Hace un día apareció un automóvil rojo a la entrada del estudio de Ai Weiwei en Pekín y ya es objeto de adoración: es ahí donde la gente puede donar los legos que el artista necesita, después de que la firma de estos conocidos juguetes rechazase vendérselos.

Ai Weiwei quería legos para una exposición en Australia en la que iba a representar a activistas que han luchado por los derechos civiles y la empresa danesa de juguetes se negó a enviarlos por la "naturaleza política" del trabajo.

Ahora no necesita comprarlos: se ha convertido en el rey de los ladrillos de juguete gracias a sus miles de seguidores, quienes no han dudado en responder a la necesidad de su ídolo donando sus piezas antiguas de Lego e incluso las de sus hijos.

"Me encanta este proyecto de Lego. Creo que el arte de Ai Weiwei nos incluye a todos. Habla de la libertad, de la libertad de expresión", dijo hoy Momo, nombre artístico de una pequinesa que se había acercado hasta el estudio de Ai Weiwei en Pekín, en las afueras de la urbe, para fotografiarse con el "primer contenedor de Legos" del artista.

Momo forma parte de un grupo de bohemios desplazados hasta el lugar tras conocer la iniciativa y que quiere ayudar al contestatario creador chino, que ahora se encuentra en Europa después de que este verano le fuera devuelto su pasaporte tras cuatro años sin poder salir de su país por sus mordaces críticas al régimen.

Algunos habían depositado ya sus juguetes en el BMW 525 aparcado para la ocasión a través del techo solar, que ayudantes de Ai han dejado abierto unos cinco centímetros; mientras otros, como Momo, los habían enviado directamente a la vivienda del artista.

El vehículo era hoy en sí mismo una pieza de "arte" para algunos grupos de jóvenes que trabajan en galerías cercanas, como Chill Sun, que dedicó su tarde a pintar el automóvil rojo. "Me gusta la actitud de Ai", comentó Chill en un parón de su trabajo al óleo.

No obstante, la mayor respuesta a la petición de legos de Ai no ha venido de China, donde el artista es considerado un disidente y está estrechamente vigilado por el Gobierno -como evidenciaban hoy las múltiples cámaras a las puertas de su estudio-, sino del exterior, donde Ai consigue movilizar a la multitud.

Poco después de que el artista chino tildara a la empresa Lego de "censuradora" y "discriminadora" en redes sociales como Instagram y Twitter -bloqueados en China-, sus admiradores por todo el mundo se volcaron poniendo en marcha una iniciativa, "legosforweiwei" (legos para Weiwei), que llenó internet de miles de imágenes de estos juguetes con forma de ladrillo criticando a la firma y apoyando al activista.

"Usa mis legos, estoy más que contento de ayudarte" o "Esto es el 10 por ciento de nuestra colección de legos, no vamos a comprar más y estamos contentos de que los tomes prestados", son algunos de los múltiples comentarios que hicieron al autor retomar el proyecto que daba por perdido.

La "abrumadora" respuesta, en palabras de Ai, le llevó a activar una campaña de recogida que se ha convertido en todo un espectáculo de coches rojos como buzones o contenedores de Legos que pretende llevar a distintas partes del mundo, partiendo de Pekín.

Primero necesitaba legos y ahora pide alquilar o tomar prestados automóviles BMW serie 5 (aunque sin aclarar por qué este modelo) para utilizarlos como puntos de recogida.

Y la Galería Nacional de Melburne, donde iba a exponer el proyecto que Lego echó para atrás al no venderle sus piezas, ya ha accedido a convertirse en la primera ubicación internacional a la que sus seguidores podrán acercarse a depositar los juguetes.

El día 29, un coche rojo estará esperando en uno de los jardines de la galería, donde permanecerá durante un mes, el mismo periodo que los otros vehículos que Ai consiga aparcar en otras ciudades y que le permitirán culminar un proyecto que, gracias y a pesar del grupo Lego, ya es todo un éxito.

sc

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