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Unos cuantos minutos pasadas las 11 de la mañana del domingo. En la explanada del Palacio de Bellas Artes hay una congregación de cerca de 300 personas y una carpa blanca. Un público heterogéneo, en su mayoría niños acompañados por sus padres y adolescentes, espera con atención a que comience la lectura dramatizada de Alicia en el país de las maravillas, en la celebración de los 150 años de la publicación de la obra del escritor británico Charles Lutwidge Dodgson, conocido como Lewis Carroll.

Funcionarios del Conaculta y del INBA dan la bienvenida y promocionan la nueva edición del clásico infantil que contiene, como novedad, una serie de ilustraciones de la francesa Rebecca Dautremer.

La actriz Tiaré Scanda sube al escenario, la gente le aplaude; agradece por el interés y adelanta que sólo se recrearán dos capítulos. Se une el actor Everardo Arzate y subraya que quizá se escucharán palabras “raras” las cuales pueden ser entendidas por lo que hay alrededor de ellas.

Scanda pronuncia un “Arranquemos” acompañado del diálogo del libro “¿Y de qué sirve un libro que no tiene dibujos ni diálogos?”, con una sonrisa y el agrado de quienes escuchan. Acto seguido lee: “En la madriguera del conejo. Alicia comenzaba a hartarse de estar sentada sin quehacer en la ribera del río (…)”.

Los asistentes atienden puntualmente la presentación. Algunos curiosos se acercan. Los demás se emocionan ante los cambios de voz, las tonalidades de los histriones y su interpretación. Por un momento se interrumpe el relato, una bocina capta una frecuencia radial. La actriz bromea y dice: “Y entonces, Alicia empezó a oír unas voces, oía como que había un radio que le hablaba”. Una asistente le responde la broma, y los demás se ríen. Ella presta su libro a unos niños sentados al frente.

La lectura se retoma varios minutos después, para no demorarse nuevamente. Durante ésta, los diálogos son intercalados entre ambos actores. Si es el caso de dar vida a “Alicia” a través de Tiaré Scanda, si es Everardo Arzate con la voz del conejo, del ratón, de alguno de otro de los personajes o sólo de cuentacuentos. Al ver al público, éste se mantiene atento.

Al finalizar los dos capítulos prometidos, Scanda pregunta si continúan con uno más, con lo que recibe un “sí” al unísono. En más de una ocasión los asistentes no evitan soltar la carcajada ante alguna mueca o interpretación de los actores.

Sin darse cuenta más de una hora pasa, y en medio de un público atento Tiaré Scanda pronuncia “¡Listo!”.

La lectura ha llegado a su fin… por el momento. Para cerrar, se responden una serie de preguntas. Varios no evitan felicitar por el esfuerzo y asegurar que conseguirán el libro para continuar con la aventura pues, se han quedado picados.

Alicia en escena. A la misma hora, se lleva a cabo el evento en otras dos sedes: con María Aura en la Biblioteca Vasconcelos, y con Mirta Reneé en el Museo de los Ferrocarrileros. Asimismo, se efectúa un taller, un performance y otro evento a las dos de la tarde en Bellas Artes.

En este último espacio, los personajes de Lewis Carroll vuelven a tomar vida y se aparecen en la explanada del Palacio, ahora de la mano de Elia Sánchez, Elia Crotte, Raúl Pérez, Ignacio Casas y Gerardo Méndez, quienes realizan una presentación teatralizada de la obra del escritor británico.

Poco a poco, los paseantes se acercan a la carpa ante el grito de “¡Que le corten la cabeza!” que lanza la Reina de Corazones, interpretada por Sánchez. Los más emocionados son los más pequeños, pero las risas son generalizadas ante las ocurrencias de la Carta Seis y la Carta Siete.

—¡Ten cuidado Siete, me estás salpicando todo de pintura!.

—Fue sin que-que, fue sin que-que, querer, me dieron un codazo. Ya mejor caca… mejor ca-ca-cállate, o nos van a cortar la cabeza—, replica la Carta, en voz de Gerardo Méndez y ante las risas del público.

Con música, baile, capas y coronas, los intérpretes transportan a los asistentes desde el Centro de la ciudad hasta el país maravilloso.

“Y así, entre profundas madrigueras, aventuras disparatadas, estrafalarios personajes y maravillas, de grande a pequeña y de pequeña a grande, en ese mundo maravilloso, Alicia nos dijo: ‘Cuando leía cuentos de hadas pensaba que tales cosas no ocurrían nunca, y ahora aquí me tienen metida en uno de ellos… debería escribirse un libro sobre mis aventuras’. Y vaya que sí, ese libro se escribió, y para siempre con nosotros se quedó”, expresa al fondo la voz del narrador para dar fin a la presentación.

Una vez concluida la lectura, el público continua sin retirarse del lugar. Los asistentes, principalmente los niños, se aproximan hasta la tarima y buscan con emoción tomarse una foto con los actores, así como pedirles un autógrafo en sus libros y libretas. Por más de 15 minutos, los espectadores no dejan de acercarse a los intérpretes, quizá porque un recuerdo de ellos significaba al mismo tiempo un recuerdo del País de las Maravillas.

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