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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
María y Juan Manuel López Jiménez llegaron alrededor de las 9:30 de la mañana y tuvieron la suerte de ser los últimos visitantes que ingresaron ayer domingo al Palacio de Bellas Artes para disfrutar de las exposiciones Miguel Ángel Buonarroti: un artista entre dos mundos y Leonardo Da Vinci y la idea de la belleza. A las 11, el equipo de seguridad del museo les notificó que ellos serían parte de los últimos 200 visitantes que entrarían a las 17:30 de la tarde.
Aun cuando debieron esperar más de seis horas, aseguraron su ingreso al recinto que en tres días de exhibición ha recibido alrededor de 10 mil visitantes. Ellos fueron dos de los 3 mil 360 personas que accedieron sólo el domingo. A lo largo del día cientos de jóvenes, adultos, niños y gente de la tercera edad, recibieron la noticia de que los boletos para el día ya se habían agotado. Desde el viernes, Bellas Artes, organizó la entrega de 200 boletos cada media hora.
A las seis de la mañana, según los trabajadores del Palacio, comenzaron a llegar los visitantes y a formarse la fila que a las 10 -hora de apertura- ya le daba la vuelta al recinto y avanzaba por toda el costado de la Alameda Central de Avenida Hidalgo. Santiago López, un joven de preparatoria salió a las 12 del día aun cuando su horario en la sudadera decía 9:30 horas. Dijo haber ido por gusto, pero aunque la disfrutó, comentó que le hubiera querido ver más obra de Leonardo da Vinci.
El acceso era algo caótico, tras hacer fila les daban un engomado con su hora de ingreso y su boleto, 15 minutos antes de la hora debían volver a formarse. Debieron sortear a quienes acudieron al concierto de la Sinfónica Nacional, los rayos del sol que cubrían con sombrillas, a los manifestantes a favor de los normalistas de Ayotzinapa que tienen tomada la explanada del Palacio, a los devotos de San Judas y a los ciclistas.