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Colmar de sentido y teñir de color zonas grises en apariencia para convertirlas en algo muy valioso es el propósito del artista italiano de arte callejero Blu, que en su nueva creación pretende expresar en un muro de un barrio deprimido de Roma la historia de la vida en la Tierra.
Una obra reivindicativa que invita a reflexionar sobre la evolución de la existencia a través de una gigantesca espiral de color que se extiende a lo largo de la fachada de un edificio de siete plantas.
La destrucción, devastación y perdición de la civilización quedan representadas en esta colorida espiral que se lee de abajo hacia arriba.
La zona inferior incluye las primeras formas de vida con aspecto de células y, a medida que asciende, incorpora al fondo marino, los dinosaurios, los simios y, por último, en la zona superior, a los primeros homínidos.
En un cierto punto, el color se desvanece para dejar paso al gris, a la desolación, simbolizada en centrales nucleares, tanques de guerra, carteras con billetes y templos en ruinas que se precipitan al vacío hacia el abismo representado en forma de infierno con color rojo.
El mural, en el que se pueden intuir las diversas capas de la tierra desde el núcleo hasta el cielo, se ubica en un enclave deprimido de la capital italiana como es el barrio de Rebibbia, en la periferia de la ciudad, un área conocida popularmente por acoger a la prisión de Roma y por sus zonas abandonadas.
El pintor, conocido mundialmente como Blu, erigido en todo un símbolo del street art romano, mantiene vivos el arte y la sensibilización con su colosal trabajo en una zona devastada por los problemas que asuelan a su población.
Este mural, que forma parte de un proyecto que pretende enriquecer y potenciar una de las zonas más deprimidas de la capital italiana, ha sido gestionado y financiado por el Comité del barrio 'Mammut, integrado por los vecinos de la zona.
"Es una obra que habla por sí misma. Todo un espectáculo visual que nos hace replantearnos la perdición del ser humano y hasta qué punto hemos llegado", afirma Mario, portavoz del Comité.
"Blu ha tardado alrededor de veinte días en culminar su trabajo y tan solo ha tenido un coste doscientos euros para esta área, que se ve muy positivamente influenciada por iniciativas como ésta", añade.
Una creación que devuelve el color al distrito de Rebibbia y que resucita la conciencia colectiva del barrio al conferir vida y alma a las paredes de un edificio diseñado sin ventanas que acapara la atención de habitantes y turistas que lo describen como "una auténtica obra de arte y un goce para los sentidos".
Poco se sabe del autor del mural, conocido como Blu, ni tan siquiera su nombre, solamente lo que expresan sus obras inspiradas en las luchas sociales.
Un luchador dedicado a "una dura misión en pos del bien común que no sale en los periódicos pero que es de una eficacia impagable", confesó Mario.
De sus obras emerge una potente vena social: "involucrar a ciudadanos, recalificar barrios, educar a los más pequeños, proyectar actividades colaterales entorno a las obras y despertar conciencia de pertenencia y de bien común", explica Mario.
No es la primera vez que Blu elige Rebibbia como escenario de una sus obras.
El pasado junio concluyó un mural también reivindicativo donde los colores destruyen los barrotes de las ventanas de la cárcel de Rebibbia gracias a la fuerza de las raíces de un árbol que alcanzan la fachada del edificio.
No siempre los aerosoles y el arte callejero significan vandalismo, son también parte del nuevo arte contemporáneo tan en auge en Roma.
Un barrio que cambia su apariencia y descubre energías nuevas gracias a la contribución de artistas internacionales como Blu que aportan, como sostiene Mario, "un toque de color y alegría a una zona gris no solo en su estética sino en la carencia de servicios, trabajo y espacios verdes".
Fachadas convertidas en lienzos de artistas como Blu que tiñen de color las esquinas de la Roma más gris.
rqm