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Cuadros pintados con letras de tintas negras, elaboradas con hollín y mezcladas con otros colores, que dibujan todo tipo de formas geométricas que se pierden, a veces, en imposibles laberintos alfabéticos se exponen estos días en El Cairo, en un intento de revivir la caligrafía árabe.
La flexibilidad de la letra árabe, como se puede ver en el cartel de la segunda Bienal Internacional de El Cairo de Caligrafía Árabe, que comenzó el pasado 17 y concluye este domingo en la Ópera de la capital egipcia, se puede constatar en la muestra, en la que participan 116 artistas de 15 países.
Se adapta con extrema naturalidad a los espacios, se escribe en vertical, horizontal, de manera invertida, tumbada, redonda, angulosa o creando todo tipo de formas humanas y animales.
Hasta el punto de que para los organizadores, la letra árabe "representa la situación del ser humano y su adaptabilidad al movimiento y a la quietud".
La bienal hace un recorrido por la caligrafía árabe, desde la más clásica, con la utilización de letras como la Zuluz, de formas triangulares, o la Diwani, empleada por los funcionarios ministeriales de la época califal, hasta composiciones artísticas contemporáneas, donde se funden el arte caligráfico y la pintura.
"La exposición este año es muy rica y contiene muchos tipos de la caligrafía", dice Fadi Abu Mulhem, responsable de la Unión Internacional de Caligrafía Árabe en el Líbano, que participa en la exposición con tres ejemplos de la caligrafía más clásica.
Mulhem, quien estudió el arte de escribir a mano en Siria, denuncia que su profesión "está desapareciendo" y recuerda como antiguamente los calígrafos ocupaban una posición muy importante entre los gobernadores.
"Todo sultán solía ir acompañado por su calígrafo, pero ahora el ordenador amenaza la caligrafía", dice antes de asegurar que con la tecnología cualquiera se puede apropiar de las letras inventadas por los grandes escribanos.
El artista libanés se queja de que hace tan solo unos años en las escuelas egipcias de caligrafía se licenciaban casi 300 calígrafos al año, pero ahora "se pueden contar con los dedos de la mano".
Nagua al Masri, catedrática de diseño y decoración en la Universidad egipcia de Ain Shams y participante en las conferencias sobre arte caligráfico celebradas al margen de la exposición, coincide con Mulhem en que el arte de la caligrafía árabe "se enfrenta estos días a un ataque feroz".
Con la exposición, dice, "se da vida a la caligrafía árabe", después de que hayan cerrado muchas escuelas donde se enseñaba su arte, no solo en Egipto, sino también en otros países.
Ahmed Adel, calígrafo egipcio que expone varias obras en la bienal, donde también muestra su arte en directo a los pocos visitantes que se acercan, cuenta que estudió caligrafía en el colegio y que luego entró en una escuela especializada en El Cairo para mejorar su técnica.
Asegura que él elabora su propia tinta, los marcos y los utensilios con los que plasma la tinta sobre el lienzo.
Rodeado por los diferentes materiales que los artesanos del califato emplean para sus obras, Adel no duda en satisfacer la curiosidad de quienes le preguntan, ni en escribir sus nombres en un papel con trazos firmes, pero ligeros, para luego regalárselo.
Dice que algunos de los visitantes de la última edición han participado en esta bienal con sus cuadros.
"Los visitantes, a veces, me piden que les escriba sus nombres y luego preguntan como pueden aprender" el arte de la caligrafía, dice Adel, antes de confesar que tiene la esperanza de que exposiciones como esta contribuyan a desarrollar el arte de la caligrafía árabe.
jpe