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La Compañía Danza Contemporánea de Cuba y la Orquesta Internacional de las Artes, bajo la batuta de Kenneth Kiesler, en ausencia de Alondra de la Parra, presentaron ayer en el Auditorio Nacional "Carmina Burana – Producción Monumental", espectáculo creado con la cantata de Carl Orff.
En medio de aplausos y del anuncio de que -debido a su embarazo- De la Parra no iba a poder dirigir esta noche, Kiesler tomó su lugar, batió sus manos y la música se hizo presente. El sonido suave de la flauta transversal comenzó a recorrer el recinto. En seguida, los demás instrumentos se unieron para darle forma al Bolero de Maurice Ravel, pieza para orquesta en un solo movimiento elegida para dar la bienvenida al público.
El telón se levantó y la danza apareció con movimientos fuertes y precisos que mostraban a varios bailarines convirtiéndose en uno solo, cobijados por la música de la orquesta y con las más de 80 voces que formaban el coro que hacía vibrar el lugar.
El espectáculo conjugó la danza, el canto y el video de manera armoniosa al muy particular estilo de la compañía de danza cubana, lo cual hace que no se pierda la esencia original de la obra.
La coreografía estuvo a cargo de George Céspedes, Primer Bailarín de la Compañía Danza Contemporánea de Cuba. "La coreografía se construye con movimientos populares, citadinos, como herramientas para armar las composiciones especiales; el amor se manifiesta desde el virtuosismo físico de los bailarines, que enfatizan la perspectiva carnal", comentó Jorge Brooks, manager de la compañía dancística.
El espectáculo presentado por primera vez en 2008 y galardonado en 2009 con el premio Lunas del Auditorio Nacional en la categoría de mejor espectáculo de danza contemporánea, contó con la presencia del bailarín y coreógrafo internacional, Rasta Thomas, que por más de una hora deleitó a los presentes con su destreza, precisión y fuerza.
La noche se engalanó con la presencia de los solistas Víctor Hernández, tenor; Anabel de la Mora, soprano y Josué Cerón, barítono, que con sus voces sedujeron a cada uno de los asistentes.
Al finalizar el montaje, el público ovacionó de pie a toda la monumental producción que logró "hacerme vibrar con la clásica música de Orff, aderezada con movimientos modernos, con una orquesta impresionante, con las voces del coro que bien podrían ser angelicales y con una calidad internacional en el espectáculo, que bien valdría la pena volver a disfrutar", expresó Karen Cortés, una de las asistentes al evento.
sc