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Quizás el caso más polémico de democracia directa, en lo que va del siglo XXI, sea el Brexit.
En junio se cumplirán tres años desde que los británicos eligieron salir de la Unión Europea. Se trató de un ejercicio democrático en el que, guiados por consignas ideológicas, los electores no midieron las consecuencias que hoy mantienen el proceso de salida en negociaciones y con graves riesgos para el Reino Unido.
Pero el Brexit no fue sólo un mal cálculo de los ciudadanos, sino resultado de la falta de visión de los políticos. Ese referéndum surgió de una promesa de campaña del entonces Primer Ministro David Cameron, quien pensó que con ello neutralizaría a sus rivales políticos de derecha.
El Brexit es un buen caso de estudio ahora que en México vivimos un debate en torno a la revocación de mandato y la consulta popular. Una primera consideración es que los mecanismos de democracia participativa pueden desvirtuarse y terminar como una estrategia para avanzar intereses de grupo.
En México valdría preguntar: ¿por qué se quiere que la revocación de mandato sea concurrente a las elecciones intermedias? Si buscamos someter al presidente al veredicto popular, la consulta debe posponerse. Empatarla con el proceso electoral sólo se entiende si la intención es que el gobierno haga campaña en favor de Morena, con la polarización que implica y la inequidad que supondría tener al titular del Ejecutivo en campaña con acceso a los medios de comunicación y al uso de recursos.
Una segunda reflexión tiene que ver con prever las consecuencias: los británicos, confiados en el triunfo del “sí”, no supieron qué hacer cuando ganó el “no”. ¿Qué haríamos los mexicanos si triunfara el voto revocatorio, o si gana una iniciativa por pequeño margen en una consulta?
En nuestro país no sólo no se debaten las consecuencias, sino que se está proponiendo bajar el porcentaje de participación para que las consultas sean vinculantes (de 40% a 25%). Esto abre la puerta a que grandes decisiones nacionales sean tomadas por grupos menos representativos. El Brexit enseña que cuando las consultas se usan a la ligera, se deslegitima la democracia participativa.
¿Qué pasaría si, en México, un abuso de las consultas, que podrán celebrarse en cualquier fecha, erosiona también nuestras instituciones representativas, mucho más débiles que las británicas?
En el PRI creemos que debe fortalecerse la democracia participativa, pero de forma responsable: que sea la ciudadanía, no el gobierno o el partido gobernante, quien pueda pedir la revocación de mandato; que pueda realizarse una sola vez y no de forma concurrente con otros procesos electorales; y que se cumplan criterios mínimos de representatividad.
No hace falta ir muy lejos, estudiemos el Brexit.
Presidenta del CEN del PRI