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ana.pinon@eluniversal.com.mx
Cuernavaca. Joy Laville (Isla de Wright, Gran Bretaña, 1923) camina despacio, risueña, estoica. Le insisten en que recorra en silla de ruedas la retrospectiva de su obra, la más grande que haya visto en México. Rechaza la propuesta con gentileza en varias ocasiones. Quiere ir a pie a reencontrarse con obras que no ha vuelto a ver en décadas.
“Hay obras de muchos años, al verlas me sentí muy a gusto, algunos cuadros nos los veía desde hace 40 años, fue una gran sorpresa porque los encuentro bien. Hay varias que incluso no recordaba, la mayoría son viejos, me caen bien, no todos, a veces dice uno: ‘no debí’; pero estoy muy contenta conmigo misma”, dice la artista en entrevista con EL UNIVERSAL.
Es medio día en Cuernavaca. El Centro Cultural Jardín Borda abre la exposición Joy Laville que cuenta con 135 obras, de las cuales 70 son expuestas por vez primera; coleccionistas mexicanos y extranjeros prestaron algunas pinturas de la artista para el homenaje que le rindió el gobierno de Morelos a través de su Secretaría de Cultura, por sus 55 años como pintora y escultora, así como por sus 92 años de vida, que cumplió el pasado 8 de septiembre.
La artista escucha serena y sonriente las palabras del gobernador del estado, Graco Ramírez, quien detalla que la muestra llevó dos años de trabajo, y que se prepara un proyecto editorial de gran envergadura sobre su obra.
Su decisión de recorrer a pie la muestra con algunas de las obras más representativas de su trabajo y que reúne un conjunto de pinturas, grabados, dibujos y esculturas que dan cuenta de su trayectoria; toma por sorpresa a la mayoría de los asistentes.
El avance es pausado, la artista camina acompañada del gobernador y de su esposa Elena Cepeda; de Cristina Faesler, titular de la Secretaría de Cultura del Morelos; de José Valtierra, director de Museos y Exposiciones y curador de la muestra, y de Antonio Crestani, director general de Vinculación Cultural del Conaculta.
La artista que en 2012 recibió la Medalla Bellas Artes y el Premio Nacional en Ciencias y Artes en el campo de las Bellas Artes, luce contenta, pregunta por el año de alguna obra, escucha atenta los comentarios que le hacen.
Con EL UNIVERSAL comparte que ha sido una mujer feliz y esa felicidad está en sus obras. La pieza que cierra la muestra fue pintada el año pasado. En el cuadro hay cuatro elementos, constantes a lo largo de toda su obra: flores, paisaje de Guanajuato, Jorge Ibargüengoitia, naturaleza. “Son cosas que siempre están en la vida, son cosas importantes para mí”.
Joy Laville es una mujer querida, sus amigos siempre expresan las más nobles palabras que pueden definir a un ser humano, lo mismo Mario Lavista que Enrique Krauze. La muestra misma es un préstamo de muchas obras que están en manos de esas amistades que ha forjado desde 1956, cuando llegó a México por primera vez.
“Gran parte de los cuadros son de colecciones privadas, las negociaciones fueron complicadas porque a la gente le costó mucho prestar su obra por tres meses, la valoran mucho como artista, pero sobre todo como persona. También había obras que fueron adquiridas y que terminaron enamorándose también de la artista como mujer; por fortuna todos entendieron que era muy importante reunirlas en esta magna retrospectiva y Joy quedó muy contenta. Esta es la primera vez que ve la muestra, su cara ha sido de asombro y de gran sorpresa”, cuenta José Valtierra.
La muestra da cuenta de la evolución de la artista, desde sus primeras obras en los años 60 hasta 2014. Los procesos creativos están presentes, la abstracción, la figuración, los colores pasteles, el desarrollo de la figura humana, los colores más claros hasta llegar a la brillantez. “Lo que queríamos es que todo aquél que no la conoce, se enamore de su obra, que se dé cuenta de su evolución”, dice Valtierra.
El recorrido termina en casi tres horas. Los invitados siguen a su lado. Ella no desdibuja su sonrisa, no deja de preguntar y de hacer reír a los que la acompañan. Una niña dibuja una cara sonriente y escribe en el cuaderno de visitas: “Me gustó mucho, quisiera pintar como tú”. Y corre a darle la mano. Joy la mira y acaricia su mano.
“He sido una mujer feliz”, expresa Joy Laville.