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Con la muerte esta semana del que debió ser su piloto, Ígor Volk, se cierra el círculo de la maldición que persiguió al único transbordador soviético de la historia, el Burán, réplica de los Shuttle estadounidenses y que sólo voló una vez (1988).
"Ígor Petróvich (patronímico de Volk) formó parte de una legendaria generación de pilotos-cosmonautas, un profesional de clase mundial que hizo mucho por el desarrollo del programa espacial nacional", dijo hoy el presidente ruso, Vladímir Putin, en su telegrama de condolencias.
No le falta razón al jefe del Kremlin, aunque Volk murió esta semana a los 79 años de edad sin protagonizar un hito que le hubiera colocado por derecho propio en los altares de la cosmonáutica mundial, ya que el único vuelo que hizo el Burán alrededor de la Tierra fue sin tripulación.
Volk, que viajó abordo de una Soyuz a la plataforma orbital Saliut-7 en 1984, debía haber comandado seguidamente la primera odisea espacial de un transbordador soviético, pero las cosas se torcieron, la Unión Soviética se desintegró y el Kremlin dio carpetazo al programa espacial en 1993.
"Cometimos muchos errores durante la primera fase de toma de decisiones. Para empezar, optamos por un sistema de mando totalmente automático. Eso nos hizo perder muchos años. Por eso nunca hubo un segundo vuelo", señaló Volk a Efe en una entrevista varios meses antes de su fallecimiento.
Moscú no podía permitir que EU le llevara la delantera en la carrera por la militarización del espacio exterior, por lo que invirtió ingentes cantidades de dinero en construir una flotilla de transbordadores similares al Columbia estadounidense.
Los transbordadores soviéticos fueron diseñados con fines exclusivamente militares -lo que a la postre los convertiría en obsoletos-, ya que el Kremlin sospechaba que el Pentágono quería crear un sistema espacial universal con el que dominaría todo el planeta desde el espacio exterior.
Es decir, una vez puesto en marcha ese programa de militarización del cosmos, Estados Unidos podría clamar victoria en la "Guerra de las Galaxias".
No obstante, solo uno de ellos llegó a despegar, el Burán (tormenta de nieve), que dio dos vueltas (205 minutos) alrededor de nuestro planeta en 1988.
Al contrario de lo que se cree comúnmente, Volk negó que el motivo del fracaso de los transbordadores soviéticos fuera la falta de dinero o la disolución de la URSS en 1991.
"Si nos hubieran hecho caso, hubiésemos volado incluso antes que los americanos. Pero no ocurrió y perdimos la carrera espacial con EU. No le podemos echar la culpa a americanos o a los europeos. La realidad es que no estábamos (técnicamente) preparados para un vuelo tripulado", admitió.
El presidente de EU, Richard Nixon, aprobó el proyecto en 1972 y el Kremlin tardó cuatro en años en seguir su estela (1976), por lo que cuando el proyecto estaba casi preparado se acabó el dinero y, para más inri, en el marco de la Perestroika Mijaíl Gorbachov modificó la doctrina militar.
Otro hándicap fue el atraso tecnológico, ya que la URSS sólo disponía de sistemas de mando análogos y no digitales, según el cosmonauta.
Volk no descartó un retorno a la era de los transbordadores, pero "será EU o los chinos. Nosotros estamos muy rezagados, no tenemos el potencial tecnológico y científico de antaño. Además, tampoco nos sobra el dinero".
Mientras los Shuttle realizaron 135 misiones y siguieron volando hasta 2011, Rusia apostó por seguir desarrollando las Soyuz y cooperar con Occidente en la construcción de la Estación Espacial Internacional.
La maldición del Burán no terminó ahí, ya que el símbolo de la grandeza y del ocaso del proyecto comunista fue destruido al desplomarse el techo de la nave industrial en la que se encontraba en el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán.
Ahora, el Burán no es más que un recuerdo y sus prototipos son piezas de museo que los interesados pueden visitar en el principal centro de exposiciones de Moscú o en el Museo Tecnológico Speyer (Alemania).
Pero aún queda uno de los transbordadores originales, de nombre Buria, el que debía haber pilotado Volk y que yace abandonado, polvoriento, agrietado, pero aún así majestuoso, en unos hangares en la inhóspita estepa kazaja.
Gracias a la osadía del bloguero ruso Ralph Mirebs, que logró fotografiar de incógnito a los célebres inquilinos de dichos hangares secretos, las imágenes del Buria y de otro prototipo (OK-MT) pueden ser vistas libremente en internet.
jpe