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cultura@eluniversal.com.mx
Roma.— México estará presente en la 56 Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia con la instalación Possessing Nature, una escultura monumental dotada con un sofisticado sistema hidráulico, que evoca la manera en la que Venecia y la ciudad de México han afrontado históricamente el problema del agua en sus territorios.
Estos contrastes, el concepto artístico, técnico y audiovisual que expresa la instalación, así como las dificultades que conlleva un trabajo bicéfalo son algunos de los temas que abordan, en esta entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL, Tania Candiani y Luis Felipe Ortega, los autores de esta obra.
¿Cuál es el principal objetivo de Possessing Nature y cuál su traducción en español?
Ortega: Poseyendo o Posesión de la naturaleza podría ser la traducción de nuestra obra, cuyo primer objetivo es que México genere una interlocución con la propuesta del curador de la Bienal, con Todos los mundos futuros. Con esta obra hacemos asimismo un enunciado en dos niveles, uno histórico-social relacionado con la ciudad de México y Venecia, ciudades anfibias; y otro que tiene que ver con elementos estéticos y visuales del arte contemporáneo.
En este sentido me parece que hay una idea bastante sólida relacionada con el agua, con todas las decisiones que se han tomado históricamente al respecto en México y en Venecia, pero también sobre las muchas cosas que los artistas mexicanos podemos aportar al arte en el mundo. De los últimos 80 años es imposible hablar del arte sin pensar en lo que México ha aportado.
La idea original de esta instalación ¿es de ambos o bien de uno de ustedes y después entre los dos desarrollaron el proyecto?
Ortega: La idea original es de la curadora Karla Jasso. Cuando ella nos convocó ya tenía hecha esta reflexión, y a partir de la misma empezamos a desarrollar sus posibilidades formales sin perder de vista su idea-proyecto, la cual fue ejecutada no sólo escultóricamente, sino con video y agua de la laguna de Venecia. Nuestro objetivo era llevar la idea de Karla lo más lejos posible en términos formales.
El resultado es una escultura monumental, un sistema hidráulico muy sofisticado y una proyección de video sobre agua, lo cual es algo muy complejo en términos técnicos.
¿Qué problemas tuvo la realización de esta instalación que, como dice, es una obra particularmente compleja?
Ortega: Debo decir que no tuvimos ningún problema, porque logramos hacer un equipo increíble, al que se agregó el equipo italiano, que necesitó de un ingeniero hidráulico de mega primer nivel.
La pieza se construyó en México, con técnicos de nuestro país, se probó allá y se trajo a Venecia. El trabajo también exigió investigación teórica e histórica, así como de un equipo de camarógrafos, ya que filmamos en Venecia, Xochimilco y en los canales de Tequixquiac, cerca de Hidalgo.
El INBA hizo, por su parte, un trabajo extraordinario en términos de administrar el proyecto. Yo en lo personal estoy muy contento porque cada quien hizo su labor de manera muy profesional y esto va a permitir que el Pabellón camine sin las especulaciones que a veces nos llevan a tropezar.
Visto que la instalación fue realizada y concluida en México, ¿tuvieron problemas para montarla en Venecia?
Candiani: Fue un trabajo de un montón de gente y estamos muy emocionados y orgullosos con el resultado.
El montaje no creó problemas, pero las autorizaciones no fueron fáciles, los procesos burocráticos relacionados con meter agua de la laguna de Venecia dentro del Pabellón. El agua está a sólo seis metros, pero tenía que atravesar un terreno militar. Para sumergir nuestra bomba y hacer que el agua de la laguna circulara dentro de la pieza tuvimos que hacer gestiones no sólo con el organismo que se encarga de la misma y con otras instituciones, sino también con los militares. Por fortuna el último permiso lo obtuvimos el día de mi llegada a Venecia.
¿Cuánto tiempo tardaron en montar la instalación?
Candiani: El día que llegué también llegó la instalación. Al siguiente se metió al Arsenal y se hizo la descarga del agua. A partir de ese momento trabajamos 20 días con un equipo maravilloso de más o menos 20 personas, entre gente de México y montadores italianos. Cada una de las partes de la pieza tuvo que ser ensamblada, después se introdujeron los canales, se montó la cabeza de la máquina y todo el sistema electrónico.
¿La sede del Pabellón de México era adecuada para esta obra o se tuvieron que hacer muchos ajustes?
Candiani: No se hicieron ajustes, porque la pieza está hecha para la sede. En diciembre, aunque ya teníamos los planos, venimos para conocer el espacio. Venimos con Ricardo Casas, nuestro productor mexicano, y con unos ingenieros que tomaron nuevamente medidas con láser para poder tener un levantamiento preciso del lugar. Ahora la pieza parece incrustada entre las columnas de la sala de armas, porque está pensada y realizada para este lugar. Por eso encaja perfectamente.
Independientemente de los aspectos técnicos, ¿esta obra encierra una crítica?
Candiani: La pieza tiene muchas capas críticas, de historia. El punto de partida es el momento en que se secaron los lagos de Tenochtitlan, como un acto de poder, arrogancia y colonización, una decisión errada que marcó la relación de la Ciudad de México con el agua.
La horrible coincidencia con esta pieza es que lo que queda del agua de Texcoco también va a ser secado para construir un aeropuerto. La obra encierra una crítica a estas decisiones que acaban con los medios naturales. No es una pieza que tiene que ver con el agua, el agua es el hilo conductor.
Se sabe que los artistas son individualistas y celosos de su trabajo, ¿fue difícil trabajar a cuatro manos?
Candiani: Lo que hicimos fue sumar nuestras sensibilidades. Nuestras voces son distintas y esto le da a la pieza muchísimo más poder, es un acto de negociación y entendimiento.
- La instalación de Luis Felipe Ortega y Tania Candiani evoca la manera en la que Venecia y la ciudad de México han afrontado el problema del agua en sus territorios a lo largo de su historia.