Con un gran sentido del humor y con la petición de que “mejor dejen ya de aplaudir y vámonos al coctel”, Alejandro Luna Ledesma, arquitecto y escenógrafo, recibió la Medalla Bellas Artes de manos de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda en la “Sala Manuel M. Ponce” del Palacio de Bellas Artes.

Luna, originario de la Ciudad de México, fue reconocido como uno de los pilares del teatro mexicano del siglo XX y por ser una de las figuras fundamentales para la escena mexicana actual.

Luz Emilia Aguilar Zinser, crítica de teatro, comentó que “Luna ha puesto las condiciones para el desarrollo de la práctica del arte escénico en el presente y sin duda será inspirador en el porvenir”.

Con una sala completamente llena y adornada de ovaciones para el arquitecto egresado de la UNAM que a lo largo de su carrera realizó la escenografía e iluminación para más de 200 obras teatrales y 20 óperas, se presentó un video que resumía en halagos y amenas anécdotas la trayectoria de Luna.

Alberto Villareal, director y dramaturgo, compartió las experiencias que le había dejado el trabajar junto de Luna. “En una ocasión le pregunté a Alejandro que si extrañaba particularmente a alguno de estos directores, Héctor Mendoza, Juan José Gurrola, Ludwik Margules, etc, y que si le gustaría volver a trabajar con ellos y la respuesta de Alejandro fue: ‘No extraño a alguno en particular, extraño a una generación, extraño a un grupo de creadores que tenían un modo de hacer, que tenían un modo de provocarte’. Esa ha sido una de las grandes lecciones que he aprendido al trabajar con Alejandro”.

Entre risas, Aguilar Zinser recordó una historia de Martín Zapata que cuenta que “Alejandro no quiere diseñar casas porque el cliente, entra en esa casa que el diseñó, le pone muebles horribles, o los habitantes se visten mal y dicen tonterías. En cambio en el teatro las paredes y los muebles los escojo yo y a los habitantes a veces los visto o si no alguien que sabe hacerlo y les decimos lo que tienen que decir”.

Sus trazos, ideas, cuestionamientos y provocaciones han decorado los escenarios de México, Estados, Unidos, Asia y Europa. Su trayectoria es como una fuerte luz que ilumina el escenario para que la función pueda continuar y el telón se mantenga levantado. Su obra es arte en movimiento.

“Revisar su trayectoria me ha dejado pasmada por su imaginación versátil, su inventiva, que le permite ir de la utilización de elementos metafóricos, abstractos, al más natural radicalismo. Su camino ha estado marcado por el derecho a equivocarse, la voluntad de riesgo, por su resistencia a las formulas dadas, al hombre concebido, su lejanía de todo fundamentalismo. Para él no ha sido de ningún modo atractivo dar prioridad a la fama, a la celebridad. Su trabajo ha sido en el mejor de los sentidos una forma de vida”, expresó, con orgullo, Aguilar Zinser.

Por su parte, María Cristina Cepeda afirmó que “la experiencia teatral es el milagro de la comunicación entre el creador y el espectador que despierta emociones únicas. El teatro nos brinda la posibilidad de ver reflejado el mundo, de observarnos y reconocernos en él. Es en esta disciplina donde Alejandro Luna ha encontrado su vocación y de hacedor sorprendente para hacernos vivir y grabar en nuestra memoria la experiencia teatral. Tu obra es un arte vivo y abierto a jugar con todos los elementos que hacen vibrar un escenario. Tu trabajo es un sello imborrable en la historia del teatro en México”.



lsm

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