La primera generación de estudiantes del Centro de El Cairo para la Danza Contemporánea (CCDC) se ha graduado finalmente este mes de febrero, después de años de dificultades, en los que la escuela, la única de estas características en Egipto, llegó a sufrir un cierre temporal.

Su directora artística, Karima Mansur, explica que este centro es "único", no sólo en Egipto, sino en el mundo árabe y también en África, porque no hay otro lugar que ofrezca un "programa de tanta duración, consistencia y calidad" para los aspirantes a bailarines.

Mansur ha luchado para poder ofrecer esta formación a los alumnos, desde que fundó este proyecto junto a otros artistas independientes en 2012, al calor de la explosión creativa que siguió a la revolución de 2011.

Empezó a ofrecer su programa en el Centro de Creatividad ubicado en el recinto de la Ópera de El Cairo, que le fue cedido por el entonces ministro de Cultura, Emad Abu Gazi, el cual "abrió la puerta al diálogo con los artistas independientes" tras la revuelta.

Mansur quería formar un grupo de bailarines, para que pudieran actuar, coreografiar o enseñar danza, y que tuvieran acceso a un espacio propio para ensayar y expresarse, sin que se vieran obligados a viajar fuera del país para ello.

Pero en 2013, el Gobierno del expresidente Mohamed Mursi decidió retirar la financiación a la escuela, cuyas puertas tampoco abrieron después del derrocamiento de Mursi a manos de los militares en el verano de ese mismo año.

Sin embargo, Mansur aseguró que "no se podía dejar morir el proyecto" y que "el entusiasmo e insistencia de los estudiantes" hizo que continuara, a pesar de las dificultades.

La directora consiguió entonces fondos para abrir una escuela privada con sede en el barrio cairota de Mohandisín, donde se celebró este mes, el quinto aniversario del CCDC y tuvo lugar la ceremonia de graduación de la primera promoción de bailarines que han salido de este centro.

Con esa graduación, Mansur consideró que ha realizado la "primera fase" de su sueño que, según reconoce, "cambia, evoluciona y crece" con el tiempo.

No obstante, los estudiantes, los profesores y los objetivos de la escuela han sido los mismos, desde sus duros comienzos en 2012 hasta que concluyó la formación de la primera promoción en junio de 2015, pasando por el parón de 2013, cuando la escuela permaneció varios meses cerradas.

Ahora, el CCDC intenta autofinanciarse ofreciendo clases y talleres a los aficionados, semiprofesionales y profesionales de la danza, y Mansur asegura que intenta hacerlo a un precio asequible para todo el mundo, "dando prioridad al talento y no a los que puedan pagar".

Ibrahim Abdu, uno de los graduados de la primera generación, asegura que ahora es un "bailarín profesional", no sólo por saber hacer movimientos espectaculares, sino porque recibir formación en el CCDC le ha creado "una conciencia".

Antes de comenzar sus estudios, practicaba la danza de forma esporádica en talleres independientes en centros de arte y cultura, pero "no encontraba oportunidades para ensayar de forma consistente y seria".

Para Abdu, el CCDC "es un templo", al que le debe su "técnica y calidad" como bailarín, y su relación con el centro no acabó después de terminar su curso, sino que este sigue siendo "como su casa", a la que acude para "hacer trabajo propio e investigación en el ámbito" de la danza.

El bailarín agregó que un futuro le gustaría dar clases a los niños para ofrecerles la oportunidad que él no ha tenido de pequeño.

La profesora de Hip Hop, Angelique Rochemont, expresó su orgullo al comprobar la evolución de los estudiantes que acaban de concluir su formación.

Además de impartir clases regulares en el CCDC, esta profesora francesa, también ofrece cursos al público aficionado y a niños y explica que su reto radica en inculcar a la gente que el Hip Hop "no es un baile comercial de vídeo clip, sino que tiene estructura, técnica, vocabulario y una historia detrás de los pasos de cada movimiento"

Según subraya, los estudiantes que acaban de graduarse tienen ganas de invertir sus esfuerzos en mejorar la escena de la danza en Egipto, algo que, para ella, "es difícil e impresionante" en este país: "pero está ocurriendo", concluye.

sc

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