El Museo Nacional de Arte Moderno del Centro Pompidou presentó hoy un nuevo recorrido por sus fondos modernos, intensa selección de obras y movimientos que de 1905 a 1965 estructuraron el arte moderno, del expresionismo, Matisse y Picasso, a Duchamp, Warhol o Rothko.
La nueva museografía está llamada a durar varios años pero sólo en parte, pues una quincena de sus 40 salas se transformarán por completo cada seis meses.
La experiencia brindará a los equipos de la pinacoteca, en la que trabajan más de 40 especialistas, la ocasión de introducir una forma de subjetividad que el museo estima necesaria, mientras profundizan y comparten con el público sus centros de interés, contactos, investigaciones y descubrimientos.
Ser claro y pedagógico forma parte del reto, pero también hacer que la visita de la colección permanente del museo sea paso obligado para los amantes del arte, sean turistas o vecinos de París.
Es también un medio de dar visibilidad a los más de 110 mil obras y documentos que convierten la colección de este museo en una de las más importantes del mundo en su género, "tan extraordinaria que hay que hacer un instrumento para la mirada y para la pedagogía", explica el director del museo, Bernard Blistène.
En el Pompidou, institución que contabilizó 3.45 millones de visitas en 2014, en parte gracias a sus grandes exposiciones temporales, el proceso culminará el año próximo con un nuevo circuito por los fondos de arte contemporáneo, desde 1965 hasta la actualidad.
La idea, explicó Blistène, "nació de las reflexiones con los equipos para ofrecer una comprensión de la historia del arte y de su complejidad, así como de sus diferentes movimientos y jalones".
Para hacer avanzar el pensamiento y la investigación e ir más allá de un recorrido lineal, las "salas-dossier" temporales permitirán descubrir a historiadores, críticos y testigos de su tiempo que interpretaron las obras que les interesaban.
Es una manera de mostrar que la historia del arte moderno y contemporáneo "es una gran cantera", una ciencia subjetiva, hecha de pasiones de unos y otros, y que lejos de estar escrita está siempre "por reinventar".
"Siempre pensé que había que poner la historia de las artes visuales en relación con las otras disciplinas; que escritores, poetas y todos los que en cierta forma fueron los testigos de la invención y de la experimentación jugaban un papel esencial", subrayó el director al respecto.
Desde la primera sala -dedicada temporalmente a Georges Duthuit (1891-1973) cómplice y yerno de Matisse- se percibe claramente esta intención de captar la energía de quienes intentaron comprender e interpretar lo que tenían delante.
Se intercalan luego otros "espacios-dossier" como el que ocupa Guillaume Appollinaire (1880-1918) y el papel fundamental que desempeñó el poeta en las vanguardias de los primeros años del siglo XX.
Mediado el recorrido, la publicación "Minotauro" y Georges Bataille (1897-1962) con su visión del surrealismo constituyen otra exposición efímera, muy próxima de la sala Giacometti y la que comparten Derain, Balthus y su hermano Pierre Klossowski.
El taller del inventor del surrealismo, André Breton, ha sido recreado y ocupa todo un muro, de pared a pared, tras una enorme vidriera.
El resto de su contenido está llamado a renovarse periódicamente, y si ahora las obras y documentos abordan su relación con el coleccionismo, dentro de seis meses se expondrán otras relacionadas con su experiencia política, adelantó el director.
En la quinta planta del museo, la experiencia transporta por los ricos fondos de Picasso, Kandinsky, el Constructivismo, el Arte Cinético, el Pop Art, el Expresionismo Abstracto o las Abstracciones Gestuales.
rqm