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Precedido de una historia exitosa, aunque inestable, pues en seis ediciones pasó por tres ciudades mexicanas, el Hay Festival 2016 arriba a Querétaro con una clara apuesta por impactar al mayor número de personas e interesado por crear ciudadanía. En esta séptima edición la hace con un programa cultural en el que participan más de cien creadores encabezados por el Premio Nobel de Literatura 2008, el escritor francés J. M. G Le Clézio.
Se trata de un festival importante, que tendrá una inversión por parte del gobierno municipal de más de 3 millones 600 mil pesos; se espera una derrama económica de 300 millones de pesos y una asistencia de 30 mil visitantes durante los cuatro días de actividades, según los organizadores.
El encuentro literario y de ideas que se realizará desde mañana y hasta el próximo domingo y que incluye una oferta de alrededor de 70 actividades —casi 20 por día porque el festival se concentra en cuatro días— apuesta por el encuentro con las letras, el diálogo, la inclusión, la diversidad y la discusión de ideas y análisis de problemáticas.
“No es festival académico ni de grupos cerrados, es un festival para gente con curiosidad. La idea es llegar a mucho más gente con una gran calidad de programación y contenidos, pero con formatos inclusivos: charlas, conversaciones, espectáculos en plazas. Formatos pensados para llegar a mucho más gente. No hace falta conocer la obra de nadie para disfrutar del encuentro. Esa es nuestra idea”, afirma Cristina Fuentes La Roche, directora del Hay Festival para América Latina y el Caribe.
El festival que incluye actividades literarias, artísticas, científicas, musicales, cinematográficas, de periodismo y de derechos humanos se abre a todas las manifestaciones artísticas y a todas las vertientes de pensamiento.
“La programación del festival, la parte de contenidos la creamos nosotros con apoyo de una red de asesores, con gente de grandes conocimientos sobre cómo y qué programar. El programa es algo muy nuestro”, señala La Roche, quien reconoce que el programa incluye a creadores locales, nacionales e incluso internacionales.
“Con la ciudad trabajamos en las cuestiones de infraestructura y logística porque la idea también es hacer ciudadanía y llegar a la gente. El grupo de artistas y autores invitados se compone de escritores internacionales, escritores nacionales y de Querétaro”.
La ciudad ideal. Tras la estancia del Hay Festival durante un año en Zacatecas, en 2010; de cuatro ediciones en Xalapa, de 2011 a 2014; y de un año en la Ciudad de México, en 2015, el encuentro literario y de ideas llega a Querétaro con programa literario, cultural y social y la participación de otros escritores de talla internacional, como Cees Nooteboom, Juan José Millás, Eduardo Sacheri, Nell Leyshon, Frédéric Martel, Martín Caparrós, Valeria Luiselli, Álvaro Enrigue, Elena Poniatowska y Margo Glantz, entre otros.
Cristina Fuentes La Roche confía en que Querétaro sea la casa definitiva de este festival nacido en Gales en 1988, que se ha replicado en ciudades de América, como México, Italia, España, Brasil, Colombia y Perú.
“Querétaro es ideal, tiene un centro histórico que es Patrimonio Histórico de la Humanidad, que está muy preparado para esta clase de encuentros, con la infraestructura, con una gran cadena de hoteles para todos los precios; tiene sedes en la parte antigua muy adaptables a este festival, hay teatros, el Museo Regional, tiene también universidades, trabajamos con tres universidades para el Hay Joven, hay mucho interés”, dice Cristina Fuentes.
En la víspera del encuentro ya hay charlas agotadas, como la de Carmen Aristegui y la de Elena Poniatowska, pero hay otras conversaciones cuyos boletos ya están a la venta y con buena recepción, a decir de los organizadores. “La gente en general está muy entusiasmada y muy lista recibiéndolo, la logística va muy bien, ya están llegando escritores, el jueves ya estarán todos aquí. Todo está bajo control”, afirma la promotora.
Cristina Fuentes La Roche dice que su intención es que el Festival se quede eterno, para siempre, en Querétaro. “Eso también crea un legado importante, realmente el festival es sembrar semillas, trabajamos así, por ejemplo trabajamos con asociaciones civiles de la ciudad, como la Asociación Leo, trabajamos con casas hogar, con instituciones que trabajan con públicos en situación vulnerable, hacemos allí lecturas, acuden escritores, creo que si eso se repite cada año puede generar muchos proyectos que culminen o comiencen durante el festival. Eso queda como legado”.