Murió esta madrugada a la edad de 79 años el arqueólogo, Ángel García Cook, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Gacía Cook se destacó por su trabajo en la región de Tehuacán-Cuicatlán, desarrollado desde sus inicios en campo, en 1961, así como en la Zona Arqueológica de Cantona, en Puebla, recibió un homenaje en octubre del 2016, como un reconocimiento que el INAH hizo de su trayectoria profesional de más de 56 años.
En un comunicado el INAH informó del sensible deceso, sin precisar las causas de su muerte, sólo dio a conocer datos relevantes de su trayectoria arqueológica.
Agregó que García Cook nació el 17 de agosto de 1937 en Teotitlán del Camino, Oaxaca, hoy Teotitlán de Flores Magón, en la región de la Cañada, cerca de los límites con Puebla.
El arqueólogo se sentía orgulloso de “haber encontrado los olotes más antiguos del mundo” en las cuevas de Coxcatlán, San Marcos y Purrón, en sus primeras investigaciones de campo al lado del maestro Richard S. MacNeish.
De sus trabajos tiene más de 200 títulos entre libros y artículos, de los que sobresalen algunos que son fundamentales, como Análisis tipológico de artefactos —derivado de su tesis de maestría— y La producción alfarera en el México antiguo.
A García Cook le gustaba recordar que por simple curiosidad, en 1958 había acompañado a su amigo Gabriel Moedano a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde el director de la escuela los invitó a inscribirse y fue así como inició su trayectoria en la arqueología.
En 1960 empezó a trabajar en las colecciones del Museo Nacional, y en 1961 hizo su primer trabajo de campo invitado por el profesor José Luis Lorenzo, jefe de Prehistoria en el INAH, para laborar con el doctor Richard N. MacNeish en una investigación sobre el origen de la agricultura en el Valle de Tehuacán.
Consideraba que ése había sido el mejor proyecto que había llevado a cabo, de gran importancia mundial, que arrojó más de 100 mil restos de plantas, entre ellas vestigios de maíz de 7 mil años de antigüedad.
Sus investigaciones en la región de Tehuacán-Cuicatlán, reserva de la biósfera que se ubica en los límites de Puebla y Oaxaca, forman parte del expediente que da sustento a la inscripción de esta área en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como Bien Mixto.
Otro de los proyectos de su trayectoria fue el de Cantona, donde laboró desde 1993, también fue pilar en la creación de los métodos y técnicas para el salvamento arqueológico, muchos derivados de la construcción de presas y gasoductos en la región de Puebla-Tlaxcala y la Huasteca.
En su desempeño en campo sobresalen los proyectos arqueológico-botánico Tehuacán y Ayacucho-Huantla, los proyectos arqueológicos Puebla-Tlaxcala, Huaxteca, Cuenca Baja del Pánuco, Suroeste de Puebla y Norte de la Cuenca Oriental. Del mismo modo se aprecia su intervención en trabajos regionales de salvamento arqueológico de varias presas en Chiapas, Michoacán y Guerrero.
En las áreas administrativas del INAH, fue jefe de la sección de Arqueología del antiguo Departamento de Prehistoria (1967-1972); creador y jefe del Departamento de Salvamento Arqueológico (1978-1980), hoy dirección; miembro del Consejo de Arqueología y su presidente de 1979 a 1981.
Asimismo, fue jefe del Departamento de Monumentos Prehispánicos (1980) e impulsor de su transformación a dirección. También, director de Monumentos Prehispánicos (1980-1983), y director de Arqueología (1989-1992), hoy Coordinación Nacional de Arqueología.
Desde 1965 fue profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Impartió más de 150 conferencias en diversos foros académicos de México y de otros países.
Desde 2012 se le otorgó la mayor distinción que puede alcanzar un académico, ser nombrado emérito, en reconocimiento a la consistencia de sus estudios, la organización de entidades académicas desde sus cargos y la construcción de conocimiento que generó y transmitió con gran disposición.
En 2014, el INAH y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) crearon la Cátedra Ángel García Cook, en un homenaje al connotado especialista, quien desarrolló en la entidad algunos de sus más importantes estudios arqueológicos. Ese mismo año, recibió la medalla UNESCO.
En 2015, al cumplir 55 años como arqueólogo, el INAH le otorgó el Pectoral de Juego de Pelota que le otorgó el INAH.
sc