La compañía estadounidense Alonzo King LINES Ballet dio anoche muestra de talento y profesionalismo durante la función que ofreció en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, donde recorrieron diversos estilos haciendo un viaje catártico y evocativo.

Pasadas las siete de la noche se apagaron las luces en el recinto y enseguida se levantó el telón para dejar emerger las posibilidades de la danza, mientras los bailarines tomaban la escena al ritmo de “Concierto para dos violines” , de Johann Sebastian Bach (1685-1750) , dando inicio a la velada.

El primer número se dividió en tres movimientos: “Vivace” , “Largo, ma non tanto” y “Allegro” , a lo largo de los cuales los danzantes se apegaron a los estilismos de la danza clásica; concepto visual que logró resaltar la flexibilidad de los ejecutantes y la resonancia emocional de la música.

Las reacciones del público no se hicieron esperar y desde este número, con gritos y aplausos se reconoció la belleza de las formas que los artistas iban plasmando sobre el escenario.

El momento de euforia fue aprovechado para que las personas que llegaron tarde pudieran entrar a la sala.

Luego, para continuar con el clima de emoción llegó la ejecución del segundo número, “Men’s Quintent” (Quinteto para hombres) , donde los cinco integrantes masculinos de la compañía de Alonzo King se apoderaron de la escena.

Sin embargo, ya cuando la pieza se encontraba en ejecución, el más ágil de los integrantes se posicionó por delante de los otros cuatro para resaltar su técnica, haciendo gala de poderosos giros y contorsiones, mientras los demás se unificaban en un solo movimiento y construían una especie de diálogo de enfrentamiento.

El número de los varones terminó con una nueva ovación del público, que una vez más se dejó sumergir en las intenciones emocionales que el baile les ofreció, y dar paso a un intermedio.

Pasados los minutos del descanso, el recinto volvió a quedar en penumbra por unos instantes para luego dar paso a las luces y la aparición de los bailarines que brindaran la última joya de su repertorio, “Writing Grounds” (Terrenos de escritura) , ésta la más larga de las piezas, divida en 14 secciones.

El ambiente se cargó de una sensibilidad mística, con las evocaciones religiosas emanadas de los coros y sus tintes sacros.

Luz tenue, vapores y humedad se reflejaron en el foco de atención, cuando los danzantes comenzaron sus juegos corporales, en formaciones de dúos, grupos pequeños o con los 11 en escena.

El ritmo del ballet se tornó intenso y hasta cierto punto sofocante en comparación con las otras intervenciones, sin duda, la lluvia de imágenes incesantes, los reflejos de prácticas mitológicas fundidos con las extremidades de los protagonistas del baile, generaron torbellinos de emociones en los espectadores.

Por última vez, el público se entregó a los pasos de los protagonistas de la noche, una aclamación de pie se dejó caer sobre el lugar, y Alonzo King subió para agradecer en compañía de sus pupilos y despedirse con una sonrisa de satisfacción ante la aceptación de su espectáculo en el recinto cultural más importante de México.

cvtp

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