Más Información
Osiel Cárdenas, exlíder del Cártel del Golfo, recibe auto de formal prisión; enfrentará juicio por homicidio
Jóvenes mexicanos pasan más de 2 mil horas al año en el teléfono; OCDE alerta sobre su impacto en la salud mental
Sergio Gutiérrez Luna destaca aprobación de 25 reformas en la 66 Legislatura; "Un logro histórico para la 4T", señala
Secretario de Agricultura reafirma defensa del maíz blanco; "Seguiremos apoyando la producción nacional no transgénica", afirma
¿Maíz transgénero? Rubén Rocha corrige desliz durante discurso en Sinaloa; destaca importancia del maíz blanco
Sheinbaum asegura apoyo total a Sinaloa para enfrentar violencia; "Nunca los vamos a dejar solos, aquí está la presidenta"
Hace 74 millones de años, lo que hoy es Baja California, México, era una tierra con muchas partes inundadas, donde convivían dinosaurios, tortugas, cocodrilos, lagartijas, peces y mamíferos; ahora es una fiesta de huesos para los paleontólogos. En ese entonces, el llamado Mar Interior Occidental dividía Norteamérica en dos grandes masas continentales: la occidental Laramidia y la oriental Apalachia. Baja California formaba parte de Laramidia.
Fiesta de Huesos, uno de tantos micrositios fosilíferos, se encuentra a unos siete kilómetros de El Rosario de Abajo, en dicho estado del país. Ahí, bajo la dirección de Marisol Montellano Ballesteros, investigadora del Instituto de Geología de la UNAM, Dalia García Alcántara realizó el trabajo de campo para su tesis de licenciatura en Biología Microvertebrados cretácicos de la localidad Fiesta de Huesos, de El Rosario, Baja California, México.
Del sedimento recolectado en su capa fosilífera, conformada por lutitas y areníscas de grano fino, la bióloga universitaria recuperó, con ayuda del microscopio, pequeños huesos que dicen más que mil palabras.
“Entre ese material fosilífero hay restos de mandíbulas que pertenecieron a lagartijas y anfibios, tubérculos de caparazón de tortuga, unas pequeñas garras de dinosaurio y dientes de dinosaurios, mamíferos y cocodrilos”, informa.
Dientes
Según las pesquisas y los análisis de García Alcántara, hay dos nuevos registros de microvertebrados: una lagartija y un dinosaurio, basados en dientes fósiles para la formación El Gallo.
Identificó un reptil del orden Squamata no reportado anteriormente en la formación El Gallo. Se tenían registros de una lagartija llamada Dicothodon bajaensis, que sólo se ha encontrado en esa zona de Baja California (es decir, se trata de un organismo endémico, un caso similar a lo que ocurre con los ajolotes de Xochimilco).
Sin embargo, el reptil recuperado por García Alcántara es distinto, aunque no sabe a qué género o familia asignarlo. Por las características del fósil, no se puede hacer una identificación más específica. Sus dientes son más cilíndricos, más redondeados, mientras que los de D. bajaensis son más aplanados y mucho más alargados.
Por primera vez se reportó también para esa zona un dinosaurio conocido como Dromaeosaurus sp. El registro de este género permite sugerir que su distribución alcanzaba más el sur y la costa del Pacífico de Norteamérica.
“El diente que encontré lo pude catalogar como de Dromaeosaurus sp. por la curvatura que presenta en la carena anterior. Esa curvatura, el tamaño de los dentículos (especie de dientes más pequeños) y el arreglo o espacio interdenticular permiten asignarlo a este género de dinosaurio”, dice García Alcántara.
Siete órdenes de vertebrados
Con base en la identificación de los dientes y fragmentos óseos, la bióloga de la UNAM identificó siete órdenes de vertebrados: Anura (ranas y sapos), Squamata (lagartijas), Crocodylia (cocodrilos), Testudinae (tortugas), Ornithischia (dinosaurios herbívoros pico de pato), Saurischia (terópodos o dinosaurios carnívoros) y Multituberculata (pequeños mamíferos).
