafo tiene en la cabeza.
"En Europa, en Occidente, vivimos en una sociedad muy protegida. Eso no pasa en América Latina, en el sudeste de Asia, en África. Hay que mostrar esa forma de vida, que es de la que yo procedo. Tengo que enseñarlo, vengo de ese mundo, de un país como Brasil donde hace poco hubo un golpe de estado", reflexiona Salgado.
Se considera un "fotógrafo ligado a un momento histórico". "Mis fotografías son un espejo de lo que ocurre. Mi objetivo es denunciar lo que veo y hay muchas cosas que merecen la atención, pero si yo no lo hago, lo hacen mis colegas fotógrafos".
"Mi fotografía es mi manera de vivir, mi ideología", resume Salgado (Aimorés, Minas Gerais, 1944).
Una forma de vivir que le lleva a perseguir incansablemente los proyectos que le rondan por la cabeza. Como otro libro recién publicado por Taschen que recopila 83 instantáneas tomadas después de que las tropas de Sadam Hussein incendiaran unos 700 pozos petrolíferos de Kuwait en respuesta a la invasión de Estados Unidos.
Trabajadores y bomberos cubiertos por el crudo mientras luchan hasta la extenuación contra las llamas y para controlar los vertidos en unas imágenes de las que Salgado se siente especialmente orgulloso.
"Habríamos dicho que el fin del mundo estaba cerca", escribe Salgado en el prólogo de un libro que ha completado 25 años después de unos hechos "que pueden volver a pasar en cualquier momento y en muchas otras partes, como Arabia Saudí, por ejemplo".
Este artista, que cuenta en su haber con premios como el Erich-Salomon, el Hasselblad, el Gran Premio Nacional de la Fotografía de Francia o el Príncipe de Asturias de las Artes, sigue incansable a sus 72 años, ahora inmerso en un enorme proyecto sobre las comunidades indígenas de Amazonas, en el que ya lleva trabajando más de tres años y le quedan aún tres o cuatro años más para finalizar.
nrv