A Teresa Uriarte

A Tere Uriarte Doña Catrina un sustote le dio,

pero al final sólo a Gloria Contreras se ejecutó.

¡Ay, doña Gloria, en el taller que fundaste

que paquetetote cochino heredaste!

“En la UNAM hay changarritos sólo si de Gloria son”,

dijo Uriarte sin denuncia clara, sólo se le “chispoteó”.

Luego quiso la profesora llevársela de a muertito.

“No me engañas. Chupas faros”, la huesuda remató.

“No te vayas, Teresita”, Nicolasito gritaba.

Hoy descansan muy juntitos, sus exabruptos ya pagan.

No hay penas ni novenarios. Nadie su presencia extraña.

Ya reposan, solitarios, en el panteón del olvido.

A Teresa Franco

Cuando Teresa Franco supo

que la Calaca acechaba,

se dijo “mejor me ocupo”

y después de una risa macabra

se puso a hacer la maleta

y a Rusia se lanzó en marcha

En aquel país tan lejano

algún zar de la academia

la esperaba con regalos

inspirados por la astenia.

Pero a la Flaca no escapa

nadie porque hasta allá camina.

Cuando menos lo esperaba

que se quiebra a media estepa

la ex reyna roja del inah.

"El negro ese es mi color

pero hoy me vestí de blanco

para disfrutar del honor

de llevarme a doña Tere Franco."

A Rafael Tovar

Un día a Rafael Tovar la Catrina le informó:

“Qué padre traes la melena, me queda pa’ peluquín,

se me hace que ya merito te meto en mi maletín”.

Por supuesto que el secretario la libró por un pelito,

de la greña ya lo jalaban, ese era su mayor delito

y entre tanta rebatinga todo el cabello perdió.

Vivito quedó Tovar para seguir retozando

pero pa’ desgracia suya la muerte siguió jeringando.

“Te devuelvo la melena”, le dijo la calavera.

pero dame otra cosa a cambio

esto así que no se queda.

Entonces sin reglamento ni presupuesto

el secretario siguió

peinándose su melena

y reinando en Chimalistac.

“Yo ya tengo mi greñita

de nuevo donde debe estar,

ahí que sufran en el Fonca

por lo que no han de cobrar.

A Teodoro González de León

Por la ciudad don Teodoro andaba y sus obras veía,

del Tamayo al Manacar a todas las presumía.

Mas la muerte lo buscaba desde hacía ya 90 años,

quería que le diseñara casa con sus dos baños.

Con papeles y un lápiz la huesuda le pidió

un humilde condominio cuyos rasgos exigió:

“con la grandeza del Muac y el elegante Tamayo,

no repares en el tiempo ni tampoco en el tamaño”.

El arquitecto empezó y le mostró el resultado.

Y la guadaña cayó cuando la huesuda vio

que el condominio soñado parecía una casa Geo

con lujos de Infonavit

A Ignacio Padilla

La flaca ni se dio cuenta del error que cometió

al mandar al buen Nachito tan temprano al socavón.

Cuando razonó lo hecho las canillas le temblaron.

Quiso recular perpleja porque se había equivocado.

Padilla era el mejor del Crack, eso ni duda tenía,

era el más inteligente y el menos aburridor,

tan de buen ánimo siempre, siempre tan encantador.

Un escritor ingenioso, de estilo arrebatador.

La muerte tilica y flaca fue acusada de traidora,

de pérfida y miserable por la comunidad literaria.

En el paraíso de autores, Carlos Fuentes reclamó,

Garcilaso de la Vega molesto le armó un dramón

y ni se diga Cervantes que le dio todo un sermón.

Nacho Padilla se ha ido, hace dos meses de ello,

México perdió su pluma y su gran inteligencia,

Pero nos quedan sus libros, su humor y su sapiencia.

La muerte tan distraída no ha salido del espanto

y por pura mala leche ya se ha llevado a otros cuantos.

sc/nrv

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