El escultor Jorge Marín ha continuado el recorrido por ciudades de Estados Unidos de su exhibición Wings of the City. Alas de la Ciudad,  en la que se incluye la obra Alas de México.

Desde el domingo pasado, la muestra se presenta en Fort Worth, Texas, y previamente se vio en Brownsville, Houston y Dallas. Antes había estado en México, en las ciudades de Morelia, Tampico, Ciudad Victoria, Saltillo, Torreón y Campeche, entre otras.

El propósito es llevar las obras a  espacios públicos. Con frecuencia, lo que sucede, cuenta Marín, es que esas piezas de dimensiones monumentales, “dialogan o se engarzan en una ciudad”.

“Siempre es distinto el resultado. Es un parque en Houston y, luego, una avenida con arquitectura contemporánea en Dallas. Lo más emocionante ha sido el encuentro con el público; uno de esos públicos es el de origen latino y ha sido muy marcado el interés de la gente por venir a darme su impresión de lo que ha resultado para ellos la experiencia. Es un orgullo de encontrar un valor mexicano en el espacio donde ellos se encuentran ahora. Pero también hay algo que duele porque entre muchos está la sensación de no estar siendo apreciados totalmente, de estar ahí como personajes incómodos porque así ha sido la política migratoria de estos países”.

Wings of the City es un proyecto de arte urbano, que consta de nueve esculturas de tamaño monumental. La idea de Marín (Uruapan, Michoacán, 1963) es poder recorrer del este al oeste de Estados Unidos, por diversas ciudades. Estas piezas son esculturas que tienen entre dos y cuatro metros de altura y en las que se pueden advertir los temas más representativos del trabajo del escultor, como son equilibrio, balance, introspección.

Llevar la obra a estos espacios públicos en México le ha mostrado a Marín una relación que antes no comprendía en su totalidad y es la forma como el público se relaciona, se acerca y disfruta de las esculturas en espacios públicos:
“Mi trabajo estaba antes en galerías y museos y sacarlo a la vía pública le permitió contactar con públicos muy diversos. Fue un primer paso, casi experimental, llevarlo a la Avenida Reforma y ahí fue mágico; ese punto de la ciudad es mágico, todas las esferas sociales del país confluyen ahí. Fue precioso descubrir que el arte es un catalizador para todos los ámbitos sociales. Ha sido un artículo de consumo cultural para gente de todos los estratos socioeconómicos que tiene este país”, cuenta el artista.

Su pieza Alas de México, que lleva cinco años de haberse instalado en Reforma, se ubicó allí una noche y, de inmediato, incluso desde que la estaban instalando, comenzó a ser un punto donde la gente se tomó fotos a su lado o arriba de ella.

El artista cuenta que exhibirá en Guatemala una muestra de bronces de mediano formato, con sus temas representativos; esa exposición irá a otras ciudades de América Latina.

Jorge Marín (hermano del también escultor Javier Marín) junto a la producción y difusión de su obra, tiene otro trabajo no menos complejo: la lucha contra la falsificación:

“Tengo décadas en ese tema que tiene muchas implicaciones, que se tendría que perseguir y castigar. En mi afán por darle la vuelta a la historia he tratado de proteger y certificar mi obra de varias maneras.  Después de la frustración de verme en todos los tianguis de las ciudades de México y en algunas de Estados Unidos, he buscado  perfeccionar mi trabajo, que sea lo mejor porque la falsificación es de muy poca o nula calidad. Lo que creo también es que como artista debo tener un compromiso por preservar la inversión del coleccionista; me preocupa que la falsificación golpee los precios de mi obra y toda la gente que es víctima de fraude por la venta de falsos”.

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