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Son las 11 de la mañana del viernes previo a las vacaciones de Semana Santa. La intensidad del barullo estudiantil ha disminuido, pero una larga fila destaca en la Facultad de Arquitectura. Adultos mayores, jóvenes, adolescentes y niños empiezan a formarse alrededor del Teatro Arquitecto Carlos Lazo. La estampa de fin de semana es común en Ciudad Universitaria. El Taller Coreográfico de la UNAM (TCUNAM), fundado en 1970 por Gloria Contreras, es uno de los programas artísticos más relevantes de la Máxima Casa de Estudios que, desde el inicio, ha conseguido lo impensable: crear un gran público para la danza, que aun después de la muerte de su directora artística, se mantiene fiel a la agrupación.

El 25 de marzo se cumplirán cuatro meses de la muerte de Gloria Contreras, cuyo trabajo a lo largo de 45 años logró un amplio repertorio para la compañía, más de 300 coreografías, 260 obras de la maestra y un significativo público, por quien luchó para que la entrada al Teatro Arquitecto Carlos Lazo fuera gratuita y los boletos para la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, su sede, tuvieran un costo accesible, hoy de $80.

En esa larga fila que espera hasta más de una hora para ingresar al teatro, la gran mayoría reconoce el nombre y las aportaciones de Contreras, a quien, incluso, llaman Gloria. “Vengo al Taller desde hace seis años, la primera vez que vine me pareció hermoso. He traído a mis amigos, a mi familia, siempre vimos que Gloria se entregaba. Luego se enfermó y ya no venía al teatro pero no dejó de estar en contacto con nosotros, las funciones empezaban con un video de ella. Aunque ya no esté, de algún modo parece que siempre está presente”, dice Alejandra Gómez, estudiante de psicología.

Contreras enfermó en 2013 y su presencia fue disminuyendo notablemente hasta casi no estar presente en el quehacer cotidiano del Taller. Los bailarines más jóvenes, especialmente las becarias, no alcanzaron a trabajar directamente con la coreógrafa. Sin embargo, también para ellas su presencia, dicen, es constante. Para los más veteranos su recuerdo es innegable. “Trabajamos a su lado por más de 10 años, así que seguimos con las mismas direcciones que nos enseñó”, cuenta Ricardo Herrera.

Desde la muerte de Contreras, el 25 de noviembre de 2015, el Taller se ha mantenido bajo la coordinación artística de Arturo Vázquez, quien aparece en el programa de mano de cada función como “encargado del área artística”. Aunque la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM envió un boletín el pasado 3 de marzo para informar que la Dirección de Danza de la UNAM está a cargo de la dirección artística, así como de la parte operativa y administrativa de la agrupación.

La trayectoria, el peso histórico de Gloria Contreras, sus aportaciones, su lucha por mantener la independencia artística y su omnipresencia en el devenir de la agrupación jugaron a favor del Taller durante 45 años. La maquinaria parece funcionar, el público sigue respondiendo y los bailarines también. Sin embargo, de acuerdo con críticos de danza, así como de algunos bailarines, hoy la compañía está frente a un nuevo reto: la transformación o la apuesta por la continuidad que, en algún momento, podría jugar en contra de la historia del TCUNAM.

Entre el reto y la resistencia. El crítico de danza Juan Hernández asegura que se está frente a la oportunidad histórica de impulsar un proyecto artístico amplio, plural, diverso, que aporte, con nuevos lenguajes, a una cultura contemporánea coreográfica; mientras que las autoridades universitarias tendrán bajo su responsabilidad tomar las medidas necesarias para fortalecerla.

“El Taller no debe convertirse en el museo de la obra de Contreras, debe responder a las nuevas necesidades de los universitarios de hoy y del futuro cercano. La alternativa no puede ser disminuirla ni dejarla bajo la tutela de la Dirección de Danza de la UNAM que, en este momento, no está aportando nada importante a la cultura dancística de la Universidad ni del país”, ataja.

Hernández agrega que Contreras asumió toda la responsabilidad operativa y artística y se negó a que le impusieran una línea artística desde la Dirección de Danza de la UNAM. Ahora, dice, el reto es sumar para proyectarla como una de las compañías más importantes de ballet y de danza contemporánea incluso a nivel mundial.

Mientras que el crítico de danza, Alberto Dallal, sostiene: “Cuando una persona dirige durante muchos años una compañía y no prepara gente que le dé continuidad, entonces se vuelve un problema. Las instituciones se enfrentan a que no saben cómo autorresolver sus problemas. En la UNAM las decisiones deben tomarse colegiadamente, en lo académico así sucede siempre; de modo que las autoridades de Difusión Cultural tendrán que tomar en cuenta las opiniones de la comunidad para la que están trabajando. Será muy difícil sustituir a Contreras, era una gran administradora y la única coreógrafa; por eso considero que un grupo de personas debería discutir cuál sería el mejor derrotero”.

Para el bailarín Héctor León, sí es necesario un cambio. “Se necesita que haya una real dirección artística que no sólo se ocupe de cuestiones administrativas, sino fundamentalmente de las artísticas. Tal vez continuar con el legado de la maestra Contreras sería imposible, pero sí se podría continuar con la filosofía que motivó a la creación de la compañía, necesitamos una persona que se haga cargo de este barco”.

Ángel Rodríguez, con 10 años en el TCUNAM, explica que los intérpretes están listos para encaminarse hacia otra dirección. “El sello del Taller era Gloria Contreras y se ve muy difícil que alguien pueda continuar con ese legado. Sin embargo, una de las cosas que me mantienen en la compañía con entusiasmo es que exista la posibilidad de vislumbrar otros caminos, los bailarines estamos más que listos para explorar otra cosa, tenemos la capacidad, el corazón, la habilidad. Ella me hizo artista, pero sería refrescante bailar otras cosas”.

Gregorio Luke, hijo de Contreras, sostiene, como lo hizo en el funeral de su madre en la Sala Miguel Covarrubias, que la coreógrafa no sólo hizo obras y formó bailarines, también fue capaz de crear cuadros directivos. “Entrenó a personas durante muchos años. Sé que el cambio es inevitable, pero la compañía, después de la muerte de mi madre, ha hecho estrenos mundiales. Ojalá que se busque conservar lo positivo, pero somos respetuosos de la UNAM”, dice.

Por su parte, Arturo Vázquez, quien ingresó a la compañía como bailarín en 1996 y desde 2006 fungió como asistente de Contreras, opina: “Desde hace dos o tres años hemos sostenido todo lo que nos enseñó, los valores, los objetivos, sus aportaciones. Con ella hicimos el compromiso de defender la propuesta universitaria del Taller y eso es lo que estamos haciendo. No estamos cerrados al cambio, pero esperamos que permanezca su esencia”.

Se buscó una entrevista con autoridades culturales universitarias, pero no hubo respuesta, sin embargo, el rector Enrique Graue aseguró este sábado tras la gala de la OFUNAM: “En el TCUNAM no ha habido mayores cambios, el Taller sigue trabajando, va bien. Se van a tener que regularizar algunas cosas, pero espero que pronto se dé una designación de director artístico”.

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