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La Cabeza Juárez, de Luis Arenal y Lorenzo Carrasco; el Guerrero Chimali, de Sebastian; las Raíces, de Rivelino; los Indios Verdes, de Alejandro Casarín; el Gorila con Banjo y otras de José Sacal; los animales infantilizados de Fernando Andriacci, y los Timos, de Rodrigo de la Sierra, entre muchas otras, tienen como denominador común el que se encuentran entre las esculturas más cuestionadas y calificadas como feas en la ciudad de México y zona metropolitana.
La condición de arte público de las esculturas las convierte en objeto de las opiniones de los espectadores que cuestionan cómo los gobiernos permiten que se instalen piezas que no tienen una curaduría artística o una razón histórica o de homenaje cívico, que cuestionan por qué se conservan o por qué, por ejemplo, los delegados autorizan que pseudo artistas hagan objetos que se toman el espacio público: un ejemplo de ello fueron las piezas de Enrique Walbey que hace seis años aparecieron en Acoxpa, al sur de la Ciudad, y que provocaron tal polémica que se tuvieron que retirar.
En la vía que conduce a la ciudad de Puebla se encuentra la Cabeza de Juárez , una obra de 1972 que fue creada en el contexto del centenario de la muerte de Benito Juárez; esta pieza tiene la peculiaridad de ser un claro referente urbano, condición que muchas esculturas van ganando con los años; la monumental escultura, mide 13 metros, es además un centro cultural.
Hace dos años y medio se instaló una de las más polémicas esculturas en el Valle de México, el Guerrero Chimalli de Sebastian, que tuvo un costo de 35 millones de pesos y que mide más de 60 metros de altura; la pieza, que es referente de este municipio mexiquense, fue llamada "Mazinger Zeta" (como la serie y anime japoneses) y criticada por su estilo.
El Cantinflas a la entrada de un hospital en la Avenida Álvaro Obregón; las esculturas de la Fuente de Mixcoac en la Avenida Revolución; el Busto de Luis Donaldo Colosio y las Alas de Jorge Marín, todas en Paseo de la Reforma, tampoco han librado las críticas del público.
Este obra no es la única de Sebastian a la que el público cuestiona, también su Caballito amarillo, en Paseo de la Reforma, es objeto de críticas a más de 20 años de su creación.
Sin embargo, uno de los trabajos que más debate originó por la cuestionable propuesta que hacía fue el de las Raíces de Rivelino, a quien se le conoce más por sus vínculos con sectores empresarial y político, que por el desarrollo de una obra de calidad en la escultura. Acerca de sus Raíces, los críticos dijeron que eran pobres y de mala factura.
Hace dos semanas, la Alameda Central recibió los trabajos de José Sacal, cuya escultura, Gorila con Banjo continúa en la Avenida Juárez y, aunque el público se toma fotos abrazando al animal, los elementos y características de la pieza son simples, aburridos y de técnica muy pobre.
Esto mismo se advierte en los Timos de Rodrigo de la Sierra que hasta el 31 de agosto expondrá en la Alameda Central: la simpleza de las piezas, la copia de caricaturas y el discurso tan pobre que ofrecen son argumentos que el público cuestiona del trabajo de De la Sierra.
sc