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El cineasta Jorge Denti es uno de los miles de desterrados argentinos que llegaron a México hace 40 años tras la dictadura militar. Aquí encontró una nueva patria y una nueva nacionalidad: Argenmex. Y enriqueció con su trabajo la vida cultural de nuestro país.

A propósito de la transmisión del cuarto programa de Confabulario TV, mañana por Canal 22 a las 20 horas, con retransmisión el sábado a las 18:30 horas, dedicado a la cultura Argenmex, Denti cuenta en entrevista cómo a lo largo de su trayectoria ha creado documentales para denunciar los crímenes cometidos en su país y para reflexionar sobre las muchas historias que se construyeron lejos de Argentina.Argenmex: 20 años después y la serie Los Argenmex, retrato de los exiliados argentinos en México son algunos de los más representativos.

Hace 20 años usted dijo que ]era importante la memoria. ¿Cuál es ahora la reflexión?

Los hijos crecieron y la memoria sobrevive, tiene que sobrevivir para que no vuelva a pasar nunca más una intervención del ejército, que está para cuidar las fronteras, para la defensa de un país y ese tipo de cosas, no para intervenir políticamente en la vida civil. Los gobiernos democráticos representan a los pueblos y los militares son el brazo armado del pueblo para hacer las acciones que los civiles y el congreso y el gobierno dictaminen. Hoy, más que nunca, es importante la memoria, por eso debemos recordar que en Argentina durante el siglo XX hubo muchas intervenciones militares y que el saldo fue siniestro.

¿Cómo vivió esa época?

Hubo varias dictaduras en Argentina, yo me fui en la del 66, cuando un militar llamado Juan Carlos Onganía dio un golpe de Estado. No compartí sus ideas, su miopía lo hizo intervenir en la universidad, hizo un desastre. Yo me fui a tratar de estudiar cine. Hice muchas cosas en el cine, fui actor, extra, aprendí y estudié en Francia, hice cualquier cosa relacionada con el cine, yo quería aprenderlo en serio. Pasé por muchas cosas y descubrí África. Un día, Borges me preguntó qué es lo que más me había influenciado de Francia, le respondí: África, porque la civilización europea la exterminó, pero el arte africano sobrevivió y está en los museos europeos. Giacometti con sus figuras esbeltas y largas son de inspiración africana; Picasso también fue influido. A Borges le pareció maravilloso.

¿Cómo se cruza con México?

Volví a la Argentina pensando que la democracia había llegado. Eran finales del 73, pero en el 76 viene el golpe cuando yo pertenecía a un grupo de cine que tocaba temas profundos del quehacer del hombre, hicimos cine sobre los obreros, la nueva iglesia, los curas que eran evolucionados y tenían un pensamiento actual; teníamos nuestros canales de distribución. Secuestraron a un compañero, Raymundo Gleyzer; yo me tuve que ir o de lo contrario terminaría como él. Me fui a Perú y allá hice una película con otros compañeros, sobre lo que estaba sucediendo a partir de una carta de Rodolfo Walsh, un brillante periodista y pensador, que se llamó Las tres AAA son las tres armas, un documental pequeño que circuló por todas partes. En la carta se explicaba lo que había hecho la Junta Militar a un año de gobierno y le costó la vida a Rodolfo y también mataron a su hija, incluso antes de que él escribiera la carta. Después de Perú me fui a Italia, turné por toda Europa denunciando lo que estaba pasando y pidiendo por la libertad de los cineastas, escritores y los 30 mil que desaparecieron. Luego vine a México. Me interesaba la cultura de México, el mundo precolombino de México, del que conocía poco, pero que sabía que era extraordinario. Llegué el 30 de abril de 1977.

¿Por qué no volvió a Argentina?

En México hice muchas cosas, soy mexicano de alguna forma, tengo tres hijos y cinco nietos completamente mexicanos. Aquí me siento bien. Me interesó la idea de la revolución sandinista, en el 67 conocí a Ernesto Cardenal y él contaba sobre la revolución sandinista. Así descubrí Nicaragua e hicimos muchas cosas con México.

¿Qué diferencias hay entre su generación y la de sus nietos?

Hace unas semanas vino mi nieta a hacerme una entrevista, trajo a sus compañeras con quienes hizo el cuestionario. Sabían muchas cosas, investigaron, me hizo muchas preguntas. Es una generación espléndida, informada, tenemos que cuidarla de las cosas monstruosas que todos los días vemos en los periódicos. Mi generación era inquieta, pero no tenía las herramientas que hoy existen. Era otro mundo.

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