Por ejemplo, recuperó tubérculos de caparazón característicos de la tortuga Naomichelys sp., dientes de cocodrilos Leidyosuchus sp. y Brachychampsa sp., dientes de terópodos Troodon sp. y Richardoestesia sp., así como dientes del hadrosaurio (pico de pato) Magnapaulia laticaudus, un incisivo de un multituberculado indeterminado y un molar del multituberculado Cimolodon sp.
“El hadrosaurio Magnapaulia laticaudus era uno de los dinosaurios pico de pato más grandes que había: tal vez medía unos 12 metros de largo. Cuando a este herbívoro se le caía un diente de tanto masticar ramas y hojas de árboles, le salía otro, como ocurre con los cocodrilos”, señala.
En cuanto a los dientes de cocodrilo que García Alcántara halló y reportó en su tesis, pertenecen a los géneros Leidyosuchus sp. y Brachychampsa sp.
Los fósiles más abundantes en Fiesta de Huesos pertenecen a cocodrilos y saurisquios, con un 26% cada uno. En cambio, al comparar la abundancia por órdenes con la asociación faunística encontrada en ROS 51, otro micrositio fosilífero del área, en este último los fósiles de cocodrilos y anuros fueron más abundantes.
Los fósiles encontrados en Fiesta de Huesos sugieren que este micrositio fosilífero no tenía tanta influencia marina, debido a la ausencia de organismos propios del mar como la raya Ptychotrygon sp., que se recuperó en ROS 51 y fue trabajada por otro alumno de la UNAM que también participa en esta investigación.
Datos no concluyentes
Uno de los objetivos de la investigación de García Alcántara fue comprobar o refutar la hipótesis de gradiente latitudinal propuesta por el paleontólogo Thomas M. Lehman, quien postuló que las faunas que habitaron el norte de Norteamérica (Estados Unidos y Canadá) eran muy diferentes de las del sur de Estados Unidos (Texas) y el norte de México (en este caso Baja California).
“Al comparar los fósiles rescatados e identificados en Fiesta de Huesos con los de otras localidades de Norteamérica, no encontré una diferencia notable entre unos y otros”, indica.
Aquí, como allá, habitó el terópodo Troodon sp., un dinosaurio pequeño parecido a los velocirraptores, que generalmente se reportaba en el norte de Norteamérica. Ahora, con las tesis de ambos universitarios, también está registrado para México.
“Sí hay especies propias de las asociaciones faunísticas del norte y sur de Norteamérica, pero las diferencias no son marcadas. Las faunas comparadas no se agruparon de acuerdo con su posición geográfica en el norte y el sur de Norteamérica, como postula Lehman.”
No obstante, lo que García Alcántara reporta en su tesis no es concluyente. Falta obtener más datos a partir del análisis de una muestra más grande de restos fósiles, para lo cual resulta indispensable encontrar más micrositios fosilíferos en El Rosario y estudiarlos.
“Además, debemos considerar que las localidades del norte de Norteamérica se han venido estudiando desde hace casi 100 años, mientras que el estudio de las de Baja California se reinició hace tan sólo 12 años”, puntualiza.
Invertebrados
La bióloga también extrajo del sedimento de Fiesta de Huesos algunos moldes de invertebrados que pertenecen a las familias Planorbidae, Mactridae y Nuculidae (son caracoles, algunos con espirales; otros se parecen a los bivalvos).
“Los microvertebrados aportan información importante para el estudio de las asociaciones faunísticas, así como de los patrones de distribución de las faunas y sus implicaciones paleoecológicas. Por eso es importante continuar con los trabajos en Fiesta de Huesos. De este modo podremos establecer no sólo la composición de su fauna, sino también sus relaciones paleobiogeográficas con el resto de las faunas de Norteamérica”, concluye.