Los hombrecillos de LEGO son el emblema de una multinacional danesa que durante las últimas seis décadas ha esparcido sus ladrillos de plástico y sus diminutos muñecos amarillos por jugueterías, videojuegos, teléfonos y cines de todo el mundo.
Ahora, un fotógrafo francés ha capturado "infraganti" a esos pequeños individuos en un microcosmos de situaciones insospechadas en el que la fotografía se mezcla con el "stret art", el modelado y la instalación.
"Cuando nació mi hijo dejé de trabajar para ocuparme de él. Muchas ideas han nacido de ahí. Ahora tiene dos años y medio y ya se da cuenta cuándo papá está jugando y cuándo está trabajando", explica el fotoartista.
Alain Samsofy tiene 33 años, reside en Lyon, la tercera ciudad más poblada de Francia. Allí documenta, en instantáneas que merodean por los territorios de "la poesía, el humor y la política" y en las que muestra el asalto de las criaturas de LEGO al mundo de los humanos.
En su parcela creativa, que emana de la cultura "geek" y actualmente se expone en la galería Art Génération de París, los juguetes interactúan con elementos de la vida cotidiana: un pescador lanza su caña en una lata de sardinas, un jefe indio abandona enfadado un restaurante Buffalo Bill, un caracol ataca a su domador...
En su imaginario también aparecen superhéroes del cómic, como Superman, Spiderman o las Tortugas Ninja, o antihéroes de la televisión como Hommer Simpson, todo a partir de los famosos muñequitos con manos de pinza.
Pero entre los referentes de la ciencia ficción, a Samsofy le delata su apego hacia "La guerra de las galaxias", con escenas del "making off" de la prueba de actores para el papel de Dar Vader, del maestro Yoda parodiando a E.T. o de los androides C-3PO y R2-D2 atónitos ante una seta que triplica su tamaño.
"Son personajes que forman parte de mi generación, de los que nacimos en los años ochenta", comenta Samsofy, que en los últimos quince años ha sido vendedor de tablas de "skate", operador de mantenimiento, monitor de deporte, animador de una ludoteca y padre.
Cuando no están posando, los personajes que crea desmembrando muñecos y accesorios de LEGO residen en una inmaculada estantería acristalada de su casa, un inquietante santuario donde decenas de muñecos esperan de pie su llamada en pedestales distribuidos en filas y columnas equidistantes.
"Mi hijo sabe que en casa hay unos LEGO que son suyos, para jugar, y otros que no se pueden tocar", bromea.
De esa guarida, a caballo entre el escaparate de una juguetería y un laboratorio de clonación humana, salen los pequeños personajes que yuxtapone con objetos ordinarios, un ejercicio de perspectiva que también han visitado otros artistas contemporáneos.
El fotógrafo estadounidense Slinkachu, por ejemplo, es célebre por sus cómicas miniaturas hiperrealistas. A su colega británico David Levinthal se le conoce por sus diminutas escenas de guerra.
En lo audiovisual, más allá del clásico filme de Joe Johnston "Cariño, he encogido a los niños" o los dibujos animados de "Los diminutos", el argentino Juan Pablo Zaramella prepara actualmente la serie de microcortos de animación titulada "El hombre más chiquito del mundo".
Samsofy se inició en la fotografía retratando patinadores en parques, barandillas y escaleras. En una época en la que trabajó en un centro de ocio para niños pasaban por sus manos muchos juguetes, que comenzó a colocar en escenarios fotográficos, urbanos o de estudio.
Lo que había empezado como un divertimento se reveló como una ocupación comercial cuando empezaron a llamar los galeristas.
No por casualidad, Samsofy exhibe su trabajo en París cuando también visita la capital francesa la exitosa exposición itinerante "The Art of the Brick", que hasta el próximo 30 de agosto reúne en el recinto ferial de Puerta de Versalles las fascinantes esculturas que Nathan Sawaya genera a partir de millones de bloques de LEGO.
Con el aval dos millones de visitantes a su paso por Nueva York, Ámsterdam o Londres, la muestra presenta composiciones del artista estadounidense, como la silueta de un nadador, un Tiranosaurus Rex de 6 metros de largo y 80 mil 20 piezas de cuerpo, la catedral de Chartres o "La venus de Milo".
sc