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Tras 30 años de trayectoria artística el coreógrafo Óscar Ruvalcaba se cuestionó si había llegado el momento de retirarse, por un momento sintió que la energía viva del arte ya no existía en su ser y empezó a identificar en sus creaciones esquemas y fórmulas que funcionaron en una época y ya no le parecían funcionales. “¿Estoy en contacto con mi tiempo?, ¿lo que tengo que decir es importante para este tiempo?”, se preguntó.

“Los artistas tenemos un universo muy particular y personal, pero creo que tiene que ser un universo poroso, abierto, que debe encontrar algo significativo para seguir construyendo; para mí, las grandes obras de arte son puertas abiertas hacia otros lugares”, dice en entrevista el coreógrafo.

Ruvalcaba se sometió a un profundo trabajo de reflexión e introspección, de sobrevivir a la más severa crisis existencial. “Sabía que había llegado el final y no identificaba el nuevo camino, a dónde más dirigirme, pasé por una época de luto, de orfandad”, explica.

Luego de este periodo, Ruvalcaba inició un proceso de redescubrimiento y transformación.

Así nació la obra Folio en blanco, con la que regresó a los escenarios tras un periodo de ausencia, para presentar una coreografía que pone en la mesa de debate varias preguntas: ¿Qué y cómo conocemos? ¿cómo construimos el sentido de persona, la historia personal partiendo de ese conocimiento? ¿es esto lo que llamamos personalidad o es una máscara?

La pieza es interpretada por Yazmín Rodríguez Rodríguez, Marcos Sánchez, Saúl Gurrola y Acilrac Morales Aguilar, quienes metafóricamente representan en escena personalidades genéricas y formas de interacción en la sociedad, y cómo esa interacción los lleva a tener conflictos a partir de su propia personalidad o máscara.

Son los cuerpos, más que recursos escenográficos, los protagonistas de este montaje donde el espectador asumirá un papel de voyerista. La música que los cobija es experimental y pertenece a Hilary Hahn y Hauschka, Plastikman y Sonic Youth.

“Veía a las nuevas generaciones, y aunque me parece muy valioso lo que hacen, no encontraba referentes y no podía relacionarme con eso. Además no se puede comparar la vida de una persona en sus veintes y otra de 50 años con un recorrido ya muy largo. Tenía tantas preguntas sobre los jóvenes, pero también sobre las opciones que había para mí dentro de este nuevo contexto. Estaba en el limbo”, recuerda.

Siendo miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2015, recibió una beca del Fonca para poder realizar esta pieza. “Empecé a recuperar el impulso y la perspectiva. Me di cuenta de que había cosas que aún eran valiosas, pero también entendí que tenía que dejar ir otras cosas para empezar con algo nuevo. Nunca he abandonado la exploración de mi cuerpo, pero uno sabe cuándo se te despierta un nuevo patrón de movimiento y los bailarines somos muy sensibles a esto”, explica.

Ese nuevo paisaje corporal, asegura, le permitió germinar ideas y movimientos que logró insertar en Folio en blanco. “Para mí es como una tabula rasa, no vacía, pero sí plena de posibilidades. El espacio vacío es la posibilidad del surgimiento de las cosas. Fueron 30 años de trabajo intenso, de pensar en Pina Baush o en Martha Graham. Todo fue muy demandante, hubo una dimensión de la vida que perdí. Esto es lo que ofrezco en esta obra”, cuenta.

Folio en blanco es una de las tres piezas que Ruvalcaba creará en los próximos años. Las dos piezas que restan de esta trilogía las construirá en 2017 y 2018. Todas girarán en torno al mismo discurso coreográfico y temático, relacionado con la personalidad, la máscara, los paradigmas de la naturaleza humana y serán posibles tras el apoyo del FONCA.

La obra que se estrenó el pasado 14 de abril continúa con funciones hasta el 23 de abril en La Caja, foro escénico de la Ex Esmeralda (calle San Fernando 14). Los boletos se pueden comprar a través de sistema Ticketmaster y en las taquillas del Centro Cultural del Bosque.

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