“Me gusta que la pieza conserve su historia”, dijo ayer el artista Javier Marín en referencia a las marcas, líneas, trazos, huellas que quedan en sus esculturas, marcas generadas por su trabajo o el de otros que lo apoyaron para crear en resina, bronce y madera. De esos materiales están hechas las 48 esculturas de la exposición “Javier Marín. Corpus”, que hoy inaugura en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
“Soy barroco por naturaleza. Todos en México somos un poco barrocos”, expresó Javier Marín tras un recorrido por la exposición que permite ver las distintas escalas, tamaños, formatos, materiales y volúmenes; 25 de las obras que presenta no se han visto en México y algunas, como “Pierna” y “El más pequeño”, fueron creadas específicamente para esta muestra que fue curada por Ery Camara.
“Me deja un trabajo de reflexión importante ver este muestreo de tantos años, una reflexión sobre lo que he hecho y para dónde voy”, comentó Marín, quien exhibe tres muestras en el Centro Histórico (en el Palacio de Iturbide y en el Zócalo están las otras dos).
Los altos muros de San Ildefonso, la antigua capilla, patios y otras áreas acogen las esculturas; en la muestra, Marín y Camara enfatizaron para los espectadores el proceso, la evolución y el azar que para el artista es parte esencial de su trabajo. En las obras, dijo Camara, “vemos todas las edades del cuerpo, por fragmentos, en su entereza o monumentalizado”.
Acerca de cómo trabajó con otros, Marín comentó: “El moldero deja su patrón sobre la pieza y me encanta con esta idea de sumar a mi trabajo el trabajo del otro, como que se vea este proceso de sumar, que su proceso intelectual se sume a lo mío”.
Durante el recorrido, Camara fue mostrando los detalles de cada serie, los énfasis, la importancia que cobra el trabajo del escultor más allá de los significados que quiera encontrar cada espectador, la meditación que se sugiere en algunas figuras, la experimentación, los relieves, “la belleza de la imperfección”, la elevación que cobran obras en espacios cerrados como en el de la Sacristía donde se ha puesto una de grandes dimensiones, primer trabajo de Marín en madera, una escultura que el artista hizo apoyado en artesanos italianos de Val Gardena y en un robot.
Entre los nuevos caminos que fue explorando Marín, también se pueden ver algunas abstracciones bidimensionales: “Es reciente y está ahí, parte de la figura también, son cortes, como rebanadas, de tamaño uno a uno de las cabezas grandes que hice; eran secciones escaneadas como parte del proceso para construir las estructuras a escala y me gustaron muchísimo; después de que están quemadas y pegadas, las rescaté, me gustaron en sí mismas como obras terminadas. En el caso de los nudos, fue un trabajo similar donde borré todo lo que es mío y dejé sólo el trabajo del otro, es una estética muy particular, se volvió abstracto, aunque no hay una idea de hacer obra abstracta”.
Acerca de cómo creó la pieza de madera, destalló que hizo un modelo pequeño el cual se mandó a Italia, a Val Gardena, pueblo que tiene una tradición de muchos siglos de talla en madera. “Ellos lo agrandaron ayudados primero con un robot y luego fueron los artesanos especializados los que metieron un poco la mano; la idea es mía. Me emociona ver una pieza de madera en esa escala, quería ver qué pasaba, la madera misma dice otras cosas”.
Para la muestra creó una nueva versión de su gran escultura “En blanco”, que es una especie de retablo, una cascada con múltiples formas donde, de nuevo, el artista deja que los espectadores hagan interpretaciones propias, diversas: “Nunca se había expuesto en México, es de las más emblemáticas, era tiempo de rehacerla, de reconstruirla. La pensaba un poco a manera de ofrenda, como los ex votos, como 'esto somos', con toda la gama de posibilidades que tenemos, las cosas terribles y las buenas, y decir que soy feliz con quien soy”.
La exposición "Javier Marín. Corpus" se puede visitar desde este viernes. Justo Sierra 16, Centro Histórico.