Más Información
Jueces y magistrados acusan registros “inflados” en inscripción a elección judicial; exigen transparentar listas de aspirantes
Diputada del PAN plantea reforma para ampliar servicios de atención infantil; va por estrategia enfocada en Primera Infancia
Mauricio Kuri garantiza seguridad tras ataque a bar Los Cantaritos; niega que conflicto de otros estados se traslade a Querétaro
Rubén Rocha admite “encuentros” entre grupos criminales y autoridad en Sinaloa; “ahí va la seguridad en el estado”, dice
Marcha 25N: Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer; cierres y cortes viales, minuto a minuto
Ayer fue inaugurado Possesing Nature, pabellón mexicano en la 56 Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia. Como varias propuestas en esta edición de la bienal, es una obra que está aconteciendo y que puede brindar una experiencia diferente a cada espectador. Se presenta en el Arsenal, espacio que por los próximos 20 años acogerá proyectos de México en las bienales de Arte y Arquitectura.
La propuesta mexicana es de los artistas Luis Felipe Ortega y Tania Candiani, con curaduría de Karla Jasso, quien desde Venecia habló en entrevista. Comentó que Possesing Nature es una magnífica pieza, muy bien lograda: “Lo que veo son ideas compartidas entre tres y materializadas en una instalación precisa”.
Jasso explicó que está concebida como un aparato de ingeniería, una escultura monumental que en sí es un sistema hidráulico que va tomando agua de la laguna de Venecia, la succiona, luego esa agua recorre la escultura y llega a un orificio sobre el que se proyecta una filmación de las ciudades de Venecia y de México sobre sus lugares más fallidos de desagües.
“Es muy espectral, las imágenes se arrojan a esta superficie. Son grabaciones de aguas, de la caja del gran desagüe de Porfirio, de Tequixquiac, de Xochimilco, de canales en Venecia que tienen muchos problemas de aguas estancadas. Y cuando se proyectan sobre el agua, lo que tenemos es una especie de yuxtaposición de masas acuosas sobre un agua contaminada, que es el agua de la laguna de Venecia. Se sienten como hologramas, imágenes con más profundidad que proyección”.
Como una crítica a los emplazamientos de la modernidad fallida, desde el punto de vista de las grandes obras de infraestructura de desagües en ambas ciudades, Jasso describió la obra:
“No está en juego si las ciudades son diferentes o iguales. Lo que se plantea es la pregunta por la diferencia entre destino y futuro, que es el concepto de la Bienal planteado por el curador Okwui Enwezor. Nuestra propuesta es presentar esa pregunta, una pregunta que quiere distinguir lo que significa futuro. Hay en las dos ciudades infraestructuras, problemáticas de poder, geopolítica y agenda diferentes. Pero la intención no es decir ‘México es más complejo que Venecia’. Son complejas las dos; están marcadas y en una sigue existiendo el agua y en la otra no. Es una pieza que trata más sobre historia; la diferencia entre ellas tiene que ver más con el destino que ambas enfrentaron”.
—¿Cómo las cambió la modernidad?
—En México tratamos de enfatizar al desagüe como esa forma de emplazamiento de la modernidad fallida, que en poco tiempo se convierte en ruina, donde hay un énfasis de monumentalidad cada vez que se comienza un proyecto de desagüe que luego tiene poco tiempo de operación y que está destinado a ser una infraestructura fallida. Venecia no tiene el mismo caso: es la historia de un régimen que apostó por un imperio naval, que mantiene su forma pero que ya no posee el mar.
Sobre cómo la obra es cambiante, Jasso comentó: “Lo que he visto de la Bienal hasta ahora es que muchas son obras vivas, que acontecen a manera de performance, con sonidos, cantos, que no están programadas exactamente. Creo que hay inquietud y emoción por eso, por no tener un concepto de obra terminada”.
El pabellón se inauguró ante la directora del INBA, María Cristina García Cepeda. La Bienal abre mañana, cuando también se conocerán a los ganadores.