Guanajuato.— Creencias caducas señalan que la ópera es para adultos, para entendidos en la materia, para la “gente culta”, lo cual quedó fuera de contexto en la presentación de El pequeño deshollinador, en el Teatro Juárez, donde niños y adultos de municipios del estado tuvieron una gozosa velada operística de alto nivel.

El espectáculo, ópera infantil del compositor inglés Benjamin Britten, fue cortesía de Morelos, el estado Invitado de Honor del 43 Festival Internacional Cervantino (FIC). Los niños, de las comunidades Victoria, San José Iturbide, Cerro Colorado y otros, así como de la escuela “Luis González Obregón” hicieron que los asistentes vivieran una gran experiencia.

A la ópera de tres actos cortos le dieron vida el Coro de Niños y Jóvenes de Cuernavaca, los integrantes del Coro de Cámara de Morelos y un grupo de músicos instrumentistas nativos del mismo estado sureño.

El foso del Teatro Juárez se abrió para el conjunto de dos violines, viola y cello; piano a cuatro manos y sección de percusiones.

Para esa dotación instrumental es para la cual Britten escribió esta pieza en 1949, como parte del proyecto Let’s make an ópera!, obra en la que describe la aventura de Sam, un simpático niño de nueve años, quien es vendido por su padre a Black Bob, un gruñón deshollinador, quien le encarga a Sam que desholline la chimenea de una casa burguesa.

Lamentablemente, el chico Sam sufre inesperadamente un contratiempo mientras está en la labor de deshollinar la chimenea y a partir de ese momento se desata la anécdota de la ópera, que para su montaje en el Cervantino tuvo en el personaje de Sam a la niña Mariana Nájera, quien en su interpretación nunca dejó que el público notara que se trataba de una tierna chiquilla.

La interacción que tuvieron los pequeños con los personajes dio un toque pintoresco a la función. Niñas y niños que se sentaron en los palcos, en la planta baja, arriba, y hasta arriba abuchearon a los antagonistas y pretendieron animar y orientar al pequeño Sam durante su aventura.

El personaje de Black Bob fue interpretado por el bajo Jesús Hernández, y su compinche Clem estuvo a cargo del tenor Roberto Cuevas.

El mismo trato fue aplicado por los infantes a Miss Baggot, la enojona ama de llaves de la casa donde Sam debía limpiar la chimenea. A ella prestó vida Brenda García, una mezzosoprano, quien agregó a su papel de mala una caracterización de expresión severa que granjeó un mayor realismo y dramatismo al personaje que el público detestó rápido.

Al término de la función, que sirvió a un ramillete de pequeños niños y niñas como primer encuentro con la ópera, todos dieron fuertes aplausos a los artistas.

Por razones de identidad natural, y sin los prejuicios que la gente llega a tener cuando crece, los niños y niñas gritaron frases lindas a los personajes, sobre todo a Mariana Nájera, y a quienes ayudaron a que Sam fuera liberado.

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