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El Quijote que propone Teatro de Ciertos Habitantes no es un flaco envejecido, es un joven, poderoso y fornido hombre de dos metros de altura, con las habilidades físicas de un atleta o bailarín; es también un ser honesto, soñador y, por momentos, algo bobalicón, cursi y mal cantante. Y es, sobre todo, el personaje central de la innovadora propuesta escénica "Quijote, vencedor de sí mismo", protagonizada por Fernando Huerta Zamacona y Xóchitl Galindres.
La obra, con libreto de Mónica Hoth, producida por el Festival Internacional Cervantino (FIC) se estrenó mundialmente en el Mesón de San Antonio: Catacumbas en el marco del encuentro cultural dedicado este año a conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes, con la compañía dirigida por Claudio Valdés Kuri.
"Quijote, vencedor de sí mismo" propone que el caballero andante sale de las páginas del libro para contarle al público en primera persona su propia historia. Durante una hora, Don Quijote comparte su visión, no la de Miguel de Cervantes, de sus más memorables batallas; así como la de otros personajes que no aparecen en los resúmenes ni en las obras de teatro ni en los ballets, como el enredo amoroso entre Cardenio, Lucinda y Fernando.
Ayudado por el público, Don Quijote se convierte en el gran narrador y Fernando Huerta se transforma en un actor capaz de convencer a los espectadores que el caballero puede dar brincos, piruetas y ejercicios físicos extenuantes, con el único propósito de recrear todas las aventuras con la voz y con el cuerpo.
La obra empieza a diluirse cuando aparece en escena Xóchitl, una lectora que sale del público para convivir con el Quijote contador de cuentos y aventuras. En este esfuerzo por humanizar y modernizar al personaje más célebre de Cervantes, la obra cae en un exceso y llega a ser chocante. La presencia de la joven destruye la verosimilitud que había construido Huerta Zamacona.
Xóchitl, en sustitución de Sancho Panza, es la conexión del mundo moderno con Don Quijote. Un mundo en donde los monstruos a vencer son asaltantes o jovencitas que abusan de sus compañeras de escuela. Ambos comienzan a contar sus propias historias y sus aventuras cobran vida cada vez que él abre su libro o ella, su diario. Es una obra que exige la imaginación del público, así como su participación activa, ya sea para ser Cardenio o Lucinda, o para entrar en un diálogo directo con los actores.
Tras su estreno en el Cervantino, que inició sus actividades el pasado 2 de octubre y concluirá el día 23, se presentará también el 14 de octubre en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario.
msl