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Los robots han llegado a la sociedad para quedarse y entre las muchas incertidumbres que genera este nuevo salto tecnológico existe una dimensión fiscal, donde cada más voces que reclaman que los androides que sustituyan a humanos coticen por el trabajo que desempeñen.
Es el argumento que defienden, con diferentes matices, el hombre más rico del mundo, Bill Gates; el candidato socialista a la presidencia de Francia, Benoït Hamon, o la eurodiputada luxemburguesa Mady Delvaux, ponente del informe aprobado por la Eurocámara para reclamar a la Comisión Europea (CE) una legislación específica sobre robots.
"Personalmente, lo apoyo. Pero creo que no hay que decidirlo mañana. Hay que hacer estudios y abordar las cuestiones técnicas. No se le puede poner un impuesto a todos los robots, hay que decidir a cuáles", explica a Efe Delvaux sobre un futuro a caballo entre la alta tecnología y la ciencia ficción.
El texto que adoptó en febrero el Parlamento Europeo, que no tiene carácter vinculante, se centra en "la seguridad, la privacidad, la integridad, la dignidad, la autonomía y la propiedad de los datos", aborda cuestiones éticas y solicita una agencia europea de robótica.
Pero no recoge el capítulo dedicado a un hipotético gravamen para que las máquinas con inteligencia artificial coticen, para compensar la pérdida de ingresos públicos que dejarán de percibir los Estados por las tributaciones de rentas de trabajo que desaparecerán.
"Me parece muy chocante que la gente rechace la discusión. Francamente, no lo entiendo", prosigue Delvaux, que considera que el concepto "ni si siquiera es revolucionario" pues es "una discusión tan antigua como los propios impuestos".
Un informe publicado el pasado mayo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) apuntaba que los robots amenazan al 9% de los puestos de trabajo de las economías altamente desarrolladas, y un 12% en la española, en lo que algunos economistas ya llaman "la cuarta revolución industrial".
La eurodiputada socialista, de 66 años, no cree que los robots vayan a generar una oleada de desempleo masiva en Europa necesariamente, pero tampoco lo descarta. Se limita a intentar trasladar a la legislación europea las preocupaciones que ha detectado en los ciudadanos tras más de dos años dedicada a escrutar la realidad y el futuro legal de los androides.
"Partimos de que mucha gente teme que los robots vayan a robarnos el trabajo, que es posible. Tienes a los pesimistas, que dicen que habrá desempleo masivo y nadie encontrará nunca más un trabajo, y los optimistas, que dicen que se crearán nuevos trabajos. Personalmente no quiero privilegiar ninguna de las dos opciones. Las dos son posibles", comenta.
Los legisladores, prosigue, tienen obligación de mostrarse sensibles ante esa preocupación, porque, si los androides trastocan profundamente el mercado laboral, "tendremos un problema con los impuestos porque muchos de ellos se ponen sobre el trabajo".
"Muchos de nuestros países tendrán problemas con la seguridad social, con las pensiones, el seguro de salud... Cada vez tenemos menos y menos impuestos en las finanzas, en las multinacionales. ¿Cómo se organiza el servicio público?", se pregunta la eurodiputada.
Su intención, subraya, no es poner palos en las ruedas en un sector de alto valor añadido, sino todo lo contrario. Apuesta por "fomentar la industria europea" y critica que grandes empresas asiáticas hayan comprado "talento" robótico europeo por falta de inversión.
En concreto, cita a la empresa china Midea, que pagó 4 mil 500 millones de euros por el 94.5% de la firma alemana Kuka, y a la japonesa SoftBank, que adquirió por 100 millones de dólares el 78.5 % de la francesa Aldebaran Robotics, creadora del célebre robot Pepper.
"Es un desastre. Tenemos que encontrar la forma de no vender nuestros campeones a otros. Somos líderes en muchos campos de la robótica, pero deberíamos seguir siéndolo", afirma la luxemburguesa.
Delvaux confía en que la Comisión Europea haga una propuesta legislativa sobre robótica durante el presente año, probablemente dedicada al sector del automóvil, donde los vehículos sin conductor son ya una realidad.
Después, en "unos cinco o 10 años", se democratizarán los robots para el cuidado de las personas, preludio de un desembarco aún más profundo de la inteligencia artificial en la vida cotidiana de los seres humanos, lo que implica que máquinas y personas competirán en el mismo mercado laboral.
"Es importante que digamos lo que queremos y lo que no (...) Esto es el principio, no el final", augura.
jpe