La agricultura comenzó durante el Neolítico, hace unos 10 mil años, y ahora un nuevo estudio sugiere que el inicio y extensión de esa práctica no fue obra de un único grupo, sino que se produjo en múltiples poblaciones cercanas, pero genéticamente diferenciadas.
Dónde y cómo se originó la transición de cazadores-recolectores a la agricultura sedentaria es objeto de debate y los resultados de un nuevo estudio que publica hoy Science, apoyan la hipótesis de que la cultura agrícola se extendió por Europa, África y Asia a partir de varias fuentes de población.
"Se había dado por sentado que los primeros campesinos pertenecían a una población única y genéticamente homogénea. Sin embargo, hemos descubierto que había profundas diferencias genéticas entre esas primeras poblaciones de agricultores, lo que indica ancestros muy diferentes", explicó uno de los autores del estudio Garrett Hellenthan del University College de Londres.
El equipo estudió el ADN de algunos de los primeros agricultores encontrados en la región iraní de Zagros y descubrieron que su genoma era muy diferente al de los primeros campesinos del Egeo y de Europa.
Sin embargo, los expertos sí que identificaron similitudes entre el ADN de los campesinos del Neolítico y el de la gente que vivía en el sur de Asía, Afganistán, Pakistán e Irán.
"Sabemos que las técnicas agrícolas, incluidos varias plantas y animales domésticos, surgieron a lo largo del Creciente Fértil -Mesopotamia asiática, entre los cursos inferiores de los ríos Tigris y Eúfrates-, sin un centro en particular", explicó el profesor Mark Thomas de la misma institución.
Pero descubrir que esta región estaba formada por poblaciones de campesinos genéticamente muy distintas "fue una sorpresa. Estimamos que se separaron hace entre 46.000 y 77.000 años, por lo que es casi seguro que tenían aspectos físicos diferentes y hablaban lenguas diferentes. Es casi como si debiéramos estar hablando de un origen federal de la agricultura", agregó el experto.
Para lograr más datos, los expertos secuenciaron el ADN de cuatro esqueletos de la región iraní de Zagros, el lugar donde se han encontrado algunas de las evidencias más antiguas del surgimiento de la agricultura.
Los análisis genéticos descubrieron la existencia de un grupo humano cuyo ADN no se había secuenciado hasta ahora y que presenta características muy diferentes de los hombres neolíticos de Anatolia, la población que suele considerarse como el ancestro más probable de los agricultores europeos.
Estos resultados sugieren que los campesinos de la región de Zagros, cuyas secuencias genéticas guardan gran similitud con las poblaciones actuales de Pakistán y Afganistán, no fueron los predecesores de los primeros granjeros europeos.
Es posible que se separaran de los antiguos genomas de las poblaciones neolíticas de Anatolia, hace más de 40.000 años, según los autores, lo que sirvió con una fuente separada de expansión de la agricultura.
El paso de la caza y la recolección nómada a la agricultura sedentaria fue uno de los cambios comportamentales más importantes desde la aparición de los humanos en África hace unos 200.000 años.
Esa transición produjo cambios profundos en las sociedades, entre ellos una mayor densidad de población, nuevas enfermedades, desigualdad social, vida urbana y, en última instancia el surgimiento de las civilizaciones antiguas, señala un comunicado.
Tal fue el impacto de la agricultura en nuestra especie que los arqueólogos han debatido durante más de un siglo sobre cómo se originó y se difundió a regiones fronterizas como Europa, el norte de África y el sur de Asia, indicó Stephen Shennan.
El equipo ha mostrado, por vez primera, que diferentes poblaciones en varias zonas del Creciente Fértil llegaron a soluciones similares en su búsqueda de una nueva forma de vida en las nuevas condiciones creadas por el final de la última Edad de Hielo", agregó.
sc