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¿Son los androides creativos? La pregunta se vuelve inevitable al pasear entre robots que retratan a quien posa frente a ellos, un avatar que improvisa coreografías con un bailarín y un ordenador que crea un lenguaje propio en la muestra sobre inteligencia artificial inaugurada hoy en Buenos Aires.
La respuesta es compleja y depende de lo que se entienda por creatividad, advierte el científico y artista belga Luc Steels, comisario de la exposición "Inteligencia artificial. Arte en nuevos medios" , que se podrá visitar hasta el próximo viernes.
"Es como un avión: No vuela como un pájaro, pero usa los mismos principios y realmente vuela, no es una simulación" , dice Steels al trazar una analogía entre las obras realizadas por máquinas o por humanos.
Detrás de los robots de la muestra hay como mínimo una persona que los diseñó, construyó y programó para que dibujen, hablen y dancen, pero el científico belga destaca que debido a la multiplicidad de variables en juego los resultados son bastante imprevisibles.
El ejemplo más claro son los tres "Pauls" del artista francés Patrick Tresset que inmortalizan a bolígrafo en unos 30 minutos a los espectadores que ocupan la silla situada ante ellos.
Un ojo-cámara registra al modelo y envía información al brazo robótico único de cada uno de ellos, que interpreta la información a su estilo, con trazos rápidos y nerviosos uno; con mayor precisión, otro; a medio camino, el tercero.
"Es intenso cuando te sientas ahí, tienes la impresión de ser pintado por 'algo'" , asegura a Efe Tresset, quien fue pintor y diseñador durante 15 años antes de comenzar su investigación con máquinas.
La interacción entre el público y las obras es una de las principales características de la muestra expuesta en el Centro Cultural Borges, que también alberga esta semana la Conferencia Internacional Conjunta de Inteligencia Artificial, en la que se dan cita 1.200 especialistas sobre esta disciplina.
Sin voluntarios que se dejen fotografiar no cobra vida la obra "Look into the Box (Mira dentro de la caja)" del danés Olafur Eliasson, que cuenta con un ordenador que procesa los datos de las imágenes y los transforma en un lenguaje audible inventado. Tampoco se mueve el avatar creado por Alexander Berman y Valencia James si nadie se presta a bailar con él.
Pese a la naturaleza artificial de las máquinas que pueblan la sala, la mayoría de sus movimientos se inspira en seres vivos o directamente los traslada a la pantalla, como ocurre con la instalación multimedia de la artista belga y apicultora Annemarie Maes.
"Me fascina cómo se mueven las abejas, cómo exploran el ambiente, el hecho de que un solo individuo no es nada por si solo pero, en cambio, en conjunto crea una sociedad compleja, una inteligencia colaborativa" , afirma Maes entusiasmada frente a la reproducción de una de las ocho colmenas que cuida en los techos de Bruselas.
En su interior, las abejas trabajan rodeadas de cámaras de vídeo, micrófonos y sensores que miden la humedad, la temperatura y la contaminación.
Los datos en bruto de las colmenas son accesibles a tiempo real en internet y procesados por la artista, se convierten en bellas figuras multimedia.
El australiano Jon McCormack, investigador de informática y artista de medios electrónicos, utiliza la evolución biológica en su obra "Niche construction" , donde pequeños e infatigables robots, a semejanza de las hormigas, crean un número infinito de dibujos sobre un lienzo en blanco.
McCormack participa como ponente en la conferencia paralela de inteligencia artificial, creando un puente entre el arte y esta rama de la ciencia destinada a "lograr que las computadoras piensen y aprendan" , tal y como la describió el pionero estadounidense John McCarthy.
"Tenemos que dar habilidades artísticas a los robots, para que así no nos destruyan, porque estarán ocupados dibujando en vez de haciendo guerras" , dice entre risas Tresset al imaginar el rol futuro de los androides en nuestras vidas.
cvtp